GEOFF TATE rememorando “Rage for order” y “Empire” en Madrid

Recuperamos la crónica del concierto de GEOFF TATE  en Madrid hace unas semanas. A veces se nos quedan textos en cola pero siempre aparecen para rememorar noches fantásticas en directo como la que nos brindó el ex cantante de QUEENSRYCHE, recordando “Rage for order” (86) y “Empire” (90), ¡casi nada!

GEOFF TATE + JOSH WATTS – Martes 9 de mayo de 2023 (sala Changó, Madrid)

Geoff Tate

Cada vez voy a menos conciertos, es la pura verdad, y no sé si me arrepentiré en el futuro o me quejaré de haberme perdido esta o aquella última (o nueva) gira o lo que sea, pero lo cierto es que mi cuerpo y mente me pide frenar al respecto. Falta de motivación, de ganas, saturación, descontento con el negocio o sencillamente un punto de hastío y de necesitar parar y cogerlo con más ganas en el futuro, no sé, ¿quién sabe? El caso es que ahora selecciono muy mucho a los conciertos que acudo yo mismo y no mis compañeros porque sé que va a merecer la pena o al menos creo que serán veladas interesantes y diferentes.

No me equivoqué un ápice al asegurarme ir a ver al gran Geoff Tate rememorando dos de los discos más míticos de QUEENSRYCHE como son “Rage for order”, más olvidado quizás, y el seminal “Empire”, curiosamente para mí algo sobrevalorado, sin decirlo de manera peyorativa pero nunca me ha parecido tan genial como la historia lo pinta. Aún así, el hecho de verlos y sobre todo escucharlos interpretados completos por su cantante original eran suficiente acicate para no perdérmelo. ¡Ah!, y una gira que por fin recalaba en nuestro país tras varios aplazamientos motivados por el COVID (recordemos que inicialmente la gira estaba prevista para finales de 2019 si no recuerdo mal).

Con lo que había ganas y flotaba en el ambiente ese aura de concierto especial que ya se da en pocas ocasiones, lamentablemente. Asistentes veteranos, como era de prever, y exquisito, dicho en el mejor sentido, y avezado en la materia, nada de público generalista o los de ir a ver a la banda de moda porque hay que ir a ver a nosequien por ser famoso y popular. No, no, no, audiencia old school en el mejor sentido de la palabra, ¡y qué gozada al respecto! Cada vez le queda menos a esto, y sentir algo de lo que sentíamos en los conciertos de siempre, al menos por momentos, es / fue muy reconfortante para un servidor.

JOSH WATTS

Josh Watts

Por cierto, hay que decir que finalmente se cayó el telonero previsto (que tampoco estaba muy claro) y sencillamente solo tuvimos al joven Josh Watts atándose los machos y encarando esa función casi en modo cantautor, en acústico y de manera breve. No lo hizo mal pero a la vez fue intrascendente, no molestó ni sobró pero tampoco le aportó mucho al concierto. Cantó varios temas de sus discos en solitario y de su banda (IVORY LAKE), alguna versión (más moderna en general del ambiente de la noche, que andábamos todos en modo gustos finales de los 80, primeros 90, jeje). Él mismo comentó que “perdón” por ser demasiado suave para Geoff Tate pero lo cierto es que, siendo auténtico y sin pretender mucho más que entretener, hacerlo bien y darse a conocer, hizo perfecto su papel de telonero, o de apertura para lo que todos habíamos ido a ver.

Bien, y nos apuntamos el nombre para el futuro cuando nos volvamos a encontrar quizás en otras tesituras o en otro momento / lugar. Pero poco más…

¡Ah! Y me gustó volver a la sala Changó, que han sido muchos bueno conciertos disfrutados ahí, y también trabajados, así que es una sala a la que le tengo cariño. Y aparte de las razones personales, lo cierto es que es una sala cómoda, diáfana, amplia, que cuenta con buen sonido, luces y demás, y donde se disfrutan los conciertos de las buenas bandas. Y como tal fue una gran noche al respecto… y me gustó volver cómo digo. Buen trabajo de Etin Producciones primero, y de Paco Luces y compañía con el sonido y demás logística de la sala.

Fotos de JOSH WATTS en Madrid en este enlace.

GEOFF TATE

Geoff Tate

Madre mía, qué voz, qué clase, qué aplomo y qué tipo más importante para la historia de nuestra música. Elegancia pura, clase, potencia y mucha personalidad en una voz única, unas canciones únicas y una banda, QUEENSRYCHE, muy especial. Que sí, desde “Empire” en adelante perdieron el norte (pero mucho mucho), y se convirtieron casi en un chiste. Y tantos años después, cada uno por su lado han vuelto a recuperar el mojo pero sin duda lejísimos de la magia de aquel “Operation livecrime” (sí, el directo) y demás. Menudos vídeos, menudas canciones, menudos músicos, menudos tipos… La otra parte contratante con otro vocalista, Todd LaTorre, que no lo hace nada pero que nada mal (oye, todavía llega a cantar “Queen of the ryche”, único borrón de la noche del que luego hablamos jeje). Y que han sacado discos no malos en los últimos años… y todavía defienden de manera digna el nombre de QUEENSRYCHE (aunque sin Geoff al frente, y cada vez menos músicos originales en la formación, aquello sea “otra cosa”).

Por otro lado, el bueno de Geoff se ha abonado, quizás con inteligencia, a la nostalgia y a rememorar aquellos discos increíbles, recordando en giras pasadas “Operation mindcrime”, y ahora interpretando completos (sí, ¡completos!), “Rage for order” y “Empire”. Y me quito el sombrero, de verdad, primero por estar él tan bien y segundo, y para mí más importante, por hacerlo tal cual… enteros. Lo expreso muy rápido, pero yo me siento muy identificado con la idea, y no es casual que en Corsarios (nuestro programa de radio) llevemos meses haciendo monográficos de discos completos y reivindicando cuando la música era otra cosa, fuera de singles, canciones sueltas, logaritmos y plataformas digitales que te dicen qué escuchar… No, un disco es un todo, es completo, 9 o 10 canciones (o 12, las que sean), con una línea argumental (conceptual o no, que los de QUEENSRYCHE por ejemplo sí la tienen). Y funcionan como un bloque, por mucho que haya canciones más destacadas, claro, gustos de cada uno aparte. Y las bandas los primeros se han olvidado de esto.

Quizás por esto uno ande desencantado de los tiempos actuales, echando de menos cuando la música, los discos, nuestras bandas… eran otra cosa. Y ojo, que podría criticar a Geoff Tate el ejercicio de nostalgia fácil, pero al menos que lo haces, hazlo bien, y original, y valiente, tocando dos discos completos, ¡con dos cojones!

Fernando Galicia

Dicho esto, más matices… Geoff tiene 67 años, que se dice pronto, y quizás sus agudos imposibles ya no están ahí pero mantiene prestancia, aplomo y una voz muy buena y sobre todo en forma. Impresionante escuchar el tono marca de la casa, escucharle aguantar cada tonalidad, cambiar la melodía cuando la situación lo requiere, ahora fuerza, ahora suavidad, ahora subir, ahora tonos medios o bajos… ¡qué clase y qué gozada! Y oye, ¿qué estamos calvos? ¡con orgullo!; y vestido elegante (un poco príncipe gitano, vale), pero con personalidad y elegancia, otro plus (y encima tocando el saxo en un par de momento puntuales).

No eres uno de los nombres importantes de nuestra historia por ser uno más. Y aun así cercano, una gozada verle en las distancias cortas y encima sin dejar de sonreír, agradecer, contarnos anécdotas, historias de las canciones, de los propios discos… Es la diferencia entre los personajes top de nuestra escena y los tipos que han pasado por aquí y ya. No, este es Geoff Tate, reverencia.

¿De la banda? Bueno, músicos jóvenes entre los que me llamaba la atención la heterogeneidad estilística entre ellos, y que por edad seguramente no hubieran crecido con estos discos aunque… ¿quién sabe? Profesionales al máximo y con los deberes hechos, que no siempre ocurre. Esto no quita que hubiera partes grabadas (sobre todo teclados y arreglos), y ayudas vocales (las justas, y curiosamente más en el final, lo que me decepcionó, que en la interpretación completa de los dos discos). Curioso que el guitarrista más pintón, James Brown (sí, se llama así), fuera el que me parecía que era menos fan del grupo (cumpliendo, bien pero… obviamente no es Michael Wilton ni mucho menos Chris DeGarmo), y que “el nuevo” (si no se estrenaba “hoy”, casi, el italiano Darío Parente, me pareció mucho más metido en el mundo QUEENSRYCHE).

De todos modos, un entusiasta, pero algo justito, Jack Ross al bajo, y sobre todo el batería Daniel Laverde (que se encargaba también de programaciones y demás), me parecieron los músicos más interesantes, aunque eso no quita que me demostraran al final lo que me temía desde el primer segundo de concierto: mucho Conservatorio, mucho ensayar con las partituras online y mucho dominar tu instrumento… pero poca calle, poco garito, pocos conciertos como fan a tus espaldas, que el desastre tocando “Queen of the Reich” para terminar no evidencia más que la triste realidad actual: mucha aptitud y poquísima actitud (o poquísimo background más bien). Sin desprestigiar el buen trabajo que hicieron, lo bien compenetrados que estaban y lo bien que lo hicieron en general pero… no. En fin, cosas mías, no me hagáis mucho caso que llevo tiempo en modo gruñón y en plan abuelo cebolleta pero hay detalles que solo los viejos lobos de mar escudriñamos, y esto fue un ejemplo clarísimo.

Geoff Tate (banda)

Sería injusto quitarle mérito a la banda, pero aquí el protagonista era Geoff Tate, y así fue, por mucho espacio que él les diera. Y todos los presentes (reitero, todos veteranos) estábamos a disfrutar de su voz, de sus poses, del rollazo que aún mantiene, y de la magia de esas canciones inmortales de dos discos maravillosos, cada uno a su manera. Y fue lo que hicimos, con el show obviamente dividido en dos partes: la primera dedicada a “Rage for order”, de principio a fin, pequeño interludio para descansar de 10 o 15 minutos, “Empire” a tope, y el final algo deslucido en el que se supone que tocarían “I don´t believe in love” y “Queen of the Reich” pero que finalmente nos dieron a elegir, y claro, no había color… pero la hicieron horrible, sonando fatal, con los músicos totalmente perdidos y con Geoff abusando de pregrabados, “estropeando” un poco el grandísimo concierto hasta entonces.

Un pequeño borrón que, aun así, no manchó de más una noche alucinante que todos disfrutamos muchísimo, creo que Geoff el primero, sabiéndose querido, apreciado y muy respetado, que a no a todos los músicos se les rinde pleitesía igual ni mucho menos.

Lo cierto es que el comienzo con “Walk in the shadows” y “I dream in infrared” fue glorioso, que no en vano son dos de los temas más conocidos y a la vez no muy sobados, o el deje más movido de “Surgical strike”. El punto sinfónico y la interpretación totalmente teatralizada de “Gonna get close to you”, “The killing ords” o el medio tiempo fantástico de “London” ponía los pelos de punta, destacando la interpretación siempre metido en el papel de Tate, muy muy comunicativo, explicando detalles de cada canción, del avance del mundo de la tecnología y la despersonalización que ya denunciaba hace más de 30 años y demás, rematando con mucha clase con la preciosa “I will remember” un disco maravilloso y bastante infravalorado, al menos por debajo de sus dos obras siguientes, que se lo comieron tal vez injustamente.

Tras el descanso, y con Geoff quitándose algo de ropa, que hacía calor, y ya también sin gafas de sol, era el momento de encarar “Empire”, más melódico, menos progresivo, menos heavy también e incluso más hardrockero pero igual de hipnótico y especial. Nunca fue mi favorito de todos modos, pero escucharlo completo y en orden sigue siendo un lujazo. Me gustaron las explicaciones divertidas sobre “Silent lucidity” (el tema más famoso a día de hoy, y el que más escuchas y visitas tiene, curiosamente, y que lo escuchó hace poco en un taxi y que se reía porque quién le llevaba no tenía ni idea obviamente de que llevaba al cantante de esa canción detrás), o los guiños a Ucrania y a otros hechos o eventos actuales que parecía hasta profético cantar sobre ello tantos años atrás. Musicalmente está claro que las canciones más conocidas se llevarían la palma, desde el comienzo poderoso con “Best I can” (menudo vozarrón el amigo Tate aquí!) o la más pegadiza “Jet city woman”, aparte de obviamente “Empire”, la más coreada de la noche, o la citada balada “Silent lucidity” (que a mí siempre me dejó muy frío, las cosas como son).

Geoff Tate

Pero el solomillo real estaba en los temas olvidados y los que no se tocan en directo desde hace eones, como la maravillosa “Another rainy night” (¡qué gozada estar ante público avezado que conoce estos temas especiales!) o la progresiva “One and only” para rematar con esa joya tranquila que es “Anybody listening”, perfecta además para cerrar el show base de la gira. Llamarme raro, pero si hay que tirar de nostalgia, que sea así por favor: discos completos, discos diferentes, discos olvidados incluso… y la sala llena. A lo mejor es que funciona.

Gran noche, mucha magia y mucha clase. Me olvido del emborronado y enfangado final con las mejores intenciones de recuperar el tema más heavy e icónico de su discografía y que no funcionó para nada, pero la gracia había sido lo anterior, y lo que resultó tan bien… Fue bonito, entrañable y uno se reconcilió por un ratito con lo que tanto bien nos ha hecho siempre: los conciertos y los grupos / músicos clásicos… Incluso ya pensando en frío semanas después del concierto, realmente quiero ver esto con su banda original, y si es algo más a lo grande mejor, con pantallas y una producción chula. Pero oye, esto no siempre es posible, factible… o recomendable.

Gracias Geoff por hacerlo posible y por seguir respetando tu legado y cuando la música y los discos eran especiales. Así que no nos olvidemos que esto va / iba de discos, ni de singles ni de hits ni de mamoneo con cuernecitos de colores en la cabeza. Seré yo el que he entrado torcido en la nueva normalidad, ¿qué le vamos a hacer?

Texto: David Esquitino (david.esquitino@redhardnheavy.com) / Fotos: Boliche Angeles

Galería de fotos de GEOFF TATE en Madrid en este enlace

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