Crónica del concierto de ANGELUS APATRIDA en Madrid
El sábado estuvimos viendo a ANGELUS APATRIDA en Madrid pegarle fuego a La Riviera (eso sí, todos sentados y con las medidas actuales de protocolo y seguridad). Aquí tenemos la crónica de Fernando Galicia y las fotos de Javier Paredes, para leer y ver cómo fue la velada:
ÁNGELUS APÁTRIDA – Madrid, 20 de marzo de 2021 (sala La Riviera)
No sé la de crónicas de conciertos que habré escrito a lo largo de mi vida, pero seguro que muchas en distintos medios especializados. No sé la de crónicas que habré escrito, es cierto, pero seguro que ésta es de las más sentidas de todas, por muchas cosas. Ya mi cerebro me dio serios avisos nada más entrar en La Riviera, porque la sensación fue tan extraña que no sabía si llorar de emoción, de alegría… o de pena. Y era sólo el principio de la velada.
Llorar de emoción, porque hacía un año, un mes y cinco días que no pisaba una sala de conciertos. Y sí, llevaba la cuenta, desde aquel magnífico Escena Rock celebrado el 15 de febrero de 2020 en el Ifema (Madrid), en el que visto lo visto pudo estallar una bomba biológica, pero que en vez de eso se saldó con el estallido de una fiesta del heavy metal español; ni más ni menos. Los que sentimos esto del heavy metal, de la música y de la música en directo, sabemos la importancia que tiene un día más sin ir a un concierto, sin sentir los watios en el pecho, y sin que nos invada esa energía que funciona como nuestra gasolina para vivir.
No es sólo música. Quizá seamos unos románticos, pero por eso sabemos los días que han pasado desde la última vez. Y por eso también “emocionante” es poco para describir la sensación de esta noche. Por otro lado, llorar de alegría, porque más allá de mis sensaciones personales, el simple hecho de la celebración del concierto ya era motivo suficiente. Y más aún sabiendo que, con la que está cayendo, la sala estaba llena, que debido a ello habían tenido que implementar otro pase, que el artista era “uno de los nuestros”, un grupo español que empieza a saberse reconocido por el público ya no solo nacional sino también internacional. ANGELUS llegaban con un discazo bajo el brazo (del que ya os hablé en estas mismas páginas, y os dije que la gira de presentación podría ser tremenda), y con el hito de haber sido número uno en ventas en España haciendo thrash metal, que no es moco de pavo. ¿Necesitáis más razones para estar contento?
Finalmente, llorar de pena porque, a pesar de todo lo anterior, es muy difícil volver de esta manera, sin poder abrazar a los colegas y compartir unos litros de cerveza. Sin poder agolparse en las primeras filas para vivir el concierto de manera más intensa, sin poder vivir la fiesta de lo que debe ser un concierto de heavy metal en condiciones. Porque una cosa es estar vivo (que lo estamos, y mucho), y otra cosa es estar vivo… en una jaula, con restricción de movimientos, con restricción de contacto físico, con restricción de sensaciones… con restricción, que siempre es una palabra horrible. Porque la situación es jodida para todos los que forman parte de la Cultura, y puede que el público sea el único eslabón de la cadena que no gane dinero con ella (de hecho, lo pierde), pero es el que la hace funcionar, y además gana vida haciéndolo. No se olviden de ello. El debate llega cuando se habla de la calidad de esa vida…
Y si esto es un resumen de lo que pasó por mi cabeza, imaginad lo que pasaría por la cabeza de Guillermo, José, Davish y Víctor (véase ÁNGELUS APÁTRIDA), acostumbrados a dirigirse a un público enardecido, desordenado y en efervescencia total. Sin duda es de agradecer su apuesta por llevar, a toda costa, su espectáculo adelante, a pesar de las medidas obligadas a tomar por la pandemia, y de volver a acercarse a su público de manera directa. Porque los músicos también necesitan a su gente para que les dé calor y fuerzas, y ayer ÁNGELUS lo dejaron claro, con continuas muestras de agradecimiento a lo largo del show, por asistir, por estar, por “formar parte de la familia”, por apoyar, como dijo Guillermo, a “su pequeña empresa” y a la cultura… Lo dicho, emoción, alegría, pena… todo junto.
No tuvo que ser fácil estar ahí arriba. Que lo dieron todo es innegable, incluso tratándose del segundo pase de la tarde, al que llegarían calientes, pero seguramente también más cansados (digo yo, porque notarse, no se notó en absoluto). ÁNGELUS APÁTRIDA hizo un derroche de energía, de actitud, de técnica, de música, con todas sus letras. Pero sigo intentando ponerme en su lugar, y es difícil saber cómo se estaban sintiendo cuando, en vez de contemplar un circle pit o un wall of death al son de canciones como “Vomitive”, “Give’Em War” o “You are next”, lo que veían era a un montón de personas sentadas haciendo headbanging estático, sin poder saltar, sin poder moverse, cuyo conjunto daba la sensación de agua en ebullición con el meneo vertical único y exclusivo de cabezas. Eso sí, cuernos arriba y cantando a voz en grito, porque ni las mascarillas consiguieron amortiguar nuestras voces, coreando las melodías de canciones como “Versus the world”, “Serpents on parade”o la salvaje “Indoctrinate”. Si estamos, estamos… aunque nos pongan un bozal. Sin duda nos hicimos sentir.
Precisamente “Serpents on parade” sirvió como punto de inflexión en el concierto, encendiendo una nueva mecha. Si justo antes de la misma el público estuvo coreando el nombre de la banda, inmediatamente después el propio Guillermo reconocía que era “una puta mierda” vernos ahí sentados, pero que ya faltaba un día menos, y que volveríamos a estar como antes. Y es que, a decir verdad, el thrash metal contactless es justo eso, no hace falta repetirlo… A partir de ahí, con el público venido (más) arriba, se notó una marcha más, tanto arriba como abajo del escenario, y marcaría la recta final del show, que acabaría con varios minutos de aplausos.
El setlist (lo dejo completo al final de la crónica) estuvo muy equilibrado, con predominio de su etapa más reciente. Tal vez esperaba alguno más de su última entrega, de la que sonaron cuatro temas (“Indoctrinate”, su primer single y con la que abrieron, “Bleed the Crown” -el otro single-, “Childhood’s end” y “We stand alone”), pero en cualquier caso creo que contentó a todos los fans del grupo allí presentes. Hubo momentos mágicos, como cuando sonó la excelsa “Sharpen the guillotine”, con las luces haciendo el juego, nada más empezar la canción, de la hoja de la guillotina al caer, y que fue de las más jaleadas de la noche; o cuando el público se hizo notar cantando las melodías de la guitarra de “Versus de World”; o el emotivo final con “You are next”, entre aplausos y ovación.
Todo quedó grabado para la posteridad, porque se emitió en streaming… y seguro que podremos verlo en diferido. Precisamente el hecho de estar retransmitiéndose en streaming hizo que Guillermo se dirigiera continuamente en inglés (y castellano, claro) a la gente que estaba en sus casas. Es lo que tiene ascender a la liga internacional… Un hecho curioso jugando en casa, pero que no sólo no importó a nadie, sino que, por el contrario, estoy seguro de que incluso todos celebramos.
Otro hecho al que creo que hay que dar relevancia es a los dos pases. Hasta ahora habíamos visto que las bandas, si agotaban entradas, implementaban un segundo día (si quieren y pueden). Pero dos conciertos seguidos en un mismo día, como en el teatro, son una novedad que me despierta una curiosidad: ¿se normalizará a partir de ahora este tipo de formatos? Visto lo visto, ya no se puede descartar absolutamente nada, pero puede ser interesante de cara a las visitas de las giras de mediano tamaño (entiendo que dos pases diarios en un estadio o gran pabellón, con toda su parafernalia, son imposibles, pero las que pasan por salas…). Y no vale eso de “están cansados”, porque si un grupo de thrash metal puede, el resto también.
La organización estuvo impecable, implacable… pero agradable en la difícil tarea que se plantea en estos momentos. El personal estuvo pendiente en todo momento de que se cumplieran las normas de seguridad (a saber: gel en las manos antes de entrar, no moverte de tu sitio salvo para ir al baño, no quitarte la mascarilla más que para dar un trago a la bebida, salida y entrada escalonada y con orden, dar las instrucciones continuamente desde megafonía antes de empezar, salieron al escenario a decir que acabado el concierto no nos moviéramos hasta que nos avisaran…), e incluso con acomodador para indicarte tu sitio y precintar los contiguos, y un servicio personalizado de camareros para traer la cerveza hasta tu asiento. El detalle del merchan también hay que mencionarlo, y es que ante la imposibilidad de poder instalarlo físicamente, dieron a todos los presentes un código para poder pedirlo a la tienda oficial del grupo sin gastos de envío. Bonito gesto.
Al final, y a pesar de todas las medidas, ÁNGELUS APÁTRIDA dieron un conciertazo, y por raro que resultara el conjunto del evento, no creo que nadie de los que estuvo allí pueda dudarlo. Volviendo hacia el coche, con la sonrisa en la cara, me descubrí pensando que ya sabemos que se puede ver música sinfónica sentado; rock progresivo sentado; metal progresivo sentado; hard rock sentado… y thrash metal sentado… Pero también que es una mierda. Porque no, el heavy metal y el thrash metal “de tranqui”, desde luego, no van conmigo, y a mí dadme calor humano en las primeras filas. Lo de ayer fue realmente emocionante, de una alegría inmensa… y también una pena profunda.
De cualquier manera, ¡gracias, ÁNGELUS!
Texto: Fernando Galicia Poblet
Fotos: Javier Paredes – Vemos la galería completa de fotos del show en este enlace.
Setlist del show en Madrid:
- Indoctrinate
- One of us
- Bleed the Crown
- Vomitive
- Of men and tyrants
- Childhood’s end
- Downfall of the nation
- Violent Dawn
- We stand alone
- End Man
- Serpents on parade
- Give’Em War
- Versus the world
- Sharpen the guillotine
- You are next