MAIDEN VS MAIDEN: Críticas de «The Book of Souls»
No una, sino dos impresiones sobre lo nuevo de MAIDEN es lo que os ofrecemos. Pablo y Rocío nos dan su opinión, diferente, «opuesta» incluso pero similar en el trasfondo, sobre uno de los discos más destacados y también controvertidos del año.
Empezamos con la opinión de Rocío, fiel seguidora y gran conocedora de toda la carrera de los británicos:
IRON MAIDEN: «The book of souls» (EMI)
El lanzamiento más esperado del año se llama “The Book of Souls”, el nuevo álbum de estudio de IRON MAIDEN que ha salido a la venta hace unos días y que, a continuación, os comentamos. Este trabajo ha estado rodeado de muchas sensaciones alrededor de él: miedo por la grave enfermedad de Bruce Dickinson, (afortunadamente recuperado), curiosidad por ver qué dirección musical escogía la banda, e incertidumbre por saber si será el último o no. Aquí tenéis nuestras opiniones al respecto.
Empecemos por la parte más… digamos técnica o comercial. “The Book of Souls” salió el pasado 4 de Septiembre y es su 16ª álbum de estudio. Está ya disponible en edición limitada (2CDs), edición estándar (2CDs), triple vinilo y álbum digital en iTunes. A finales de 2014 fue cuando la banda se metió en el estudio en París (en los Guillaume Tell Studios) con Kevin «Caveman» Shirley de nuevo como productor. Sorprende por ser el primer álbum doble en la carrera de IRON MAIDEN, con 11 temas nuevos y una duración total de 92 minutos.
En cuanto a la parte compositiva, Steve Harris contribuye con siete canciones, seis de ellas a medias con los guitarristas de la banda y otra en solitario. También es la primera vez desde el álbum «Powerslave» (1984), que Bruce Dickinson compone dos canciones en solitario, siendo uno de ellos especial (“Empire Of The Clouds”). Se trata del tema más largo de la carrera de IRON MAIDEN, con 18 minutos nada menos. Otros dos de los temas del álbum (“Speed Of Light” y “Death Or Glory”) han sido compuestos conjuntamente por Bruce Dickinson y Adrian Smith. La imagen de la portada, sobria y elegante, ha sido creada por Mark Wilkinson, quien ya realizó las portadas de los discos del grupo «Live At Donington» (1993) y «Best of The B-Sides» (2002), además de ser el creador de muchas de las mejores portadas de JUDAS PRIEST (entre ellas la de «Painkiller» y «Redeemer of souls»). Las letras en negro y blanco, han recuperado los picos de las mayúsculas y eso ha sido muy agradecido por los fans de toda la vida, entre los que nos encontramos. Álbum largo y vuelta a lo auténtico, empezamos bien.
Comienza el disco con una intro misteriosa y suave a la vez que aliviadora… Digo esto porque escuchas la voz de Dickinson y para mí es una alegría volver a oírle después de su enfermedad. Un tema éste, “If Eternity Should Fail”, que te va captando a medida que lo vas escuchando. Es de estas canciones de las que hace MAIDEN desde siempre: suaves al principio y que va ganando en intensidad y fuerza además de contar con un estribillo de los que se te almacena en el cerebro. Para mí de los mejores del álbum, sin duda. Más sorprendente es el tema que ha salido como primer vídeo, “Speed of Light”, con un toque de campana cerrada (un cencerro, vamos) al comienzo, muy Hard Rockero y nada habitual en la banda británica configurando uno de los cortes más rápidos del disco. Otro tema cuyo estribillo se te almacena enseguida, más comercial que el resto y que muestra a unos IRON MAIDEN maduros, en sintonía con lo que se puede esperar de ellos en este momento.
A partir de aquí, del segundo corte, viene lo que ha causado controversia en los gustos del público. Temas largos o larguísimos, que demuestran una madurez compositiva que ya no tiene límites en la banda. No hay topes ni barreras en su creatividad. En este “The Book of Souls” IRON MAIDEN han dado rienda suelta a lo que llevan dentro, musicalmente hablando, sin que a estas alturas de su carrera nadie les diga «basta», así que nos encontramos con temas largos como “The Great Unknown”, muy de ellos, con fuertes cambios de ritmo, altibajos, acelerones y frenazos, pero que tiene todos los elementos que los fans a muerte de IRON MAIDEN queremos. Es decir: guitarras tranquilas y dulces adornando la voz de Dickinson, relatando sus historias y que te transporta a su mundo lleno de imaginación y misterio para, otra vez, de nuevo ir incrementando el ritmo inicial mientras que Bruce se va creciendo. Muchos dicen que no canta como antes, pero demasiado estamos escuchando en este disco para el horror que ha pasado. Sí que utilizan el patrón que tan buenos frutos les ha dado de empezar un tema tranquilo (como en “Hallowed…” o en el fantástico “Dance of Death”, más reciente) para ir transportándonos musicalmente más allá, dando pasos adelante en un viaje del que no puedes irte sin más.
Sí suena un poco raro el comienzo de guitarra (un tanto cutre para mi gusto) del cuarto tema, “The Red and the Black”, que queda como de comienzo de clases de instrumento, pero inmediatamente nos muestra un tema otra vez muy MAIDEN, con Dickinson en su rollo, con su verborrea mientras las guitarras se muestran alegres y divertidas, haciéndote saltar en un tema demasiado hecho para los nuevos directos de la banda… A ver, aquí voy a dar un palo al disco ya que esos coros de “oh, oh, oh, oh,…” suenan demasiado enlatados, fabricados y a posta, a diferencia de cuando salen solos y de forma natural por parte del público en cualquier lugar en el que la banda descargue (leáse en «Fear of the dark» mismamente), y sin pedirlo. Todos los que les hemos visto sabemos que un concierto de IRON MAIDEN es un ritual en el que la energía fluye sola, sin límites y sin nada establecido así que los «oohhhs» de este corte podían haberse eliminado para goce del oyente (además no suenan nada bien). Aquí sí que rayan más en la parte más progresiva, más elaborada de su música, dando más protagonismo a otros instrumentos al principio que a las guitarras de Gers, Smith y Murray, que ya se explayan en la parte final del tema, transportándote a la cima de la gloria, ¡Toma ya! Si crees que no te va a gustar el tema, si ves que la cosa no empieza bien, olvida los «oohsss» fabricados y espera, que el final es de los que te hace mover el cuello solo. Es cuestión de tiempo que desaparezca el enamoramiento con la aparición de los «oohhs» de nuevo y la guitarra cutre estilo flamenco malo, pero si lo quitas unos segundos , el tema es casi perfecto.
“When The River Runs Deep” es una de las canciones, para mi gusto, más flojas e intrascendentes. No pasará a la Historia pero, al menos, da caña al disco ya que aquí vuelven a meter la velocidad que muchos anhelan y que sí me hubiera gustado que metieran en más partes de este largo disco, pudiéndote imaginar las carreras de Gers y de Harris cruzándose en escena en cuanto lo escuchas. Para terminar el primer CD, tenemos la homónima “The Book of Souls”, otra con la denominación de origen MAIDEN total cuando se trata de relatar pasajes de mundos ancestrales. Intercalando partes instrumentales sacadas directamente de su fábrica, pero adaptada a esta época con esos bucles maravillosos que tienen, con las altas notas de Dickinson. Sí, es verdad que no altísimas ya, pero canta de nuevo y con eso me conformo. También es verdad que es el álbum en el que menos Historia he aprendido, echando en falta algo real contado por ellos como “Montsegur” (hasta que llegaron ellos, yo no sabía qué era eso, jeje) y es que los IRON MAIDEN valen para muchas cosas, entre ellas aprender, mucho más que en el colegio.
Para el segundo disco (CD o vinilo mejor), aparecen unos MAIDEN más oscuros, más graves. Un ejemplo lo encontramos en “Death or Glory”, con unas guitarras bajadas de notas no tan cristalinas. Aquí ya se le oye más a Nicko McBrain en su batería, al cual le tienen un poco tapado en todo el álbum dando preferencia a la voz y a las guitarras en general. Guitarras que nos deleitan en “Shadows of the Valley”, otro con la marca más MAIDEN y que nos hará saltar cuando les veamos en 2016, ¿Que se repiten? Bueno, que sigan repitiendo estos ritmos tan suyos y tan creadores de buen rollo.
Luego ya la banda se pone trascendental y emotiva al dedicarle un largo tema a Robin Williams, el desaparecido actor estadounidense, en “Tears of a Clown”. Un medio tiempo sorprendente ya que me esperaba más temas de Historia de la Humanidad antes que una composición basada en él, con una letra desgarrada, triste, angustiosa y que te deja todo plofff. Ése es otro mérito que tiene este álbum, al dedicarle unos minutos a quien menos te lo esperas. Te demuestra la amplitud de miras de la banda en cuestión compositiva: monstruos, mitos y leyendas pero también actualidad y personajes reales. Impresionante.
Para cerrar “The Book of Souls”, guitarras dulces, tranquilas y cristalinas en el comienzo de “The Man of Sorrows”, perfectas para escuchar tranquilamente en casa mientras Dickinson llena tu habitación en un tema sentido, intenso, melancólico y que muestra el lado más comprometido de la banda. Es que cierras los ojos y le ves, le visualizas con su mano arriba y abajo, interpretando, sintiendo lo que está cantando y transmitiendo todo lo que tiene dentro, ¿¡qué más se puede pedir!? Luego la estructura del tema y los tonos no son mucho de mi agrado, que me resultan confusos y complicados de entender a priori pero ése es el mérito, y no te lo ponen fácil. Hay cortes de escucharlos más de una vez en profundidad y éste es uno de ellos introduciendo unas guitarras, nada MAIDEN por cierto, en la mitad del tema.
Aquí vuelven a demostrar su riqueza compositiva y que desborda cualquier freno que les pongas para ya dejarte K.O. con el tema siguiente, el más largo de su carrera. Ya hemos dicho que cierran con “Empire of the Clouds”, nada menos que 18 minutos de canción compuesta por Dickinson y que aquí ya vuelve a darnos lecciones de Historia de la de verdad, de la que nos gusta descubrir con él. Un piano y un violín triste, melancólico, en tonos clásicos nos va llevando a principios del siglo XX donde un zepelín cayó del cielo, inspirando a Bruce, impactado por esta tragedia comparable al Titanic. Es una delicia pero… tienes que saber Inglés o estar con alguien que te vaya traduciendo la letra para apreciar esta obra maestra, tanto musical como en su desgarradora y trágica letra con una parte de piano, cuando se produce el accidente, que para mí sobra, pero es verdad que tienen que mostrar el hecho musicalmente. Una forma de cerrar el “The Book of Souls” como ellos saben hacer, no dejándote indiferente, habiendo producido muchas sensaciones en el oyente, demostrando el porqué son tan grandes. Son MAIDEN y disco a disco saben cómo provocar algo en ti, ya sea a favor o en contra. En este caso yo tengo que decir que en general, en resumen de un álbum tan extenso en duración, tiene partes excelsas y otras no tanto, pero son casi humanos y por eso no llegan a la perfección total… pero casi, casi.
Sí que es verdad que la producción del álbum tiene algunas cosas que podían haberse mejorado, pero nadie es perfecto aunque a la banda británica sólo les falten algunas décimas para serlo (¡¡¡quitar los ohhhsss estos, por Dio!!!!!). Aquí vuelven a demostrar que han hecho un disco para ellos, para relajarse, para expresar todo lo acumulado en estos 5 años de silencio compositivo y que puede que en principio abrume de la cantidad de ideas plasmadas pero es cuestión de ponerlo varias veces y tomárselo con los oídos abiertos.
No es un disco más, es una obra de unas personas que son demasiado músicos, que tienen tanto que ofrecernos que plasmarlo todo es complicado pero que maravilla a los oídos si sabes ponerles en el tiempo actual que vivimos, las circunstancias que han tenido últimamente y si estás por la labor de abrirte a su actual propuesta, claro. A mí no me ha encantado a muerte como otras veces, lo reconozco, pero me parece un disco muy importante, muy sereno, muy maduro y que hace que me enamore más de IRON MAIDEN. ¡Qué grandes!
Texto: Rocío Gómez (rocio@redhardnheavy.com)
Ahora vamos con la crítica de Pablo, algo desencantado con los últimos años de la banda, pero, con todo, también fanático del grupo:
Han pasado cinco años, un par de giras y un cáncer por parte de Bruce Dickinson, desde el último disco en estudio de IRON MAIDEN y muchos, muchos más desde la edición de un álbum aplaudido de forma unánime por la totalidad de sus fans. “The Book of Souls” no va a ser el trabajo que termine con esta racha y sea valorado tan positivamente por la mayoría de seguidores. ¿Por qué? Pues porque si bien MAIDEN han subido un escalón respecto a sus últimas entregas en estudio, este nuevo LP flaquea en muchos aspectos tanto extramusicales como en lo relativo a la composición.
El primer fallo estrepitoso es el sonido. No soy un maníaco de las producciones, no necesito que el sonido sea perfecto para disfrutar de un disco, vaya esto por delante. Sin embargo IRON MAIDEN en su etapa clásica ha tenido una serie de rasgos distintivos en este aspecto que se han descuidado terriblemente en “The Book of Souls”, igual que se han descuidado en todos los trabajos producidos por Kevin Shirley. Yo quiero a Dickinson doblándose en los estribillos en distintas pistas, las guitarras con brillo y cuerpo, las baterías con más eco y un bajo un poco más metálico… y en cambio tengo todas las pistas planas y sin fuerza. Temas como las reverbs y demás han caído en desuso en las producciones actuales, que parece que ahora son consideradas demasiado ochenteras… Puedo vivir con ello, pero lo que no se puede permitir en pleno 2015, en la era de las Loud Wars, es que un disco suene tan apagado.
Otro aspecto que me ha parecido pobre es que haya quedado relegada al arte interior una ilustración de Eddie muy superior a la de la portada. No hablo a nivel de calidad de imagen, pero sí en el de entroncar con lo que la imagen del monstruo más conocido del Heavy Metal representa. Mientras que en la portada el Eddie momia aparece tal cual, dentro tiene un cuchillo y un corazón arrancado en la mano. Eddie era transgresor y una de sus herramientas implícitas para provocar era la violencia en sus apariciones… Pero en los últimos años su imagen se ha vuelto más para niños, y a las ilustraciones caricaturescas que han acompañado al DVD “Flight 666” me remito.
Sé que esto va de vender discos principalmente, pero también debería de ir de Heavy Metal y no creo que ambos mundos sean incompatibles. Y más en una banda tan grande que de alguna manera se vende sola ya. Aunque a lo mejor ahí radica el problema, que ya no hay que provocar ni asustar sino sólo seguir tirando del hilo… Como contrapunto, la mejora en lo musical es patente. Independientemente del resultado final, que ahora desgranaremos en detalle, no me cabe duda de que IRON MAIDEN han puesto más esfuerzo en “The Book of Souls” que en “The Final Frontier” y “A Matter of Life and Death” juntos. Las canciones tienen momentos brillantes, aunque estos queden ahogados en un minutaje excesivo en la mayoría de los temas, pero no adelantemos acontecimientos y vamos a sumergirnos en “The Book of Souls” corte a corte.
Uno de mis preferidos es precisamente el primero titulado “If Eternity Shoud Fail”. Curiosamente le veo más cosas de la carrera en solitario de Bruce Dickinson que de los propios MAIDEN, pero bueno, las melodías de guitarra están ahí, y también la característica base rítmica “trotona”. Aspectos negativos… un par principalmente: el primero es que las distintas partes del tema no tienen mucha cohesión entre sí y la segunda es la ejecución. Nicko a la batería suena ciertamente errático en varias de sus partes, metiendo unos fillers que poco o nada se ajustan a lo que pareciera pedir la canción ¿Dónde ha quedad la velocidad y la precisión de Nicko? Aunque lo que más echo en falta es el buen gusto que desprendían temas como “Where Eagles Dare” en cuanto a percusión se refiere.
El disco avanza con “Speed of Light”. Es el tema que se ha elegido como single de ataque y se ha apoyado en un simpático videoclip. Es de los mejores cortes en cuanto a que es de lo más sencillo y directo que IRON MAIDEN ha grabado en mucho tiempo. Con todo, queda muy lejos de aquellos grandiosos temas de apertura de los discos clásicos que te permitían retener el estribillo a la primera escucha. A Maiden hay que pedirles excelencia y “Speed of Light” , sin dejar de ser un tema correcto, no la tiene. Por cierto, el videoclip es más que resultón repasando algunos de los videojuegos más legendarios de la historia… con Eddie como protagonista, por supuesto.
A partir de este momento las canciones de «The Book of Souls» son más enrevesadas, por ejemplo en “The Great Unknow” manda la teatralidad en la interpretación de Dickinson, tanto que de nuevo me invade la sensación de estar escuchando uno de sus discos en solitario con menos chispa, «Skunkworks», por ejemplo. Aunque el problema más que por la composición, en este caso lo genera un sonido en el que ni las guitarras ni la base rítmica destacan demasiado. Como comentábamos al principio, el minutaje de los temas es excesivo, pero “The Red and the Black” es de los que salen mejor librados porque obviamente está construida para el directo y es mucho más dinámica y divertida que la mayoría. Eso sí, tiene fallos clamorosos también, entre ellos podríamos destacar lo pobre de las guitarras siguiendo las melodías de la voz de Bruce nota a nota, los solos algo mediocres (excepto quizá los de Janick Gers, curiosamente) y lo obvio del estribillo. Aun así apuesto a que este tema va a ser una de las bazas fuertes en cuanto a temas nuevos de la próxima gira. Por cierto, BLUE OYSTER CULT ya tenían una canción bastante conocida que se llamaba igual, pero bueno, estas cosas pasan, aunque en el nivel en el que se mueve IRON MAIDEN igual alguien de su entorno, si no sale de los propios músicos, debería atreverse a indicar y corregir este tipo de cosas.
Antes de seguir, destacar que no soy un maníaco de la guitarra ni nada por el estilo. Es más, soy consciente de que el punto fuerte de IRON MAIDEN siempre ha sido la belleza y lo pegadizo de las melodías por encima del derroche de técnica pero… ¿De verdad que entre Adrian Smith, Dave Murray y Janick Gers sólo pueden parir el barullo inicial de “When the River Runs Deep?» Es una pena, porque pocos temas tan rápidos han construido IRON MAIDEN en los últimos años, pero es un lastre que tenga que empezar remontando. Aun así ¡lo consigue!, que tiene uno de los mejores estribillos de «The Book of Souls» y el mejor solo del disco, cuya autoría yo atribuiría por estilo a Gers de nuevo.
Recuerdo de adolescente escuchar por primera vez mis cintas de “Seventh Son”, «Fear of The Dark”, etc. En esa época, sabías que al llegar el tema título te ibas a encontrar algo grande. En “The Book of Souls” algo hay de esa antigua grandeza también. Será que los colchones de teclados ayudan a dar esa idea, será que es la primera letra que está al nivel de lo que se le puede exigir a IRON MAIDEN… por lo que sea, pero es el primer tema de este disco que al 100% tiene el nivel que al grupo se le puede exigir hoy. Hasta Dickinson canta mejor que en ninguna otra pista al no forzar tantísimo, y la temática (una suerte de revisión de «Powerslave» azteca y con algo más de fantasía) también pone su granito de arena.
Lástima que al cambiar de CD y pasar al segundo disco, la atmósfera se desvanezca con “Death or Glory”. No me gusta que concatenen una canción como “The Book of Souls” con una tan desenfadada. La letra dice “…Climb like a monkey out of hell…” (“Trepar como un mono saliendo del infierno”), más que dramatismo me parece que transmite un cierto aire chorra, la verdad. MAIDEN era una banda con una capacidad evocadora en sus letras y música impresionante, al menos en su época clásica, y ahora no llegan a rayar la altura que tenían en ese sentido cuando incluso en canciones de tres minutos con dos estrofas y un estribillo repetido conseguían proyectar una historia completa en el oyente. Pienso también que IRON MAIDEN han pecado de ambiciosos en “The Book of Souls”. En este segundo disco los temas están más próximos a ser un descarte o una cara B que a una canción que la banda que deba de presentar con toda la pompa. Por ejemplo “Shadows of the Valley” es prácticamente imposible de recordar tras docenas de escuchas.
A estas alturas IRON MAIDEN no debería de permitirse sacar temas de relleno que carecen de cualquier gancho y que, encima, repiten esctructuras ya utilizadas en el mismo disco, con esas invitaciones a corear «oees” al final. Una clara repetición de la jugada de “The Red and the Black”, pero con calzador. En los conciertos de MAIDEN, ese tipo de coros antes se daban espontáneamente pero ahora se induce a ello… ¿Tan mal andan los fans de energía y motivación para que Harris&Cia. tengan que señalar qué hacer de cara a la próxima gira? Uno de los lastres del disco en mi opinión y que claramente sobraba. Señor Shirley, ¿no es labor del productor estar al tanto de estas cosas y recomendar quitar lo que no funciona o sobra?
“Tears of a Clown” marca la diferencia, y sí que tiene más chispa. Se trata de un medio tiempo dedicado al actor Robin Williams (fallecido recientemente) y tiene interesantes cambios de ritmo, buenas líneas vocales y una duración adecuada. Yo la habría escogido como single de calle, pues si bien tampoco es que mereciera el despliegue de lanzarlo en 7″, 12″, Picture Disc y maxi CD, como se hacía antes, sí merecía un poco más de atención. Lamentablemente este subidón en el nivel general del disco luego se apaga, pues la mediocre semi balada “The Man of Sorrows” se encarga de chafarlo igual que “Shadows of the Valley” que lo único que hacen es rellenar minutos a base de repetir estructuras y compases una y otra vez.
Para el final llega “Empire of the Clouds”… A estas alturas todo el mundo sabe ya que se trata del tema más largo del disco, interpretado por Bruce Dickinson al piano y unos cuantos arreglos, en un ejercicio de autocomplacencia tan desmesurado como para ocupar una cara entera de un LP. No me gustan los alardes de este tipo ni en bandas que cimentaron su carrera en este tipo de cosas como DEEP PURPLE, YES, PINK FLOYD o el nombre que se quiera poner… Y sí, IRON MAIDEN tienen un catálogo de temas largos más o menos afortunados, pero 20 minutos de piano se mire por donde se mire sobraban y desprenden narcisismo por cada poro. Además, para temas largos está claro que «The rime of the ancient mariner» es insuperable, pero bueno, la creatividad de un músico a veces se desborda, ¿qué le vamos a hacer?
Retomando las reflexiones del principio de la crítica, aquí faltaba un productor de verdad, no un mal ingeniero de sonido como Kevin Shirley. Nos referimos a alguien que hubiera guiado al grupo porque ideas buenas las hay, pero “The Book of Souls” es un desgobierno. Una lástima porque la esencia de las ideas contenidas y composiciones es buena, y con una batuta firme el disco podría haber alcanzado el estatus de esos discos como “Ozzmosis” de OZZY, «Redeemer of souls» de JUDAS PRIEST o “Sonic Boom” de KISS. Trabajos que destacan en carreras musicales de largo recorrido pegando un petardazo en cuanto a éxito de público y crítica cuando los grupos ya están viviendo de las rentas de sus mejores años en directo. No ha sido así y aún con unos puntos muy negros «The Book of Souls» es un trabajo digno pero, como decíamos antes a IRON MAIDEN hay que exigirles llegar a la excelencia y ésta no se encuentra aquí por ninguna parte.
Texto: Pablo Mayoral (pablo@redhardnheavy.com)
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