Crónica de (José Carlos) MOLINA en el teatro EDP Gran Vía

Se anunciaba como un concierto especial y lo fue. También como un concierto íntimo, aunque eso no lo fue tanto, porque el teatro se llenó de una audiencia animada y con ganas de fiesta. Os contamos cómo fue la actuación de José Carlos Molina, en solitario acompañado, en Madrid.

MOLINA – Teatro EDP de Madrid, viernes 18 junio 2021

José Carlos Molina no necesita presentación. ÑU, la banda que fundó y que ha mantenido activa durante más de 4 décadas, es uno de los mayores referentes en la historia del rock de nuestro país, con miles de seguidores y un listado de músicos colaboradores impresionante, lo mejor de cada casa. Al frente siempre ha estado el genial compositor, músico polifacético y artista, que, como ocurre con muchos genios, no siempre ha sido reconocido como merece.

Molina

El pasado viernes 18, sin dejar de lado a ÑU, el genio ofreció un concierto “en solitario” (como MOLINA, vaya) en Madrid, en el céntrico teatro EDP en plena Gran Vía, con algunos matices importantes. Cierto que era ÑU con temas “en solitario”, y la línea es difusa, pero el mejor resúmen de lo que vimos era la sonrisa tanto del maestro y sus secuaces sobre el escenario, como las muestras de admiración continúa desde la platea y patio de butacas. La “excusa” para el evento era la presentación de su nuevo álbum en solitario… álbum que aún no se ha publicado, y del que solo conocíamos, hasta ese momento, el single “Calor Nublado”, desde ya un nuevo clásico que refresque el repertorio, esperamos.

Se anunció como un concierto íntimo, y no lo fue tanto, ya que el teatro casi se llenó con muchos amigos y fans incondicionales, incluidos otros músicos veteranos y algunos más noveles. El caso es que nos ofreció el disco casi entero (y sin el casi) y fue una delicia tanto escuchar los nuevos temas, como a su vez ver a un genio y referente para nuestra música en un entorno y recinto tan adecuado para la propuesta: Un teatro con un sonido excelente, un escenario amplio y un protagonista encantado de por fin sonar cómo merece, y poder presentar su propuesta entre bambalinas.

No fue tan “en solitario”, eso sí, porque le acompañaron los músicos que últimamente hacen lo propio en ÑU: Juan Miguel Rodríguez en los teclados y César Sánchez al bajo, animando mucho al público ambos con su simpatía y desparpajo; el guitarrista Luis Calzada, acompañando con sus punteos eléctricos a los acústicos de su jefe; y Óscar Pérez, marcando con contundencia los distintos ritmos en su batería. Además, disfrutamos en varios temas con la joven Kiara Rubio, con su vibrante forma de tocar el violín, y con Pepe Moreno, amigo de la infancia de Molina, que puso la nota elegante con su saxofón. También estaba anunciada la participación de Judith Mateo, que ha colaborado otras veces con el Molina pero que, por motivos que no sabemos, no subió al escenario.

Molina

Hablando del show en sí, desde el principio, vimos a un Molina que salió algo tenso, por llevar tiempo sin tocar y la responsabilidad de presentar nuevos temas, pero enseguida se sintió cómodo y relajado. Durante dos horas ofreció un buen surtido de bromas, chascarrillos e historias personales para presentar cada canción, incluso se paseó un par de veces por el pasillo central, cual flautista de Hamelín a la conquista de su prole. Cambió de sitio a menudo para tocar la guitarra acústica o las flautas en medio del escenario, el teclado en un lateral, y la armónica e incluso la pandereta, y demostró que aún está en muy buena forma, tanto física como vocal. Y lo mejor de todo es que se le notó contento, relajado, disfrutando y demostrando que cuando está con ganas y quiere, que no es cuestión baladí remarcarlo, no tiene rival.

El público respondió adecuadamente, interactuando todo el tiempo con los músicos y saltando de las butacas varias veces, para disgusto del personal del teatro, que se tuvo que esforzar más que nunca para mantener la calma obligatoria en estos tiempos de pandemia. Y es que se iban los pies, era inevitable ponerse de pie en ciertos momentos para ovacionar al ídolo, y a los himnos que iban sonando (sobre todo en la segunda parte del concierto): “Sé quién”, “Manicomio”, “Tocaba correr”, “No Hay Ningún Loco”, “El Tren”, “Algunos músicos fueron nosotros”, “Más Duro que Nunca”, “La Granja del Loco”… Pero también hubo tiempo para disfrutar de algunos temas nuevos, incluso por petición popular unánime. Tanto el single “Calor Nublado”, que sonó dos veces, como “Conduciendo” fueron muy bien recibidos.

E incluso hubo un momento único cuando el público prefirió que tocaran “una nueva” a un clásico manido, ante la cara de sorpresa del jefe, que tuvo casi que improvisar al respecto… y se marcó un temazo sentado al teclado de clara inspiración “Una copa por un viejo amigo” (con guiño y broma incluida al respecto) que nos dejó impresionados. ¿Lo ves, José? Confía más en tu público y trátanos con el respeto de esta noche a la hora de confeccionar el setlist y enfocar los conciertos con canciones y momentos diferentes, seguro que te lo sabemos agradecer.

Molina

A ver, nota importante para los músicos, para todos, pero sobre todos los veteranos: Cuando las novedades son de calidad, ¡queremos novedades! Y no, no siempre el público prefiere las típicas tonadillas de siempre. Y más cuando en algunas bandas clásicas hay 10 o 15 clásicos que no se mueven NUNCA del repertorio desde hace 30 años. Pues no, amigos, nos encantan los clásicos en general pero también escuchar temas nuevos y canciones diferentes, y para muestra un botón. Es más, los nuevos temas (algunos realmente excelentes) fueron muy muy bien recibidos, con un Molina alucinado positivamente antes esto. Ojalá les haga reflexionar, a él y a muchos, a la hora de confeccionar los setlist facilones y tópicos de muchos conciertos, especialmente en festivales y similares.

Bueno, sin extendernos de más, hacer mención de nuevo a la calidad excepcional de los nuevos temas, con dejes acústicos, nostálgicos y “de otro tiempo” pero que nos hicieron sonreír a todos y recordar porqué José Carlos Molina es un músico tan especial. Y él lo disfrutó muchísimo y estuvo muy relajado dando uno de los mejores conciertos de su historia. Así fue y así os lo contamos… Y espero que estas palabras le lleguen al propio José Carlos y le hagan reflexionar positivamente sobre el presente y el futuro. Éste es el camino, José, quede lo que quede, o lo alargues lo que lo alargues. Así sí, Molina… y ya viste la respuesta del respetable, muy sincera y entusiasta. Además, los comentarios a la salida iban todos en la misma onda, así que el éxito de la propuesta fue bastante unánime.

El flautista

Cuando ya parecía que se acababa, el fin de fiesta llegó con “El Flautista” y un teatro correctamente descontrolado, con el público bailoteando en sus sitios y una gran ovación final.  Y esto me lleva a una reflexión final… ¿desde cuándo los rockeros, músicos y público, no somos bienvenidos a los teatros?… o dicho de otro, ¿por qué hemos tardado tanto en serlo? Ojalá la puerta se haya abierto para siempre y no volvamos por decretoa los escenarios mediocres, sucios y oscuros de cualquier antro o discoteca de “chunda chunda” solo por el hecho de ser “indignos” rockeros. Ahí queda la reflexión y el envite para quien quiera recogerlo o escucharlo.

Bueno, fue una noche de lujo y que seguro que la recordaremos dentro de muchos años, como ocurre con los conciertos especiales, y éste lo fue. Y a su vez seguiremos muy atentos a las noticias, porque esperamos que en realidad éste no haya sido un evento único y que pronto haya más.

¡Gracias, Molina!

Texto: Mar Fuertes y David Esquitino

Fotos: Boliche Ángeles (galería de fotos completa del concierto en este enlace)

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