Don Steven Tyler conquistando el Teatro Real
Sin ninguna duda que sólo por la experiencia de ver a un grande como Steven Tyler en un entorno tan exquisito como es el insigne Teatro Real mereció la pena la extraña noche que vivimos en una calurosa noche de Julio en Madrid. Recuperamos crónica pendiente…
STEVEN TYLER: Teatro Real – Madrid, 31 de Julio de 2018
Surrealista desde el primer momento la situación, aunque no debería serlo tanto, y más en un país en el que la cultura se vende tan cara (sí, hago el primer guiño al respecto) y en el que a su vez tenemos tan poca cultura musical (hablo a nivel genérico, del gran público… o del «españolito de a pie»).
Es decir, uno de nuestros artistas más grandes e importantes en un recinto tan maravilloso y resulta que los precios eran de caviar, langosta y anillo de diamantes embutido en visón de especie en extinción. Pues el resultado fue que ni estaba delante su público, ni el público no roquero de AEROSMITH (que sí llenaron Rivas y Barcelona el año pasado) se enteraron posiblemente de que ese tal Tyler era el cantante de su “grupo favorito”. Y a su vez el propio Steven Tyler pidiendo a la audiencia, que en su mayoría no era de concierto de rock (fuera en teatro, auditorio o en la Ópera, nunca mejor dicho), que se comportaran… y disfrutaran como tal. Una pena…
Aún así fue grandioso, tremendo, espectacular y todos los adjetivos grandilocuentes que se nos ocurran. Y es que el hábito no hace al monje, o sí, porque Steven Tyler fue él mismo en todo momento, y nos brindó una noche diferente pero de las que no se olvidan, de las que 40 años después contaremos a los bisnietos que una vez vimos al cantante de AEROSMITH de cerca en el Teatro Real, ¡y que fue la hostia!Pero no nos adelantemos y volvamos al principio…
¿Steven Tyler en el Teatro Real? Pues sí, dentro del ciclo de conciertos que Universal Music organiza en verano, y una oportunidad excelente de vivir y ver algo único (precios desorbitados aparte). Y por su lado, también para Steven es su particular manera de echarse su canita al aire, de respirar un poco fuera del entorno de su banda y salir de gira gamberra con sus amigos hippies (y mucho más jóvenes) de LOVING MARY BAND… Bandaza, por cierto, como luego comentaremos.
Por cierto, antes de abrir fuego y comérselo todo el abuelo Tyler, hay que decir que para empezar teníamos un aperitivo de esos que te dejan igual que si no hubieran estado ahí… Y no es una crítica hacia ellas, sencillamente es que fueron bastante irrelevantes (sobre todo para el público netamente roquero que ver a un dúo de chicas guapas a lo “Ella Baila Sola de Nashville” tocando en acústico y con el mayor aliciente de que una de ellas es la hija de Rod Stewart, nos supo a poco poquísimo).
Eso sí, fue corto e intrascendente, como digo… Y no lo hicieron mal, ojo, con sus acústicas y sus gorros vaqueros y sus bonitos sombreros (también limitadas voces)… Pero claro, de repente sale don Steven Tyler y comienza el huracán, y borra de un plumazo lo poquito que nos habían ofrecido THE SISTERHOOD (nombre que me gustó mucho, una cosa no quita la otra).
STEVEN TYLER:
Por si aún no lo he comentado, los precios eran carísimos, con lo que los pocos roqueros que habían podido pagar entradas estaban en el gallinero (digo quinto coño… perdón, quinto anfiteatro de turno), y la prensa (roquera y no roquera, especializada y generalista… curiosamente más de los primeros, detalle que no me extrañó, por cierto) en el cuarto. Y debajo, gente bien o fans absolutamente irredentos pero pudientes… Lástima de ambiente, pero bueno, la ópera es lo que tiene… Eso sí, como “recinto técnico” ni un pero, ¡al revés!: Escenario enorme, todo de madera, sonido exquisito, acústica impecable… Una pena no haber podido ver algo así en una Riviera, por ejemplo, o en un teatro menos… elitista y caro. Pero bueno, de cualquier manera el entorno era sublime y la ocasión perfecta para guardar el show en el cajón de las noches únicas.
Y comenzó… con una intro en la que se iban sucediendo imágenes del bueno de Steven en diferentes épocas de su carrera, para situarse la banda sobre el escenario: tres guitarras, bajo, teclado (y piano blanco de cola al fondo, que todos sabíamos para quién sería más tarde), batería… Por cierto, base rítmica formada por chicas, y pedazo de batería y gran bajista (excelente corista cantante además, arrancándose por Janis Joplin a mitad del show dejando alucinados a todos… don Steven incluido).
De repente me entraron algunas dudas en el sentido de… ¿tocaría temas de AEROSMITH?, ¿sería un concierto de rock o una especie de jam session o de blues o country?, ¿molaría tanto Steven en ese formato más pequeño e “intimista” como en un gran escenario?, ¿cómo sería ver un concierto de este tipo en un recinto tan elegante?… Pues bien, de repente sale el protagonista a ritmo de “Sweet emotion” y todo se derrumba de un plumazo y todas las respuestas se desvelan al instante: concierto de rock n´roll puro y duro, y con Steven comiéndose literalmente el escenario y a todos los presentes desde el primer segundo.
Vamos a ver, a veces es la eterna cuestión… y ahora puedo pecar de abuelo cebolleta, pero es que de verdad que ya no hay roqueros como los de antes. Es el carisma, el talento natural, ese “algo” especial que tienen dos o tres o cuatro artistas en todo el mundo y en toda la historia… y ya después vienen los que les imitan, porque los originales son ellos. No sé, lo tiene Mick Jagger, lo tenía Lemmy, lo tiene Angus Young, o lo tenía Michael Jackson… Es el “mojo”, el duende, la magia… Son ellos, y punto.
Da igual quien haya alrededor, qué toque, dónde esté… Son únicos, y en las distancias cortas te seduce al instante. Un tipo de 70 años vestido como un hippie de 20 y molando más que nadie en el teatro… ¡y en el puto mundo! Melena al viento, bigote quijotesco, pantalones de vaca, botas de punta, camisa de viejo roquero, pañuelos marca de la casa en el micro y regalándote el puto rock n´roll, sin más. O se tiene o no se tiene, o se es o no se es… es que no se puede comprar ni aprender. Es la clase innata, la elegancia, la clase, el morro… o todo junto.
Reverencia absoluta para el gran Steven Tyler… ¡Ah!, y cantando de puta madre, por si alguien dudaba, y sin parar de moverse ni bailar ni dejar de animar ni por un segundo. Lástima que los pulcros trabajadores y acomodadores del Teatro no permitieran que la gente bajara a la pista como pidió Steven desde el primer momento, y es que incluso tuvo que obligar a los caballeros y señoras de las primeras filas a levantarse de su asiento y acercarse al escenario… “¡No seguimos hasta que todo el mundo se levante de sus sillas y se acerque al escenario, que esto es un concierto de rock n´roll!”… ¡Amén, Steven!… pero no nos dejaron bajar, por Dio, que irreverencia y falta de respeto en la sagrada casa del Teatro… ¿Qué le vamos a hacer?
Incluso, genio y figura, se permitió echarles la broca muy merecida a los pijos de turno que no hacían más que grabar con el móvil el concierto entero, ¡habráse visto!, un melenudo hippy abroncando a los más pudientes…, pues fue tal cual, ¡amén de nuevo, don Steven! Y mientras los roqueros de a pie (que no a pie… de pista) y los humildes periolistos de turno deseando bajar… pero no nos dejaron. Da igual, mereció la pena verlo y disfrutarlo desde cualquier ángulo, tanto la arrolladora interpretación del jefe, la majestuosa demostración de poderío de la banda (que sí, que no son AEROSMITH obviamente, pero muy muy bien el divertimento de verano de Tyler… y lo en serio que se ha tomado esta gira de verano).
Como pega hay que decir que fue corto, no sé si llegó a la hora y media de concierto, pero con un repertorio mayoritario de AEROSMITH (de grandes éxitos además, las cosas como son) y algunas pinceladas exquisitas de su carrera en solitario e incluso alguna versión de relumbrón, como el guiño a Jani Joplin comentado o el arrancarse por LED ZEPPELIN al final, tras ofrecernos una de las mejores y más auténticas versiones de “Walk this way” que recuerdo. ¿Y entre medias?, pues desde momentos más a medio tiempo como “Cryin´”, la muy gamberra “Jaded” o una casi country “versión” del “Janie´s got a gun”; hasta odas guitarreras a toda caña como las míticas versiones primigenias que hacían AEROSMITH del “Train kept a rollin´” o del “Come together” de los BEATLES. Y por supuesto el momento álgido del “Dream on” con Don Steven al piano y la banda ofreciendo un acompañamiento brutal mientras Tyler se dejaba el alma.
En definitiva, una noche única, exquisita, especial y muy atractiva que lamentablemente sólo vimos “unos pocos” privilegiados y que dentro de muchos años se seguirá recordando en la capital como la vez que flipamos con Steven Tyler en el Teatro Real. Y sí, don Steven es un grande por derecho propio, un tipo muy grande, vaya, y uno de esos artistas con los que se rompió el molde.
Sigamos disfrutándole en las distancias cortas o largas siempre que podamos, porque es irrepetible. Puro sex´appeal, fuerza, actitud y autenticidad tenga 70 años o los que sean, pues con ellos se muere el rock n´roll (el de verdad), así que agradezcamos cada “última vez” que les podamos santificar. Y seguiré maldiciendo una y otra vez que un concierto así no lo hayamos podido disfrutar TODOS en un sitio más cercano y menos elitista.
Que sí, que en el Teatro Real hay una magia especial, pero Steven está más cerca de los villanos que de los nobles. Es un outsider más y uno de los nuestros, rico y caprichoso seguramente, pero viene de abajo, y se nota. En definitiva, y con las luces y sombras que he ido relatando en el artículo, un 10 al concierto y aún estoy con los pelos de punta recordando cuando el rock se apoderó del espíritu señorial del Teatro Real de la mano de don Steven Tyler. ¡Gracias!
Texto: David Esquitino
Fotos: Universal y Corsarios