Mucha magia de nuevo con JOHN MAYALL en Madrid
Los viejos blueseros nunca o mueren… o al menos mueren tocando. 85 años y dando conciertazos como el que nos regaló el pasado 8 de octubre en Madrid. ¡Casi ná!
JOHN MAYALL – Madrid, Teatro Nuevo Apolo – 8 de Octubre
¡El puto John Mayall!, ése es quien actuaba el pasado 8 de octubre en un Teatro Nuevo Apolo lleno a reventar. El mismo que lleva sacando discos desde 1966, y es increíble que con 85 años siga haciendo giras. Y para colmo, presentaba su último disco, de este mismo año: “Nobody told me”. Igual que hizo hace solo 2 años con su penúltimo trabajo (como os contamos también aquí entonces). Podría estar jugando al golf, haciéndose una gira de grandes éxitos cada 4 o 5 años, presumiendo de currículum y tirando de grandes éxitos. Ambas cosas le sobran.
De hecho, no creo que ni él mismo sepa cuantos discos tiene. Y en cuanto al currículum de este pionero del blues en Gran Bretaña, sería casi más fácil enumerar los grandes músicos que no han tocado con sus BLUESBREAKERS. Pero se nota que este inglés de Macclesfield disfruta horrores con lo que hace. Ni sabe ni quiere hacer otra cosa, es un currante del blues como pocos. Sólo así se explica su increíble productividad: 4 discos en los últimos 5 años. Además de eso, es un tipo humilde y entregado a su público que estuvo firmando discos y haciéndose fotos justo antes de empezar el show.
Indudablemente, la cita era obligada para todos aquellos que amamos el blues, el rock, la buena música de aquellos mágicos años 60 y 70. Da igual que el concierto sea un martes y que al día siguiente también se curre: hay que ir. Así que un par de cañas antes, los que tuvimos tiempo, y adentro que Mr. Mayall tiene fama de extrema puntualidad. Fama que esta vez fue traicionada, porque el concierto empezó unos 15 minutos tarde… pero se le perdona. Quizás se debió a que los técnicos no consiguieron ajustar el sonido exactamente a lo que quería el maestro, ya que empezó el concierto quejándose por este motivo. La verdad, yo diría que casi ninguno de los presentes notamos ningún problema: manías de músico veterano y perfeccionista, supongo.
En el centro del escenario dominaban los 2 grandes teclados del jefe, la estrella de la noche: John Mayall (aunque el Hammond se quedó virgen durante todo el show, sin que se supiera el motivo). Acompañándole, tal y como llevan haciendo unas cuantas giras, estaban Greg Rzab al bajo y Jay Davenport a la batería. Ambos de Chicago, forman una base rítmica sólida como el hormigón, impecable, ideal para que los líderes de la banda brillen. Pero en esta gira teníamos una novedad muy interesante en la formación: la guitarrista tejana Carolyn Wonderland.
No la conocía, pero me habían recomendado no perdérmela. Y no puedo sino dar la razón a quién me aconsejó. Sus “diálogos” con el teclado de Mayall en los solos fueron para mí de los mejores momentos de la noche. Solo le pondría un pero: me faltó que se desmelenase un poco más, un poquito más de fuego y “caña” en los solos. Es comprensible, la estrella no es ella, pero habría estado genial. De cualquier manera, pocas cosas negativas se pueden decir del concierto…
Fue todo un derroche de clase, de magia, del mejor blues añejo británico y americano, con sus gotitas de rock y psicodelia. Y hasta encontramos algún refrescante aire sureño en algunos solos de la guitarra tejana de Carolyn. El público, entregadísimo desde el principio, lo disfrutó al máximo, y la conexión entre el escenario y el patio de butacas fue total desde el principio. Quizás la voz de John ya no es la que era (aunque la conserva bastante bien), pero lo compensa con creces con su maestría en los teclados, la guitarra y la armónica, instrumentos que fue alternando toda la noche. Y la presencia de Carolyn le aporta a la banda una energía adicional que le viene de lujo.
En el repertorio se mezclaron las canciones de su nuevo trabajo y temas recientes, con clásicos de Mayall y algunas versiones. De estas últimas, me encantaron 2 que sonaron casi al inicio del concierto. “Help me”, un blues clásico, puro y directo, de toda una leyenda como Sonny Boy Williamson II, y “Mama talk to your daughter”, un tema más cañero, con más ritmo, de J.B. Lenoir, un bluesman menos conocido de la escena de Chicago, que nos dejó espectaculares solos de John y Carolyn a las guitarras. Carolyn también pudo lucir su espléndida voz en un par de temas, porque a John Mayall no se le caen los anillos por ceder todo el protagonismo a sus músicos. En ambos ella brilló con luz propia, pero especialmente en una versión de Bob Dylan: “It Takes a Lot to Laugh, It Takes a Train to Cry”, con un gran solo de Carolyn, que además estuvo espectacular en la voz en este tema (las canciones de Dylan mejoran mucho si no las canta Dylan), muy bien acompañada de John en el teclado y la armónica.
En cuanto a los temas propios, si algo bueno se puede decir de sus momentos de este último trabajo y de otros muy recientes, es que los nuevos “no dan el cante”, que no es poco. Así, el aire funky de “Blue Midnight” encaja como un guante con todo un clásico de Mayall en los 70, la también funky “Do I please you”, de nuevo con John a la guitarra, y gran protagonismo del bajo Greg Rzab. Otro ejemplo es el que titula su nuevo trabajo, “Nobody told me”, un precioso blues lento con mucho feeling y un gran solo de Carolyn, que no desmereció para nada a otro precioso blues lento e intenso de hace más de 30 años, “Tears came rollin down”, una maravilla de esas que nos hicieron amar el blues de John Mayall.
El cierre del repertorio llegó con una magnífica “Chicago Line”, todo un clasicazo de Mayall y para mí el mejor corte de la noche. Largo y muy marchoso que invitaba a levantarse y bailar, muy celebrado por el público. Aquí hubo espacio para solos de toda banda, con especial protagonismo de Greg Rzab, tocando su instrumento con una baqueta de batería o intercalando trocitos de “La pantera rosa” o “Another one bites the dust” (de QUEEN) en su solo. Toda una fiesta para cerrar el repertorio.
Para los bises quedó “All your love”, una estupenda versión de otro mito del blues de Chicago, Otis Rush, con un gran solo de John a la armónica. Y precisamente ésos fueron los protagonistas del cierre de la noche: John Mayall y su armónica, los 2 solos sobre el escenario, terminaron 1 hora y 45 minutos de concierto con un tema que no logré identificar, pero no por ello disfruté menos. Un momento mágico para cerrar una gran noche de blues.
Y todos salimos del teatro felices y deseando larga vida al blues y a John Mayall, aunque también preguntándonos… “¿para qué cojones ha traído el Hammond?”
Texto: Raúl Moreno Muñoz (Madrid)
Foto: Akra Producciones (Barcelona, ¡muchas gracias!)
P.D. – Gracias también a Funhouse Productions por las facilidades.
Para muestra un botón, como se suele decir… ¡Gracias, maestro!