SÔBER: La Sinfonía del Apocalipsis en un escenario especial en Madrid
En estos días oscuros e inciertos donde el confinamiento se hace más duro y casi insoportable, donde vemos enfermar (y caer) a miles de personas mayores por culpa de un maldito virus, recordamos el concierto que SOBER ofrecieron en El Invernadero de las Ventas unos días antes.
SÔBER – Las Ventas «El Invernadero», Sábado 7 Marzo 2020 (Madrid)
Quizás una premonición de lo que estaba por venir (si se sabía leer bien entre líneas), con casi 3.000 personas abarrotando una cápsula bastante marciana que han plantado en el albero de la Plaza de las Ventas. Un lugar que siempre nos cautiva por su hermosa arquitectura (no tanto por los espectáculos sangrientos que durante la Feria Taurina tienen allí lugar). El concierto se enmarcaba dentro de un ciclo llamado «El Invernadero Music» y en un recinto muy particular, auspiciado por el grupo Vespok 360 y Voltereta Tour.
A los madrileños ya les habíamos visto con este formato antes, en el comienzo de gira y/o primer concierto en Madrid, además de en otros escenarios como en el mismo RockFestBCN el verano pasado (además de reseñar el propio disco «La sinfonia del Paradysso«). Y para cerrar el ciclo, y de nuevo acompañados por la Barcelona Rock Orchestra, todo fue emoción y delicia en una noche para recordar durante mucho tiempo.
Un concierto sinfónico a lo grande, para relamerse, anunciado como “Sinfonía del Paradÿsso: Fin de Gira” pero que en realidad fue un hermoso réquiem por el final de una época, una ‘Sinfonía del Apocalipsis’ apócrifa, donde esa maravillosa canción, “Superbia”, cobró todo su significado ante el caos y la destrucción que el ser humano siembra a su alrededor… Ya sea de forma plenamente consciente, o veces de forma involuntaria, contaminando y devastando allí por donde pasa, hasta que las formas microscópicas de vida piden su cuota de protagonismo, como la sorda venganza que Gaia inflinge a sus desdichados habitantes.
En el prólogo de la gran descarga que estábamos a punto de contemplar, Vicente “Mariskal” Romero y el Pirata, leyendas patrias en esto del periodismo musical, presentaron el bolo y anunciaron que habría rocanrolera sesión DJ’s (tras la actuación). Y de este modo dio inicio un show para guardar en nuestra memoria por mucho rato: apenas cinco días después se decretó el cierre de todo tipo de espectáculos y nos quedamos sin música en directo por una buena temporada… Tras la intro de “Back in Black” de AC/DC, salieron los músicos protagonistas, junto a la orquesta y arrancó el show al ritmo de “Animal” y “Reencuentro”, dos temas para ir calentando motores y pillándole el punto al sitio, en cuanto a ecualización, niveles y demás. A destacar, la excelente calidad de sonido que hubo durante todo el recorrido, gracias a la excelsa labor de Alberto Seara en los controles.
Destacar también los audiovisuales que envolvían las canciones (unos mejores que otros: algunos bastante pobres y prescindibles, y otros, perfecto aderezo a las canciones) y que el show fue grabado por varias cámaras, para su posterior edición en DVD. “Blancanieves” con la pantalla apagada, en color beige, puso nuevas dosis de mordiente, mientras “Eternidad” y “Lejos” ponían distancia en un viaje interestelar hasta tropezar con ese “Naufrago” que dibujó Morti sobre las tablas. El primer invitado de la noche nos heló la sangre, ante esa zozobra por el oscuro porvenir que todos llevábamos dentro, por la ‘fragilidad humana’ como destacó el antaño cantante de SKIZOO (y EL FANTASTICO HOMBRE BALA). Encerrados en una “Cápsula”, nos preguntamos cual sería la “Hemoglobina” de “El Hombre de Hielo”.
Canciones que revoloteaban en nuestras cabezas y que no asomaron esa noche como “La Araña” o “Cientos de preguntas”, iban estallando en nuestra mente, ante el panorama que intuíamos se nos venía encima, con el enemigo golpeando las puertas de nuestra hermosa ciudad… Quien más quien menos se preguntó esa noche si no estaríamos en el lugar perfecto para contraer el virus del miedo, sabido es que los Invernaderos son los espacios protegidos para cultivar las más delicadas flores aromáticas…
Como delicado fue el show en cuestión. El precioso espectáculo que protagonizaron SÔBER, envueltos en un mar de cuerdas embravecidas al son de acordes nunca inventados, perfectamente empastados por una “Barcelona Rock Orchestra”… Una ORQUESTA con mayúsculas, con protagonismo propio donde los haya, mientras Jorge Escobedo destacaba ‘la hermosa luna llena que se hundía sobre nuestras cabezas’ como si fuera un foco de luz más de la actuación. La pinkfloydiana “El viaje” fue una auténtica maravilla en ese sentido, mientras los bálsamos psicodélicos y sinfónicos se iban fundiendo en un misma catarata de deliciosos efluvios musicales. Embriagados por ese lisérgico trasiego, dimos de bruces en el “Paradÿsso”, con la cantante Ruth Lorenzo mostrando músculo vocal, en la segunda aparición estelar de la velada.
Acordes clásicos iban perfumando el ambiente, mientras los hermanos Escobedo dibujaban pequeños guiños a The Wall con sus instrumentos, hasta dar con la “Estrella polar”, con Jorge Escobedo cantando entre el público… Nadie era plenamente consciente esa noche, ni un día después, con los estadios llenos y las calles a rebosar, de la pesadilla que nos venía encima. “No perdones” y “Arrepentido” echaron más leña al fuego. Asomaron, a continuación el guitarrista Alberto Marín (SKUNK D.F., HAMLET, DEF CON DOS) y el rapero Marron para aportar su granito de arena.
Resurgiremos de “Nuestras cenizas”, recordando seguidamente los “10 años” de la última conmoción colectiva (la terrible crisis económica de 2008) y que nos hundió en una década perdida. Tiempo para dar el relevo a los ancestros: salió Manuel Reyes Senior (el legendario -ex- batería de MEDINA AZAHARA, vaya) a tocar la batería, acompañado por su hijo, actual percusionista de la banda, en una especie de recordatorio de lo importante que han sido los padres y abuelos durante la crisis y que ahora no podemos dejarlos solos y olvidados.
Para rematar la faena, SÔBER se marcaron ese himno de la decadencia llamado “Superbia”, en nuestra opinión, la perla más rutilante de la noche, con unos audiovisuales verdaderamente esplendorosos y dignos de encomio. Todo ello rematando la jugada con “Loco”, con el respetable enloquecido, nunca mejor dicho, ante tanto frenesí… Lo dicho, un concierto para recordar durante mucho tiempo. Chapeù!!
Texto: Francisco José Llorente
Fotos: Yolanda Moreno (colaborando para RHNH desde El Invernadero de las Ventas)