ROSENDO, gracias y hasta siempre
Fuese el concierto de despedida esperado/deseado o no, y nos emocionáramos más o menos, lo cierto es que el último concierto de ROSENDO en Madrid tenía que ser especial. Le echaremos de menos, seguro… Os contamos y mostramos cómo fue:
ROSENDO – Jueves, 20 de diciembre de 2018 (Wizink Center, Madrid)
El 20 de diciembre del 2018 quedará para siempre como una fecha histórica, como la despedida de ROSENDO en Madrid, su Madrid. Quizás estas palabras terminen siendo vacías, porque Rosendo no lo ha dejado claro… Tímido, huyendo de los focos, como es su costumbre, el maestro de Carabanchel no ha dicho que sea una despedida real o absoluta. Solamente dijo que era la última gira, y eso nos deja un poquito de esperanza de verle alguna vez más en directo, o quizás hasta haga algún disco más.
Aunque realmente cada vez me da más la impresión de que se acabó, que éste ha sido el final, salvo colaboraciones y cosas así… y más pensando en las pocas frases que dijo durante el concierto. Rosendo ha dejado una pequeña puerta abierta por si se aburre y quiere hacer algo más, pero sospecho que su intención es retirarse definitivamente. Eso sí, la despedida no pudo ser más especial, por todo lo alto:
Llenazo hasta la bandera en el (antiguo) Palacio de los Deportes de Goya y gran montaje audiovisual, digno de una estrella del rock americana más que de la sencillez del de Carabanchel. Madrid no podía fallarle a su Rosendo en esta última vez, ni siquiera aunque Rosendo sí le haya “fallado” a Madrid, porque el último concierto debería haber sido en Madrid, su Madrid, no en Barcelona… pero bueno, hasta eso se le perdona (ndr.: de hecho, entendemos que ha sido una cuestión de agenda, de disponibilidad de recintos y demás). Incluso le perdonaremos que estuviera Rodrigo Mercado como telonero, que es su hijo y merece todos los respetos pero… quizás no era la noche para que abriera para su padre en Madrid. Reconozco que vi media actuación, y mejor comentar poco o nada.
RODRIGO MERCADO:
Aburridísimo, como siempre que le he visto, su presencia en esta noche histórica solo se explica por ser hijo de Rosendo, como decíamos. Sinceramente, no veo la necesidad de torturarnos con un concierto suyo entero: habría sido suficiente con que hubiera salido a cantar un tema con su padre durante el concierto. (NDR: Incluso muchos lo vimos totalmente fuera de lugar en un concierto de rock de este calibre y en una noche tan especial como ésta, pero lógicamente ahí manda el jefe). Con la de bandas de rock, discípulos del maestro, que merecían abrir la despedida en Madrid… o nadie, noche 100% para ROSENDO y punto. Pero bueno, los deseos del maestro y la oportunidad paternal tiene más peso que el deseo de la mayoría en este caso… y hay que respetarlo.
De todos modos, nosotros hicimos nuestro trabajo, que fue ver el concierto y ofreceros la galería de fotos completa del mismo (que tenéis debajo)… Pero efectivamente, por mucho gusto abierto y plural que tengamos en la web, no nos parece necesario hacer reseña o dar opinión extra del concierto de Rodrigo cuando nada tiene que ver con el rock ni con el gusto e interés de nuestros seguidores y lectores. Bien, gracias… pero vamos a ROSENDO tras ver la galería.
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ROSENDO:
Entre el aburrimiento de Rodrigo y mis intentos de bajar a la pista a empaparme del ambiente real y calor del concierto, fue pasando el tiempo, sin casi darme cuenta. Hasta el punto de que el inicio del concierto me pilló en la cola del baño. ¡Encima es “Aguanta el tipo”!, que siempre fue una de mis favoritas, y quizás es la última vez que la veré en directo… Ése fue un pensamiento recurrente durante toda la noche: joder, la última vez que escucho en directo… “Por meter entre mis cosas la nariz”, ¡qué penita! Y luego, “Cada día”, otro temazo que quizás tampoco vea de nuevo.
Así que ahí estaba yo en la grada, cantándolas a pleno pulmón y al borde de la lagrimita. Hay que joderse, Rosendo, ¿cómo nos haces esto?… Aún me cuesta creer que te vayas, tú que siempre estás ahí, año tras año: Sacando discos siempre, unos mejores y otros peores, pero sin querer vivir de las rentas y hacer giras a base de grandes éxitos, que anda que no tienes… pero ése nunca fue tu estilo. Trabajador incansable, inimitable, su guitarra es reconocible al primer acorde y su forma de componer, sus letras, son únicas.
Rosendo fue uno de los primeros rockeros que escuché (sólo Loquillo llego antes), en esas cintas grabadas que te prestaban los colegas. Desde entonces no recuerdo casi ningún verano que no le haya visto en directo: al principio obsesivamente, cada vez que tocaba cerca iba, y a medida que te haces mayor, ya menos… Pero casi todos los veranos caía algún concierto suyo: en un festival, las fiestas de no-se-donde… Allá que ibas, a cantar esos temas que te sabes de memoria, 1000 veces repetidos pero que al menos a mí me siguen llegando, me siguen emocionando. A esperar que pasen los temas del disco nuevo de turno y que sonase ya el “Flojos del pantalón” y a continuación la traca final. Y te ibas tan contento a casa, con 20 años, o con más de 40.
A algunos todo esto les parecerá una tontería, y dirán que lo mejor es que se retirase ya, que estaba acabado. No sé si tienen razón, pero realmente me la suda pues Rosendo es parte de mi vida como rockero, y yo le quería allí siempre. Yo quería tener 60 y tantos años y que me dijese un colega: -¿Vamos a las fiestas de Leganés? Toca Rosendo… Pero tíoooo, ¿cuántos años tiene ya? -¡Yo que sé! –Vengaaa, vamos…
Bueno, voy a dejarme de batallitas de abuelo cebolleta y vuelvo al concierto. Aunque, ¿qué queréis que os diga?… Todos os sabéis las canciones de sobra. Eso sí, me encantó el repertorio elegido, que es la base de esta gira, todo sea dicho. Se agradece que no hubiera disco nuevo que presentar, lo que hizo que esa parte central de los conciertos de Rosendo, a veces durilla, fuese tan divertida como el resto del concierto.
Y junto a buenas canciones de sus últimos discos, como ese “Muela la muela” que, pese caer tempranito ya puso al público a corear su ¡viva la revolución!, o la marcheta rockera de “Cúrame de espantos”, con su letra tan apropiada para tanto “cuñao” que anda por ahí, caen clasicazos intemporales como “Cosita” (había que despedirse de la prima Elena), como ese maravilloso blues de carabanchelero que se llama “Mala vida”, o ese “…Y dale!”, otro de los temazos imprescindibles de su discografía primigenia, con nuestras 15 mil gargantas coreando su estribillo. Sin olvidarse de Antoñito Flores con esa poderosa y rockera versión del “No dudaría”, ni de una canción que no por reciente deja de ser también un clásico de ROSENDO por derecho propio: “Vergüenza torera”. Mucho rockerito acojonado que sólo le canta al amor y a las noches de juerga debería leerse a fondo esta letra, con un abuelo de más de 60 años dando cera a todo lo que se menea.
A partir de ahí todos sabíamos lo que tocaba: una traca final inigualable, de un nivel que no está al alcance de casi nadie en el rock nacional. En este caso, el inicio lo marcó “El tren”, una de las imprescindibles, aunque facilona… Desde mi posición en la grada extensible al fondo del pabellón, la gente estaba mucho más a su bola que abajo, en el jaleo, donde me gusta estar. Pero en cuanto sonaron los primeros acordes de este himno, quien sabe si de Rosendo o de Molina, de LEÑO o de ÑU, se hizo magia en el pabellón: las conversaciones y las bromas cesaron, todo el mundo se calló y empezó a cantar y saltar.
El pabellón empezó a vibrar, literalmente, y parecía que un tren fuese a cruzarlo de verdad. Luego, llegó un “Flojos de pantalón” en el que público y músicos lo dimos todo, gritando y saltando y bailando… Y es que eso es lo que toca, que no hay tema de Rosendo que transmita tanta energía en directo, pero a la vez fue el “Flojos…” más triste de mi vida… ¿el último?… A partir de ahí ya no hubo tregua, ni tampoco más arranques de melancolía. “Pan de higo”, “Navegando”, y en los bises un trío de lujo: “Agradecido”, “Loco por incordiar” y “Maneras de vivir”, de LEÑO. Locura en el pabellón y el que venga detrás, que apechugue. A ver quién puede igualar eso…
No le hicieron falta ni siquiera invitados para despedirse, solo sus eternos acompañantes Rafa y Mariano, y más de 2 horas descargando una magnífica selección de canciones. Con eso basta y sobra, y es la despedida que más le pega a ROSENDO, como banda y como artista. Eso sí, aún saldría una vez más, para cerrar la noche y quien sabe si su último concierto en Madrid, con un tema que no podía ser más adecuado: “¡Qué desilusión!”. Para mi seguramente es la mejor letra que ha escrito en toda su carrera, desde los tiempos de LEÑO hasta ahora… Y se acabó.
De hecho, a estas alturas ya habrán terminado los conciertos de Barcelona, se acaba de retirar oficialmente y ya le echo de menos. Esperemos que no sea un hasta siempre, sino un hasta luego… Porque, como se dice en aquella vieja y maravillosa película: Rosendo, todos somos contingentes, pero tú eres necesario.
Texto: Raúl Moreno
Fotos: David Esquitino (david.esquitino@redhardnheavy.com)
P.D. – También es mejor comentar poco o nada sobre la organización del evento y seguridad del Wizink Center (en este caso está claro que ya no es el Palacio de los Deportes). Es absurdo que los que venimos a trabajar no podamos estar en el calor del meollo sino que tengamos que estar ataditos en una butaca de la grada. Tuve que separarme de mis amigos y ver el concierto sólo, y no atendieron a ninguna súplica para permitirme bajar a la pista. Bueno, nosotros a trabajar y a ofrecer nuestra visión objetiva y subjetiva del concierto, que para eso nos acreditan…
Aquí tenemos galería completa de fotos del concierto de ROSENDO:
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¿Vemos un vídeo de uno de los momentos álgidos de la noche para cerrar el artículo? Debajo del vídeo, por cierto, tenemos la galería de fotos completa del concierto…