Gran concierto / experiencia musical de DAS ICH en Madrid
Ya sabéis que de vez en cuando nos gusta ir a ver y cubrir conciertos diferentes y particulares… como es el caso que nos ocupa: los germanos DAS ICH, una de las leyendas del rock gótico / industrial que venían a Madrid y no nos lo queríamos perder. Aquí está cla crónica y fotos de la velada.
DAS ICH – Sala Copérnico (Madrid) – Sábado, 17-02-2024
El dúo de música electro industrial (gótico, si queremos) DAS ICH tenía anunciada su actuación en la sala Copérnico para el sábado 17 de febrero a las 21:30. La apertura de puertas era a las 20:00 y ahí estábamos puntuales para no perdernos nada del evento. Sin embargo, tras hablar con diferentes personas que estaban por la sala, nos enteramos que finalmente los teloneros no iban a tocar.
Este cambio de horarios y espera en primera fila tuvo su recompensa ya que hizo posible ver a Stefan Ackermann pidiendo en la barra. Su peinado peculiar le hace irremediablemente reconocible: no hay muchos como él, o ninguno como él. A simple vista parecía un yogui entregado a sus meditaciones; sencillo y ensimismado se preparaba para la actuación… DAS ICH es la palabra alemana para definir “ego” y este concepto dentro del psicoanálisis freudiano se traduce como la parte del individuo que es consciente de sí mismo y de su relación con el medio.
Nos sabíamos si en la hora y media que teníamos por delante de concierto nuestras psiques serían vapuleadas, y, finalmente, curadas por los mensajes de los germanos. Tampoco podíamos esperar la cura absoluta a los males propios y los de nuestra actual sociedad, al fin y al cabo, los teutones se encuentran dentro del movimiento surgido a principios de los 90’ denominado Neue Deutsche Todeskunst, es decir, “nuevo arte alemán de la muerte”. Estaba claro que ciertos demonios aflorarían durante el evento.
A las 21:15 ya Stefan Ackermann y Bruno Kramm salieron a escena. No había adornos sobre el escenario, ni siquiera imágenes que apoyaran sus mensajes, y en breve nos daríamos cuenta de que no hacen falta cuando el show es la propia banda, tan solo el nombre del dúo en una proyección inamovible en la parte posterior. Sin embargo, no era necesario, los movimientos y gestos de Stefan y el teclado con ruedas de Bruno que lo llevaban de un lado a otro del escenario, daban un dinamismo que no dejaba de sorprender con su actuación.
Stefan, con sus manos, hacía el símbolo del corazón para agradecer la respuesta favorable del público. Los que estaban en las primera filas incluso llegaron a cantar algunos de los temas con el micrófono. Ver a DAS ICH en directo es una experiencia que no tiene parangón. Hay algo tribal y atávico en sus coreografías: Stefan es como un predicador imposible e infatigable que lanza sus palabras a un público entregado, aún a sabiendas de que puede que no haya salvación. Durante toda la actuación no paró de moverse, bailar y de realizar una performance personal, incrustada con pasión en cada uno de los temas. Sin pausa, sin descanso. Exhaustos los dos protagonistas de la noche, agradeciendo con su dominio del escenario la presencia de una sala que, ¿quién lo iba a decir antes de la actuación?, estuvo prácticamente llena de seguidores.
Respecto al show, la velada fue un repaso incansable a sus temas más conocidos y memorables, como “Kannibale”, “Kain und Abel” o “Krieg im Paradies”. Muchas de las letras siguen siendo de rabiosa actualidad, como lo es DAS ICH: actual, pero ajenos a cualquier moda o corriente.
El concierto llegaba a su fin y, por supuesto, no podían faltar ciertos clásicos que el público ansiaba escuchar. Ya lo dijo Nietzsche, “Gott is tot”, y, Stefan en su peculiar letanía lo gritó mientras la sala repetía sus palabras. Y es que así fue la relación de los músicos con la asistencia: una eucaristía oscura de música potente, y deleite mutuo. Por ello, casi antes de terminar, tampoco podían olvidar otra de sus icónicas canciones como es “Destillant”.
El concierto llegó a su fin casi sin darnos cuenta y esperando que el pequeño bis sólo fuera un pequeño engaño para traerlos de vuelta y seguir disfrutando de semejante conciertazo… Pero no fue así. Despedida, luces encendidas y una sensación de haber vivido una gran descarga sonora, agridulce, porque nos gustó, pero se hizo corta, muy corta, sin serlo. Buena señal cuando te quedas mirando a las tablas pidiendo más a una banda.
DAS ICH demostró que siguen manteniendo la misma energía y magnetismo de siempre.
Texto: Patricia Benet / Fotos: Javier Paredes