AVALANCH – Madrid, sábado 18 de enero de 2020. Teatro Kapital
Estuvimos en la presentación de AVALANCH en Madrid, en un sitio menos habitual pero interesante para conciertos como el Teatro Kapital, y con Fernando Galicia y Mar Fuertes como representantes de la web. Os lo contamos:
Se avecinaba una velada interesante en Madrid el día 18 de enero; interesante… y fría, y pasada por agua, pero con tres conciertos de bandas nacionales (AVALANCH, VITA IMANA y WHISKY CARAVAN, en tres puntos distintos de la ciudad) dispuestas a darle el calor necesario para empezar el año de la mejor manera. Y a tenor de los comentarios y de lo que vimos, podemos dar fe de que lo consiguieron, con sendos llenazos en sus respectivas salas.
En el caso que nos ocupa, AVALANCH se presentaban en Madrid con nuevo disco bajo el brazo, El Secreto; el primero en ocho años con canciones nuevas, toda vez que su anterior entrega fue una regrabación de El Ángel Caído. Y lo hacía en un recinto extraño a ojos del público rockero: el Teatro Kapital, uno de los epicentros del ambiente más maistream de la Villa. Había, por tanto, expectación no sólo por lo que hiciera la banda, sino también por ver si este espacio escénico reunía las condiciones necesarias para los conciertos de rock.
Empezando por esto último, hay que reconocer que el sitio es muy bueno: un teatro amplio, con un aforo que debe rondar, a ojo de buen cubero, unas 2000 personas, cuyo escenario se ve bien prácticamente desde cualquier lugar, con buena iluminación, y que acústicamente también responde a la perfección. Eso sí, no lo habían preparado lo suficiente (o no se esperaban tal cantidad de público), y había grandes zonas con sofás y mesas que, de haberse retirado, hubieran hecho la experiencia mucho más cómoda para todos.
Tampoco tuvieron buena previsión en la entrada, con una gran cola que daba la vuelta a la esquina de la calle, con un único acceso lento en el que no distinguieron entre los que tenían su entrada, los que iban a sacarla en taquilla, y los que estaban acreditados. Esto provocó que mucha gente entrase cuando ya habían empezado, a pesar de haber llegado con antelación más que de sobra. Y si fuera hacía frío, dentro hacía calor, mucho calor… ¡Muchísimo calor! ¿Una estrategia para que bebiéramos más? Yo ya no descarto nada… pero a cinco euros el vasito de (mala) cerveza, no debieron hacer mucha caja.
Centrándonos en el concierto, lo primero que llamó la atención era la gran cantidad de público que había. El aspecto de la sala era realmente magnífico, y si bien es cierto que aún se podían comprar entradas en taquilla, seguramente no debían quedar demasiadas. Otra cosa llamativa es que había niños entre el público, y eso es algo que me hizo especial ilusión. La cultura hay que mamarla desde pequeño, y si hay algo que ha sido dañino para la escena del rock en Madrid ha sido la estúpida ley que impedía entrar a los conciertos a los menores de 18 años. Después de haber perdido un par de generaciones para la causa, estos “brotes verdes” son sin duda una alegría.
Pero hablemos de AVALANCH, y de lo que hicieron sobre las tablas el pasado día 18 de enero. Mucho se ha venido hablando de ellos desde que Alberto Rionda decidiera insuflarle nueva vida, refundando la banda desde sus cimientos. Y no es para menos, toda vez que se ha rodeado de músicos de primera fila, como Mike Terrana, Jorge Salán, o su más reciente incorporación, Dirk Schlächter (GAMMA RAY, en sustitución de Magnus Rosen -HAMMERFALL-), que junto a Manuel Ramil e Isra Ramos completan un elenco de auténtico lujo. El gran aliciente de la noche estaba en comprobar, de primera mano, cómo defenderían un repertorio de canciones nuevas; el primero compuesto con esta nueva formación, y que ha vuelto a mirar hacia el pasado, hacia las raíces de AVALANCH, con un estilo más clásico. Y a fe que se lo tomaron en serio, si tenemos en cuenta que siete de los diecisiete temas que interpretaron pertenecen a su último trabajo.
Empezaron muy puntuales, a las 20:30 (ya se sabe, cuando llega la hora de abrir la sala “comercial” se desenchufa todo y se echa a la gente a la calle -grupo incluido, como podríamos comprobar más tarde, después del concierto, en el backstage-). Y lo hicieron sin intro musical “al uso”, sino con los vídeos musicales en pantalla gigante de “El Oráculo” y “La flor de hielo”. Una manera peculiar de abrir el show, y que resultó un tanto larga, aunque vino de maravilla para todos los que aún no habían podido acceder al recinto por la mala gestión de la cola. Fue entonces cuando aparecieron Rionda y compañía, ahora sí, para abrir el directo con “El Oráculo”. A la voz salió Jorge Berceo (ZENOBIA), que lleva sustituyendo a Isra Ramos en la gira desde que a éste le tuvieron que tratar un problema serio de sus cuerdas vocales, hace ya unos meses. No obstante, se había anunciado que en este concierto reaparecería el vocalista catalán, aunque no quedaba claro en qué medida ni en qué momento, siendo una de las comidillas de la cita.
La última vez que pude ver a Jorge Berceo en directo fue con su grupo, ZENOBIA, y he de reconocer que no me gustó… Pero el Berceo de esta noche era totalmente diferente: con una voz muy sólida, bien integrado con el resto de músicos, manejándose bien en las labores de frontman, conectando con un público que a priori no es el suyo (por repertorio, no por estilo) y con muchas más tablas que entonces. Es cierto que no era su primer concierto con AVALANCH, pero también lo es que está haciendo un trabajo encomiable, agradecido públicamente por el propio Alberto Rionda, que nos confesó que se lo pidió de un día para otro, y que tuvo que aprender a defender el setlist sin apenas tiempo.
Me alegra que un músico sea capaz de sorprenderme y “reconvencerme” de esta manera, así que desde esta pequeña ventana no quiero dejar escapar la oportunidad de aplaudirle. Además, las canciones de El Secreto, aun estando escritas para un tono algo más agudo como es el de Isra, le encajan, y las lleva a su propio terreno, lo cual es fundamental en una gira de presentación.
Otro de los puntos que despertaban mi curiosidad era la adaptación de Slachter, al que personalmente nunca había visto más allá de su trabajo con GAMMA RAY. A estas alturas poco se puede decir de su labor como bajista que no se haya dicho ya, pero sí le noté más ausente que al resto, más retraído, menos protagonista. Nunca fue un acaparador de focos, y desde luego no tiene ese punto histriónico estéticamente de Magnus Rosen, pero sí se le vio en un total segundo plano. Incluso una vez terminado el show desapareció, a diferencia de sus compañeros, que más tarde o más temprano aparecieron para firmar o hacerse fotos. No sé si será un asunto de carácter, de salud… pero la realidad es que, aunque musicalmente estuvo más que correcto, en lo personal estuvo algo fuera de juego.
Y como no pasó nada extraño, hablar de la calidad de Alberto, Jorge, Mike y Manuel sería caer en la redundancia. Porque es cierto que en el logo de la banda ya no pone “All Star Band”, pero todos sabemos lo que hay cuando todos ellos se juntan en un escenario. Alberto comandó la nave como de costumbre, con ese punto de timidez pero al mismo tiempo tan líder, disfrutando pero con pocas palabras (excepción del episodio final, cuando en “Xana” sacó el móvil para hacer un “Facebook Live”). Antes de cantar “Alborada” me dio la impresión de que Jorge Berceo incluso le pilló desprevenido cuando dijo que daría un premio a quien supiera qué canción iban a tocar en ese momento… y claro, alguien lo hizo: una seguidora con su hija, que acabaron emocionadas acompañándoles durante la interpretación. Momento emotivo de la noche.
Respecto al setlist, y como era de esperar, estuvo centrado en la presentación de El secreto. Como dije anteriormente, siete de los diecisiete temas pertenecían a este nuevo disco, y fueron muy bien recibidos por un público que tenía ganas de escucharlos, y que llevó al grupo en volandas. De todos ellos hay que destacar “Alma Vieja” por dos motivos: el primero, por su polémica con los herederos de Joaquín Rodrigo, ya que al tener un fragmento del Adagio del Concierto de Aranjuez, y no haber dado el visto bueno, han tenido que retirarlo de las plataformas digitales y del propio disco, pasando a la categoría de pieza de coleccionista. Y el segundo, porque fue el escogido por AVALANCH para dar la bienvenida otra vez a Isra Ramos, inaugurando los bises del concierto (segundo momento emotivo de la noche).
Hasta entonces habían destacado especialmente temas como “El Oráculo” inicial, “El peregrino” o (¡cómo no!) “Delirios de Grandeza”, de ese Ángel Caído aún reciente y con el que se compactó esta nueva formación de la banda. El grupo sonó como un cañón de principio a fin, y desprendía una química fantástica, aunque ello no quita que también hubiera sombras, como algunos silencios incómodos y que parecían eternos entre canción y canción, o un número excesivo de solos innecesarios. Ya sabemos que todos y cada uno de ellos son verdaderas máquinas de tocar, pero creo que no me equivoco si digo que la mayoría de los presentes hubiéramos preferido escuchar alguno de los temas que se dejaron en el tintero (“Corazón negro”, “Las ruinas del Edén”, “Cambaral”…), en vez de tanto alarde virtuosístico.
Jorge Salán pareció darse cuenta de ello, y su solo fue especialmente corto para no entorpecer más el ritmo del show. No así el de Terrana, impresionante pero excesivamente largo vistas las circunstancias, y que terminó al son de “Rocky”; o el de Slachter abriendo los bises con un Concierto de Aranjuez un tanto descabalado hasta que Rionda puso algo de cordura. En definitiva, nada grave, pero sí quería comentarlo, porque es algo que tiene fácil solución. El violín de Jezabel Martínez se pudo ver en “Alas de Cristal” y en “Lucero”… pero no se pudo escuchar…
Una pena, porque realmente creo que hubiera enriquecido ambas canciones, y porque a ella se la veía muy animada. Y si explosivo fue el principio, hubo una sección en medio, con “Mil motivos”, “Alborada” (emotivo pero que cortó terriblemente la inercia que llevaba el espectáculo), “Decepción” (y el solo de Mike como traca final) y “Baal” (de «Malefic time, Apocalypse», en inglés, y que pareció muy forzado entre el resto de temas), que no terminó de enganchar como debiera a la gente, debilitando lo conseguido hasta el momento.
Afortunadamente, los bises levantaron al personal, ya con Isra en el escenario interpretando solo “Alma vieja”, “La flor en el hielo” y “Xana” (en el que le gente cantó a capella), y acompañado por Jorge Berceo para cantar “Lucero” y “Torquemada”. Un bonito y enérgico fin de fiesta que hizo salir a todos con muy buen sabor de boca.
Bien por AVALANCH, que demostraron que han venido para quedarse, y que salieron a defender con uñas y dientes un disco que ha entrado por derecho propio entre los mejores de 2019. Bien por Alberto Rionda, que ha sabido hacer resurgir al grupo de sus cenizas, y ha luchado como pocos por defender su proyecto cuando todo parecía perdido. Bien por unos músicos cuya calidad está dotando a AVALANCH de una nueva dimensión, y que han entendido lo que se pretendía de ellos… Y bien por el público, que llenó una sala grande y “extraña” para ver a una banda nacional así, convirtiéndola en una fiesta de heavy metal.
¿Dije que la noche era fría? Bah, tonterías… ¡Me volví andando a casa!
Texto: Fernando Galicia / Fotos: Mar Fuertes
Podemos ver nuestra galería de fotos del concierto en este enlace (aquí está la galería de fotos de la fotógrafa oficial de la banda) o debajo en el slider:
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