Ganador concurso DIO – ¡Enhorabuena!
Acaba nuestro concurso de DIO y ya tenemos ganador y finalistas. Como dijimos, íbamos a publicar las mejores historias sobre Ronnie James Dio que nos han llegado estos días y así vamos a hacer en los dos siguientes artículos.
Lo primero es daros las gracias a todos los que habéis participado y nada, enhorabuena al ganador (que recibirá en próximos días en su casa el pack de los 4 discos de DIO reeditados. de la mano de BMG, La Central de Comunicación y Unión Media), a los finalistas seleccionados. ¡Muchas gracias a todos!
Así, el ganador es Guillermo Segura (de Madrid). Mención especial a Diego González (también de Madrid) y a Pablo Folgueira (de Gijón). Publicamos debajo el texto del ganador del artículo, y de los finalistas mañana en el siguiente.
Buenas tardes y feliz confinamiento…
Gracias por poner en marcha un concurso tan original y tan bonito como éste. Recordar mi historia con Dio siempre me alegra y éstos son buenos días para intentar subirnos el ánimo con buenos recuerdos. Ha sido todo un reto para mí el intentar poner tantos recuerdos en palabras (de ahí que os mande esto cuando ya está a punto de sonar la campana), pero espero haberlo conseguido y que disfrutéis de la lectura.
Dio ha estado presente en muchos momentos de mi vida y el primero de ellos fue cuando estaba en el instituto, donde nos juntamos cinco chavales que amábamos el heavy metal y que intercambiábamos CD´s entre nosotros. Hoy por hoy con Bandcamp, Spotify y YouTube todo esto ya no se hace de la misma manera, pero antes había un factor humano muy bonito en esto de descubrir música: te fiabas de la gente, de sus gustos, de su criterio, de sus recomendaciones… y todo esto era cara a cara, no a través de la publicidad, ni de las redes sociales, ni de las discográficas… y nos íbamos comprando discos y nos los íbamos recomendando los unos a los otros:
Un día venía Dani con el nuevo de BLIND GUARDIAN asegurando que era «mejor que el Nightfall», otro día yo llegaba emocionado y decía «¡Tenéis que oír el «Réquiem»! ¡El Molina ha vuelto a superarse!», y otro llegaba Javi y decía «Pues el nuevo de Manowar es un truño, pero la batería suena acojonante y tiene tres canciones que os van a molar» y un día llegó Ángel, que tenía una vena más punki, y logró convencernos a todos de grabarnos el disco de EXTRECHINATO Y TÚ…
Fue precisamente Ángel quien un día nos pasó un listado que se había currado con todos sus discos. Entre ellos me llamó la atención el nombre de RAINBOW (creí haberlo oído o leído antes) y el hecho de que fuera un disco en directo, «On Stage». Por entonces, los directos me parecían la mejor forma de descubrir a un grupo, así que se lo pedí… ¡y vaya si lo fue!… Melodía del Mago de Oz (la película), Dorothy diciendo aquello de «we must be over the rainbow!!!», una guitarra de lo más cañera dando pie a «Kill the king»… y antes de acabar la primera estrofa, ya me había enamorado de la voz que estaba escuchando.
No sólo me parecía perfecta técnicamente, sino que además me decía algo. Estaba cargada de matices y de emocionalidad… como si no pudiera cantar de una manera plana, sino que tuviera una necesidad de transmitir algo en cada nota, en cada palabra… Me parecía que ponía todo su ser en cada cosa: en la pronunciación, las respiraciones, la vibración… era el timbre de voz más característico que había escuchado hasta entonces y lo que me estaba transmitiendo era abrumador.
Poco a poco (muy poco a poco porque no trabajaba aún y tenía que distribuir el poco dinero que tenía entre novedades que me iba comprando y en completar las discografías de SAVATAGE y de ÑU, que eran dos de mis grupos preferidos entonces y ahora) fui comprando (y también grabando lo que iban comprando mis compañeros) más discos para seguir escuchando su voz. Recuerdo el palo que me llevé al encontrar en un Pryca el «Difficult to Cure» (muy apropiado para estos días) y comprarlo a ciegas y encontrarme con Joe Lynn Turner… ¡fue una decepción enorme por aquel entonces! Tuve que resarcirme yendo al día siguiente a Madrid Rock a pillarme el «Holy Diver»…
Y entre unas cosas y otras llegó el día en el que Macumba se rendiría a los pies de Dio en la gira del «Killing the Dragon». Aparte de ser un concierto espectacular en el que fue la primera vez que vi a alguien cantar mejor (si cabe) en directo que en estudio y en el que me emocioné como nunca con algunas de mis canciones (ya por entonces) favoritas, coincidió que aquél día, tras varios meses hablando por Internet con un alguien que conocí en un foro de música y con quien mantenía una correspondencia muy apasionada acerca de muchos grupos, incluyendo a nuestro Dio, decidimos ir juntos al concierto…
Ese alguien escondido tras un nick ambivalente resultó ser una chica inteligente, divertida y muy guapa… y aquel día nos enamoramos y empezamos una historia preciosa. ¡Cosas que pasaban antes del Tinder! Acabó mal, como todas las historias de amor, pero Dio nos trajo una nueva oportunidad de empezar otra historia, tras varios años sin hablarnos: cuando falleció nos volvimos a escribir con el pretexto de volver a compartir recuerdos de aquél cantante con el que había comenzado nuestra historia en común y así volvimos a empezar otra historia en común, muy distinta, pero también llena de pasión, de música y de grandes momentos.
La segunda y última vez que pude verle, también en Macumba, creo que un año o un año y poco después, pude hacerme una foto con él. Pero lo mejor de aquél día no fue la foto, que todavía miro con nostalgia, ni el concierto, con múltiples concesiones a su etapa en BLACK SABBATH que incluyeron el «Sign of the Southern Cross», sino el rato que pasamos con Dio. La alegría (una alegría genuina: no es posible fingir esa sonrisa ni ese brillo en los ojos…) con la que el pequeño gran Dio nos miró al pequeño grupo de amigos que estábamos allí, esperando ilusionados para llevarnos un recuerdo de él en forma de foto. Hacía frío pese a que estábamos en verano, y habría tardado más de una hora en salir de la sala después del concierto y nos dio las gracias por estar esperando por él.
La sensación fue alucinante: estar ilusionados queriendo tener una foto con nuestro héroe y, de repente, con ese gesto de alegría y de agradecimiento, sentir que había algo recíproco… que de algún modo ese encuentro era importante para nosotros, pero también lo era para él. He oído muchas veces que Dio trataba bien a sus fans, pero creo que esta valoración es quedarse en la superficie. Dio no sólo trataba bien a la gente: era bueno y era auténtico.
Se notaba que no era un personaje, que no era una imagen impostada ni una reputación que mantener, sino que, siendo una de las figuras más importantes de nuestro rollo, él tenía sus valores y su forma de ser y los llevaba siempre por delante. Pienso que trataba bien a sus fans, sí, pero que si lo hacía es porque de verdad nos valoraba y porque él se sentía vivo al sentirse querido por nosotros y también al hacernos sentir queridos.
Dio era, y sigue siendo, un arcoíris en la oscuridad: un ejemplar único, un fenómeno imposible, algo mágico y que, sin embargo, existió… y sigue existiendo en la medida en la que inspiró y cambió de alguna manera la vida de todos los que tuvimos el privilegio de compartir un ratito con él, de escuchar su música y de sentir que su voz era mucho más que una voz, todos los que hemos querido «matar al rey», todos los que hemos sentido la necesidad de «levantarnos y gritar», todos los que hemos estado «hambrientos por el Cielo» (aunque en realidad necesitásemos un poco de Infierno), todos los que nos hemos sentido alguna vez «hijos del rock ‘n’ roll»… todos nosotros que llevamos un poquito de su luz con nosotros la llevaremos siempre porque fuimos testigos de lo auténtico, lo grande, lo bueno y lo humilde que fue este maravilloso personaje casi de fantasía.
P.D. – Un saludo y, de nuevo, muchas gracias por el concurso. Gane o no gane, el mero hecho de que me hayáis motivado para escribir y reencontrarme así con Dio me ha llenado de alegría.