«Contracrónica» de ROSENDO y el BONI en Móstoles (Madrid)

Hacía tiempo que no escribíamos contracrónicas, y no puede ser, así que este concierto (uno bueno como otro cualquiera) nos parece perfecto para retomarlo. Así, aportamos dos visiones personales y particulares, sensaciones e impresiones de una misma noche de rock n´roll, hace pocas semanas en las fiestas de Móstoles (Madrid) 

Rosendo 5SENSACIONES

Hace unos días asistí al concierto de uno de los ídolos de mi juventud (Rosendo Mercado), que fue una inspiración para mí desde mi pre-adolescencia con LEÑO y en plena juventud; su forma de vestir, de expresarse, sus letras, su modernidad… Aunque le he vuelto a ver en directo en varias ocasiones, hacía varios años que no disfrutaba de uno de sus conciertos y me apetecía volver a escucharle.

Me pongo a pensar y obviamente todo ha cambiado mucho en los últimos 25 años: ahora ya no cojo la mochila y salgo corriendo al concierto. Hay que planificarlo todo con más tiempo, con quién voy, cómo, a qué hora quedamos… Ya está todo listo, que iré con una amiga de la infancia y una prima (mucho más joven). Pero ahora, la mochila pesa mucho más, no puedo cogerla y salir corriendo, antes hay que dejar al niño bañado, la cena preparada, todo listo para el trabajo del día siguiente (porque preveo que al volver a casa estaré cansada y mejor encontrarse todo hecho)….y ahora ya nos ponemos en marcha.

Ya estamos todas en la puerta del Parque Liana de Móstoles, nuestra ciudad de la niñez y la juventud, y nos vamos encontrando con gente conocida: amigos del colegio que ahora van con sus hijos y me doy cuenta de que el abanico de edades es amplísimo y esto me proporciona una gran alegría, ¡Larga vida al Rock!

Sentimientos encontrados y cierta responsabilidad, deseo que lo que vengo a escuchar me deje satisfecha pero también demostrar a los más jóvenes que deben aprender de los viejos maestros…, de su sabiduría, de su saber estar y que vean que no todas las personas se dejan corromper por el paso del tiempo ni por los programas basura de televisión.

Y en esos pensamientos estaba cuándo Boni (ex BARRICADA) sale al escenario… Esto ha tenido un buen comienzo, el público empieza a transmitirme su energía, las sensaciones molan y encima el sonido es perfecto. Acaba la primera parte y Boni da paso al maestro Rosendo. Los más jóvenes empiezan a transmitir su impaciencia por el tiempo transcurrido en el cambio de grupo. Es uno de los defectos o virtudes de esta juventud, la inmediatez, todo tiene que ser para “YA”.

Y el maestro sale al escenario y el gran público asistente me trasmite una gran emoción; su formación sencilla de siempre, bajo, guitarra y batería le sigue dando un gran resultado, él no necesita más; y además, la buena gestión de los técnicos de sonido le acompaña.

Y van transcurriendo los temas, y tanto mayores cómo los más jóvenes disfrutan de cada canción. Aunque naturalmente los temas de siempre son los que hacen subir la temperatura del ambiente, algo lógico porque todos nos sabemos las letras y las coreamos al unísono. El colofón final con un MANERAS DE VIVIR bajo la lluvia y la gente saltando pero sin desocupar su sitio, me deja muy buen sabor de boca.

Misión cumplida… Se apagan las luces y mi cuerpo se queda cómo flotando relajado al ver la sonrisa mi prima y de los niños que han aguantado hasta el final, que son más de las 12 de la noche y mañana hay que madrugar. Vamos desfilando cada uno hacía dónde tenga que ir con el pensamiento puesto en el siguiente concierto. Yo tengo que ir planeándolo ya.

Aventuras y desventuras de una rockera de cierta edad.

Texto: Margarita Ruiz

IMPRESIONES

Un lujo poder disfrutar de una noche de Rock en directo como la que vivimos hace pocas semanas en Móstoles, al sur de Madrid. Sí, localidad roquera por historia, tradición y deje urbano y callejero que siempre ha tenido. La mezcla era excelente, con dos superclásicos de nuestro cancionero popular ofreciendo su mejor cara en la actualidad… que en el fondo es la de siempre, con la que siempre nos han mirado desde encima y debajo del escenario. Aunque no les conozcamos personalmente más que de pasada, son amigos, parte de nuestra familia e incluso esos hermanos mayores que nos enseñaron cómo se jugaba al rock n´roll hace tantos años. Y lo siguen haciendo: el Boni desde un punto de vista tal vez más guerrero, aunque en el fondo es porque su corazón sigue latiendo impetuoso; y el tito Rosen, el señor Mercado, don Rosendo, toda una institución y, ¡por fin puedo decirlo sintiéndolo de verdad!, viviendo una segunda, tercera o cuarta juventud.

Boni2El Boni se sube primero, a lo muy alto que estaba el escenario, y sonríe canalla y gamberro, con mucha verdad en la mirada y en lo que dice. Nos presenta a su nueva banda, que ahora sí me la creo, ahora sí me transmite el mismo rock n´roll que el jefe, y que por fin parece que van a una en el proyecto y en el convencimiento de lo que hacen. Nos muerde, nos besa, nos busca, nos pone incandescentes, nos hace sentir, llorar, e incluso ponernos nostálgicos. Todo en un contexto de alegría y de reivindicación, por supuesto, acordándonos de la madre que le parió, la de verdad y las de la Txantrea. Reverencia para el Boni, actitud y puño en alto mientras sólo puedo decirle aquello de que me encanta probarle una vez más, y volver a comprobar que sigue sabiendo al mismo rockn´roll de antaño, sintiendo la misma pasión por el ruido que nos enamoró hace tantos años, siendo crío yo y ya hombre él.

No era la más fea del combo pero yo siempre elegí bailar con «ella», y muchos años después mi mirada se sigue posando sobre el Boni mientras él me canta coplillas que me llenan y enaltecen como el primer día que ideas de okupación o de seguir escuchando rock esperando en un billar se metieron para siempre en mi cabeza. Y en Móstoles funciona, y la gente como loca con el Boni, aunque muchos sólo le tuvieran en su gloria por tiempos pasados… ellos se lo pierden por no vivir también el lustroso presente. De cualquier manera, lujazo abriendo para el maestro y de nuevo en primera línea, aunque seamos aún pocos los que nos hayamos dado cuenta. Nos emplazamos para la próxima vez, por supuesto, y a ser posible de la misma manera explosiva que esta noche.

Amenaza tormenta e incluso, prejuicioso de mí, aburrido concierto… Gracias Rosendo y compañía por callarme la boca esta nublada noche de Septiembre. Perdóneme, Padre, porque he pecado, he dudado de la Santísima Trinidad y ahora vuelvo al redil con el rabo entre las piernas. Y es que el patriarca se volvió a ganar mi admiración, mi respeto y me recuperó para la causa desde los primeros compases del concierto. Un trío, sólo tres, qué pequeño, ¿no?, pero a la vez qué grande, qué sencillo es hacernos reír y sonreír, mientras no perdemos oportunidad de meter dedos en el ojo con sorna y sabiduría como sólo los maestros hacen. Con vergüenza torera nos cagamos en la puta madre de todos los que lo merecen, y lo hacemos con una sonrisa y con esa pose bonachona del que no parece levantar sospechas en la rueda de reconocimiento. El abuelo del pelo largo, blanco y liso que lleva tocando la guitarra desde que Leo Fender era un infante, o casi. Y encima puntea, solea, riffea y lo que le echen, y nosotros debajo con la boca abierta y esperando que se nos afloje el pantalón para que el éxtasis sea completo.

Rosendo3Hasta entonces, seguimos disfrutando de perfil y preguntándonos aquello tan castizo de ¿de qué vas?, tío, ¿de qué vas?, tronco, ¿cómo es que sigues siendo referencia con sólo dos mendas a tu lado y unas canciones tan campechanas? Giro el picaporte y sólo me puedo mostrar agradecido tras pasar el umbral del ecuador del concierto. El Rafa al bajo, Mariano a la batería, y el Esquitino flagelándose por renegar del maestro muchas veces en los últimos tiempos. Arrepentirse es de sabios, ¿no?, y Carabanchel, Vallecas y Móstoles está lleno de ellos, al menos esa noche. Y acabó lloviendo, épica lluvia que nos mojó las caras, nos mesó los cabellos y nos besó las gargantas para acabar navegando, siempre a contracorriente, y disparando pan de higo contra los que nos quieran considerar enemigos, que casi siempre suelen ser los mismos vendedores de chorizo.

Pero no, esa noche todos fuimos amigos, acabamos felices y comimos perdices, o panceta y calamares, que en esencia es lo mismo. Será por despiste, pero son nuestras maneras de vivir.

¡Gracias y buena noshe!

Texto: David Esquitino (david_esquitino@redhardnheavy.com)

Fotos: Leticia RC y David Esquitino 

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