Volvían el frío invernal y la lluvia a Madrid, lo que invitaba a quedarse en casa al calor de una buena manta y un mejor libro. Pero teníamos otro regreso importante, el de Tyla’s Dogs D’amour. Así que recogimos nuestra pereza y nos fuimos a la céntrica sala Shoko a disfrutar de la carismática melancolía de un rockero de vieja escuela. Os lo contamos!

TYLA´s DOGS DAMOUR + THE JERRYCANS – Viernes 23 de febrero de 2024 (sala Shoko, Madrid)

THe Jerrycans

Abrieron la noche The Jerrycans (no confundir con The Jerry Cans) ante un público aún muy escaso. Los viernes parece que cuesta arrancar, o quizás los horarios laborales impiden llegar a horas tempranas. Pero los catalanes no se amilanaron y poco apoco fueron calentando el ambiente con un blues rock americano de corte muy clásico.

Sin florituras, con sencillez, iban contagiando a los presentes su evidente ilusión. Sus canciones funcionan bastante mejor en directo que en estudio. Las pequeñas imperfecciones o asperezas técnicas se evaporaban ante su energía en vivo. Ya, con “London Queen”, la noche estaba más que animada y fue la antesala para que Tylar se bajase (sí, bajar, ya que estaba en un balcón elevado de la sala) al escenario con su armónica (y una chuleta para la letra) a participar con sus teloneros durante “Brooklin Girl”.

Se habían marcado una buena actuación y teníamos la duda de si los cabeza de cartel estarían a la altura. Entonces, ¡oh, sorpresa! el cantante de The Jerrycans chasqueó los dedos y el cartel luminoso del fondo cambió para representar el logo de Tyla’s Dogs D’amour. ¡Zas! ¡El cambio de banda sobre escenario más rápido de la historia del rock! The Jerrycans serían los escuderos de Tyla y no había que esperar ni un minuto para que empezase su show.

Galería de fotos de THE JERRYCANS en Madrid en este enlace.

Tyla´s DogsDamour

Y empezaron los himnos… El carisma de Tyla, viejo, cansado y algo entonado, pero con muchas ganas de disfrutar de la noche, encandiló a un público ya bastante más numeroso y ávido de corear esas canciones de desamor y embaucadora añoranza. Esas historias te transportan a lugares con olor a bourbon, a madera antigua, polvo en las botas y muchas cicatrices. “The Last Bandit” arrancó vítores entusiastas. Entre el público, los amigos se abrazaban y bailaban al compás, entonando los estribillos sencillos pero con gancho.

Tyla descansaba cada vez que podía, sentándose sobre su amplificador. Porque sí, era noche de amplificadores y puro rock’n’roll, no de in-ears, claquetas, ni de emuladores. Como decíamos, vieja escuela… -esta es una canción nueva que escribí en 1993-, anunciaba Tyla para introducir “How come it never rains”. Estaba de muy buen humor y buscaba la complicidad con un público que se negaba a sucumbir al cansancio de la semana. “I don’t want you to go” pudo ser uno de los momentos álgidos, con final homenaje a THE BEATLES incluido.

Fue un concierto entrañable, emotivo, con grandes dosis de nostalgia y que sin duda disfrutamos enormemente. Y estamos convencidos que Tyla y su banda también.

Texto: Iván Díaz / Fotos: Mar Fuertes

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