Editorial y artículo de opinión sobre los recientes conciertos de AC/DC

ACDC.1Aquí publicamos la crónica de Esquitino, pero nos parece que la reciente visita de AC/DC ha dado mucho más de sí. Hay cosas que nos han gustado mucho y otras que no tanto, y que nos apetecía comentar y remarcar, que si no, no nos quedaríamos agusto ni seríamos corsarios. Ya sabéis nuestro lema, y es que siempre nos mojamos, para mal y para bien, y no nos casamos con nadie, ni siquiera con nuestras bandas de cabecera como puedan ser los mismos AC/DC. Y si hay que disparar nuestros cañones, los disparamos sin miedo…En fin, os ofrecemos una visión más académica a modo de editorial  y también una pequeña reflexión artículo de opinión casi en una onda «comentario de fan» (que también es interesante) sobre lo que han sido en nuestra opinión los recientes conciertos de AC/DC en España. La crónica la firmaba Esquitino, la editorial Fernando Checa y el artículo de opinión Rocío Gómez, para que tengáis opiniones para todos los gustos e impresiones variadas de uno de los eventos del año en nuestro país. Ya podéis empezar a leer… y a opinar, ¿porqué no? 

AC/DC: la venta del Infierno

Hubo una época en la que nuestro mundo se diferenciaba entre aquellos que escribían una y otra vez el logotipo de AC/DC en sus carpetas de apuntes y en cualquier superficie a su alcance, y los que pensaban que aquellas siglas era lo que aparecía escrito detrás de los electrodomésticos. Fue una época en la que había algunos que siempre llevaban una chapa, re-denominada hoy de forma snob como “pin”, en la que un rayo brillaba entre cuatro letras, mientras que otros la miraban irónicos preguntándose qué significaba esa “medalla”.

Existió una lejana época en la que unos se entretenían en discusiones infinitas acerca de si Bon Scott era el único cantante posible de AC/DC o de si Brian Johnson llegaría alguna vez a alcanzar su carisma, mientras que los más torcían el gesto cada vez que escuchaban un solo acorde de aquellos tipos que hacían ruido y gritaban. Llegó a haber una época en la que cuando los australianos anunciaban una gira europea algunos rezaban por la posibilidad de que España estuviera incluida entre los afortunados países que recibirían a la banda del guitarrista vestido de colegial, mientras que cuando ilusionados lo comentaban en público siempre encontraban el comentario de “¿pero siguen vivos? ¿no se han retirado?”.

ACDC.3Aquella época pasó. Su mejor certificado de defunción es la venta de 160.000 entradas para los tres conciertos de AC/DC este año en España, en menos de 24 horas. Aunque ya teníamos noticias del cambio desde hace algún tiempo… 5 años han pasado ya de la gira de “Black Ice”, aquel tour que hizo aterrizar de nuevo a AC/DC en España y mostrar que las cosas estaban cambiando. La banda que se llamaba como “lo de los electrodomésticos”, el grupo del guitarrista de los pantalones cortos y el cantante de la gorra, los gritones que se habían jubilado en la mente de miles de personas que jamás habían prestado atención a su música empezaron a ser “lo más”. La perfecta atracción para grandes y pequeños, “vintages” o “hipsters”, el evento social al que hay que acudir. Y es que hoy AC/DC molan. O mejor aún, son guays, incluso son “cool”, que ya que cantan en inglés es lo menos que se puede decir de ellos.

Es interesante ver cómo el imaginario colectivo puede cambiar de forma tan radical. La perspectiva ante determinadas realidades está en nuestro tiempo completamente marcada por el grupo, el clan, ante el cual hay que pertenecer, so pena de aparecer como un marginado. Y hoy un concierto de AC/DC en España se ha convertido en el mejor exponente de ello. Incluso la realidad se transforma cuando miles de personas repiten a la salida del concierto, o durante el mismo a través de las redes sociales, mensajes similares: “un concierto maravilloso”, “increíble, inmejorable”, “un éxtasis de espectáculo, luces y sonido”… Y así hasta el infinito.

El primer paso del ritual es acudir, pagando una cifra astronómica, a un concierto “en el que hay que estar”. El segundo, asistir al espectáculo esperando los momentos “cumbre”: el comienzo tras un vídeo de impacto, el solo de un guitarrista enloquecido, la comunión cantando una canción que al menos es conocida… Rito de iniciación que permite pertenecer al grupo, aun a costa de mutar en una especie de árbol de navidad humano con cuernos de luces titilantes. Pero sobre todo poder decir “he estado en un concierto de AC/DC”… y sobre todo decirlo y publicarlo en las redes sociales. Con fotos que inmortalicen el evento, a ser posible, puesto que hoy si esos documentos gráficos no existen, nada habrá ocurrido. Y ya que estamos, qué mejor que fotografiar o grabar todo el concierto. Es fundamental documentar a esos cinco tipos a través de una pantalla que pueda reflejar con gran calidad lo que muestra la pantalla de vídeo oficial.

ACDC.6AC/DC han abierto todos los informativos y los periódicos de nuestro país. Con un concierto que distó mucho de ser maravilloso, no se nos olvide. Correcto, bueno, incluso notable, ya que su calidad y su profesionalidad está probada desde hace décadas. Pero tanto la banda como el sonido se alejó mucho de la excelencia. Brian nunca fue un cantante superdotado y sin duda la edad pesa, pero durante los conciertos de Madrid sufrió mucho, muchísimo más de lo habitual. Stevie es un buen recambio para su tío Malcolm pero nunca tendrá la pegada ni la mala leche del pequeño guitarrista. Incluso tocando con la misma Gretsch con pastillas arrancadas no puede ser lo mismo. Cliff y Chris hacen perfectamente su papel de base rítmica pero cada vez están más tapados por la guitarra de Angus que sigue manteniendo todo el protagonismo. Nada nuevo, por otro lado.

El escenario no es tan espectacular como tantos afirman, y desde luego está muy lejos del de otras giras. Algo que, por otro lado, tampoco debería sorprendernos. AC/DC nunca han sido un grupo espectáculo. Lo suyo siempre ha sido la música atronadora y las canciones, y como mucho el carisma e imagen icónica de los propios miembros. Que por cierto, jamás han presentado las canciones entre una y otra en un concierto, como muchos de los nuevos acólitos exigían casi con indignación. Incluso los recursos de la campana y los cañoncitos son meros guiños visuales a una galería que lo que siempre ha pedido ha sido rock and roll, sin artificios y con honestidad.

55.000 almas entregadas frente a la banda es una poética expresión que resulta atractiva en una crónica florida. Incluso en un Tweet lanzado al ciberespacio si me apuran, acorde con los nuevos tiempos. Pero no tiene nada que ver con lo que realmente ocurrió en el Calderón. Me explico: Salvo en el momento en el que las luces se encendieron, durante los acordes iniciales de “Thunderstruck”, tal vez al reconocer alguna nota de “Back in Black” y, eso sí, la cacareada comunión rockera que llegó por fin con “Highway to Hell”. El resto, posiblemente para miles de asistentes, eran sólo canciones “nuevas” o “de relleno”. Pero dio igual, cuando las luces se apagaron la satisfacción pareció reinar en la cara de todo el mundo. Poder haber comprado el sentido de pertenencia a algo especial está mucho más allá de cualquier consideración mínimamente crítica.

Acdc5Que AC/DC llenen estadios es una buena noticia para el negocio. Que miles de los asistentes a sus conciertos apenas reconozcan una nota de la mayoría de sus canciones no debe generarnos ningún problema. Mejor eso a tener que soportar certificados de defunción por adelantado. En cualquier caso, siempre nos quedarán sus viejos discos, la memoria de aquellos conciertos míticos y sobre todo el orgullo de seguir luciendo aquella vieja chapa en la solapa de la chaqueta. 

Texto: Fernando Checa (fernando@redhardnheavy.com)

Lo más… pero menos

Un concierto de AC/DC es lo más pero los dos de Madrid fueron un tanto menos. Después de seguirles todas las giras desde el “Blow Up Your Video Tour” (1988), estas descargas del “Rock or Bust” (2015) no han sido las esperadas. Os explicaré porqué digo esto…

No es la banda, con dos miembros cumpliendo con notable el dificilísimo papel que les ha tocado (Stevie y Chris), y eso es, entre otras cosas, porque ellos no son de este mundo. Más bien el problema fue todo lo relacionado con el concierto, todo lo que hubo alrededor, un completo/conjunto de aspectos relacionados con lo que es el show en sí: Un escenario grande y hermoso pero nada de espectacular cuya belleza estaba basada en luces de colores (luces de colorines en AC/DC, ¡a lo que hemos llegado!) cambiando según el tema y que daba un extraño aspecto casi hippy a la escena después de un comienzo basado más en imágenes y fuegos artificiales que dista mucho de la terrorífica imagen de la locomotora del pasado “Black Ice Tour” o de la caída del muro ya una década atrás, mucho más laboriosa que simples imágenes y petarditos. Bonita intro sí, pero nada del otro mundo para lo grandísimos que AC/DC son y lo mucho que han cuidado sus shows siempre.

ACDC.4Mención también a la luminotecnia durante el espectáculo, que las luces, un tanto sosas (para la gran banda que es), no iluminaban a las nuevas incorporaciones como se merecían: Stevie Young (al que los fans de verdad queríamos ver cómo afrontaba su función en la banda) o al magnífico Chris Slade en su batería dejándoles demasiado relegados a la sombra. Ni que decir tiene que su aparición por las pantallas era muy puntual y, en el caso de Chris, casi imperceptible. Es normal ya que el 90% de los que allí estaban no sabían quién son realmente los miembros de la banda salvo el de los pantaloncitos y el otro señor de la gorra (comentario escuchado varias veces durante el show por la que escribe).

No hubo espectacularidad durante el transcurso del show, tampoco con la aparición de la campana, importantísima en la carrera de la banda, que se mostró quita, fría y estática a la vista de los fans, y bastante sosa y poco protagonista en sus minutos de gloria. Si estuvisteis en el “Stiff Upper Lip Tour 2001” en Madrid sabréis a lo que me refiero cuando digo “aparición sosa” en este caso. Y bueno, los los fans de última hora se quedaron boquiabiertos en el Calderón que sí pero que no. Tampoco en este tour hay strip-tease a cargo de Angus ya que el “The Jack” se ha caído del setlist pero tampoco la imagen de Angus al final de la pasarela aterrorizando al personal aparece durante el espectáculo. Hablando de la pasarela, ésta es mucho más corta y está fija en su final resultando indigna para el increíble status de la banda.

Otro punto fuerte del show es la aparición de nuestra chica favorita, “Rosie”, que es una figura nueva y que queda demasiado encajada en la parte trasera del escenario, más pequeña que otras veces y que muchos fans de los laterales no pudieron casi ver. Será que era demasiado políticamente incorrecta, como se suele decir, en estos tiempos… Hablando del setlist, por cierto, un aplauso para la vuelta del “Hell Ain’t a Bad Place to Be” y “Sin City” que los fans de verdad bailamos como locos y los que el 90% del público del Calderón se debieron creer que eran temas de los teloneros. ¡Qué pena! El resto de los temas muy bien; siempre se agradece alguna sorpresa como en el “No Bull”, tema dedicado a nuestro gran amigo el Rana o en el Stade du France en París cuando tras la muerte de John Lee Hooker le dedicaron el “Ride On”. En esta ocasión no hubo nada que no se saliera de lo establecido (aún tocando dos noches aquí) aunque a los 90% de los asistentes no les importó siempre y cuando cayera el “Thunderstruck” (que por cierto podían ya eliminar del repertorio que se van pareciendo a Maiden con el “Trooper” y estos sí que en una gira lo quitaron), y el “Highway to hell”.

ACDC.5Nos resultó muy chocante desde el principio los parones alargados entre tema y tema, no habiendo continuidad y no siendo un desarrollo lógico, resultando como losas de silencio impropios de una banda tan grande y excelsa como esta. Suponemos que eran para coger resuello y descansar un poco, que los años no pasan en balde, pero te dejaban frío. Por otro lado, Brian Johnson no se ha caracterizado nunca por presentar todos los temas pero en esta ocasión se mostró mucho más lacónico y distante de lo habitual, así como el resto de la banda que salieron como rayos del escenario en cuanto se terminó. Y no me refiero a que no tiraran púas y demás (cosa que nunca hacen ni han hecho), sino que los que conocemos bien a AC/DC sabéis qué quiero decir. Encima, estos mencionados largos silencios entre tema y tema redujeron la duración real del concierto que ya casi no llega a las dos horas efectivas y cuando pagas el precio de la entrada (a una media de 90/100€) es lo menos que podemos exigir de duración. No te digo que ya se tiren tres horas como RUSH (que no es por edad, porque los canadienses son de su quinta o más viejos) pero cuando te das cuenta, falta duración y eso a estas alturas y con esa reputación, pues eso, sí pero no.

Ya sólo comentaré el final con los consabidos cañones que en esta ocasión son menos y que no retumbaron como deben y que fueron relegados por más petarditos y más fuegos de esos que les gusta a los nuevos-mary-fans que poblaban el Calderón y que sorprendentemente se largaban mucho antes de los bises (doy fe). Eso sí, todos ellos muy bien uniformados de camiseta pirata (en mi vida he visto tantísima camiseta de imitación junta) y por supuesto llevando los recién comprados cuernecitos que era como mandaba el protocolo (hay que fastidiarse que de los fansAcdc9 de verdad no los llevábamos ninguno, curioso).

En resumen, sí pero no. AC/DC son muy grandes, son lo más de lo más en el planeta del rock, del de verdad, pero no volváis a dar unos conciertos así sólo para fans moñas que a los de verdad nos hace un poco poner cara de “Stiff Upper Lip”.

Texto: Rocío Gómez Sánchez (rocio@redhardnheavy.com)

Fotos en los dos artículos: Leticia RC (¡muchas gracias!) y David Esquitino

 

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