Crónica de THE BLACK CROWES y DEWOLFF en Madrid

Vamos a viajar en el tiempo, comenzando con la lectura de esta crónica con respecto al día del concierto, que incluso en esto permitirme hacer un guiño a mi favor con el salto temporal que nos ocupa que justifique el retraso. Bromas aparte, sin duda que esta noche viajamos doble y hasta triplemente en el tiempo, primero a los 90 (primeros / mediados 90 de hecho) y después a los 70, porque exactamente ahí se sitúa la base y el epicentro de lo que vimos esta noche.

THE BLACK CROWES + DEWOLFF – Madrid, martes 18 de octubre de 2022 (Wizink Center)

Primero en los 90, ok, es lo justo, cuando allá por 1990 / 91 “Painkiller” de JUDAS PRIEST (y poco después “Fear of the dark” de IRON MAIDEN) daba carpetazo al heavy clásico y a los 80 en general (a la par que los grupos de hard rock clásico agonizaban ante el cambio de década, el cambio de la industria y la llegada inminente de las nuevas tendencias del rock y el metal, de la mano del incipiente grunge y el aún en pañales nü metal y similares); de repente llegaban estos chiquitos hippies de Atlanta (concretamente de una zona / pueblito llamado Marietta, en el condado norteamericano y “rural” de Georgia) a darle la vuelta a todo esto y a rebelarse contra los designios modernos de la industria entonces.

¿Qué había que matar lo viejo y aparecer con nuevas tendencias, nuevas pintas y demás? Pues nosotros llegamos con nuestras raíces bluesies y hardrockeras setenteras, reivindicando a LED ZEPPELIN y reventamos el mercado fumando porros, tocando rock clásico y pasando de las modernidades. Y encima lo hacían de la mano de un disco tan rompedor como exquisito como a la vez audaz y desafiante llamado “Shake your money maker”. Poca broma…

Vale, volvemos a la actualidad, y resulta que tras dar mil vueltas en la máquina del tiempo y aparecer, desaparecer y reaparecer varias veces los BLACK CROWES, pelearse un millón de veces los hermanos Robinson (ríanse ustedes de los Gallagher en OASIS), y planear la “gira del lucro indecente hippie” (entiéndase el guiño irónico a la vuelta en su momento de los SEX PISTOLS)… sin contar con el resto de la banda, que no entro a valorar si está bien, mal o regular pero así son las cosas. Resulta que llega un bichito que le da la vuelta (para mal) al mundo y aquello se tiene que postergar un par de años desde la primera idea de gira mundial.

Seguimos girando en la máquina del tiempo y el caso es que, como si de una loca película lisérgica se tratase, finalmente aquí estamos en el Wizink Center para, sin la locura mediática de otros conciertos ni el llenazo a veces incomprensible (otras totalmente comprensible) de ciertas bandas con mucho menos nombre e historia, disfrutar por fin de este 30 (+2) aniversario del primer disco de “los cuervos negros”.

DEWOLFF:

Dewolff

Pero sigamos viajando en el tiempo para empezar ya que los teloneros anunciados eran unos “viejos” conocidos del que firma (y eso que son muy jovencitos aún), unos holandeses DEWOLFF (hermanos para más señas, al menos dos de tres), a los que hemos tenido el placer de haber visto aquí varias veces en petit comite e incluso entrevistarles en un ambiente cercanísimo. Así que pese a que son holandeses, algo “nuestro” tienen, además de contar con nuestro aprecio y cariño, y mola verles en la tesitura de tenerles delante nada más y nada menos que abriendo para los gigantes BLACK CROWES en una gira europea tan importante.

Y allí se plantan bien prontito aún ante poca gente (como solemos decir, ellos se lo pierden, y más en conciertos grandes) pero demostrando que van a ser muy grandes. Con sus pintas, sonido e instrumentos vintage, chapurreando (y bromeando) muy decentemente en español (intuyo que han pasado o pasan más tiempo aquí del que aparentan) y echándole el morro de los que van a ser grandes precisamente por eso, por calidad, por actitud y por desparpajo. Bajo el enorme ojo de Horus del telón central, activaron la máquina del tiempo y a darnos casi tres cuartos de hora de rock n´roll de primera, llevándose de calle a los presentes, y obligando a tirarse de los pelos a los que entraron ya al final de su actuación con lo que se habían perdido.

Curiosidad, por cierto, que no había bajista pero sí sonaba… pero no estaba grabado sino que lo tocaba Robin, el teclista, (disparado) con la mano izquierda desde su Hammond de toda la vida (de los buenos, de los que pesan un quintal y suenan como los órganos celestiales y marcaron el sonido primigenio del hard rock), mientras los dos rubios hermanos Van De Poel nos daban clases aceleradas de rock n´roll tanto de ritmo básico (pero perfecto) de batería como de guitarrazos y voces rockeras con clase. Ahora que me leo, ¿os suenan otros dos hermanos famosos holandeses… Hmmm, da igual, ¡menudo trío de cracks los DEWOLFF!

Como nos cantaban ellos mismos a mitad del show, no nos dio tiempo a acabar cansados de amarles sino más bien con ganas de más, de mucho más, que en breve les volvemos a tener por aquí (en febrero concretamente), pero ya en las distancias cortas y con más calor, como nos gusta. “Nightrain”, “Bonafide” o la brutal “Treasure moonchild” volverán a sonar pero ya en un formato de concierto completo. Por lo pronto aquí lo bordaron, y me alegro por “mis amigos neerlandeses”.

Dewolff

Seguro que los propios Robinson bros han tomado buena nota de los Van de Poel bros, unos de sus más dignos herederos (siendo más hardrockeros vintage que blueseros en este caso)… ahí lo dejo.

Galería de fotos de DEWOLF en Madrid en el enlace.

THE BLACK CROWES:

Venga, seguimos viajando temporal y cronológicamente y vemos que el escenario ya preparado para los protagonistas está ambientado en el Louisiana (por ejemplo) de los 60 o 70 (o 50), a modo de bar local, sureño para más señas, con su barra, su camarero, su jukebox, incluso su caseta / baño / letrina exterior (al menos yo lo interpreté así). De hecho, la performance comienza con una serie de clientes tomándola en el bar cuando de repente alguien va a poner música a la jukebox y ya empieza la intro del concierto y los primeros acordes del show. Como podemos imaginar, y ahora en un momento hablo de la banda, sonido, público y demás, lo importante es comentar que el show tuvo dos partes bastante diferenciadas: con una primera totalmente dedicada a tocar el “Shake your money maker” completo, como estaba prometido y anunciado (y esperado), y una segunda ya de resúmen del resto de su carrera, y que duró más de lo que pensaba por cierto… punto positivo porque me olía un concierto de hora y cuarto de cumplir y cobrar, pero se marcaron casi dos horas y bien entregados.

Y allí estábamos unos miles de jóvenes de 40 y 50, vale, y alguno de 30, pero de menos nada (que los chavales ahora están a otras cosas, es lo que hay, sean grupos clásicos, mainstream, de rock o de metal, da igual, ellos a sus cosas y nosotros a las nuestras, que no está ni mal ni bien pero… da pena, o rabia, o nos la pela incluso a veces, ¡ellos se lo pierden!… no, qué pena). El Palacio (que sí, seguimos viajando en el tiempo incuso semánticamente, aunque las primeras veces de los BLACK CROWES aquí fueran aún en el Pabellón del Real Madrid, al menos la primera que yo recuerdo y les ví) no estaba lleno, que de hecho las gradas superiores estaban tapadas, pero sí la pista completa y una proporción grande del graderío. Yo calculo, a ojo de mal cubero que soy, que 6 o 7000 almas rockeras y noventeras (rockeros casi todos de los de siempre, aunque algún “pijo” también había), con camisetas muy chulas entre el respetable, detalles que siempre molan en estas cosas, andábamos por allí. Y ellos encantados de la buena recepción…

Black Crowes

Por cierto, formación con tres guitarras, dos coristas y bajo, batería y cantante frontman molón y protagonista, primero con paraguas con motivos de ese primer disco y sombrero de ala ancha, y después muy suyo pero siempre molando, en movimientos, en imagen, en voz rasposa y propia (sin estridencias pero muy correcto) y sobre todo en actitud. Hermanos peleados, sí, y no reconciliados parece ser, pero profesionales y cumpliendo, que no es poco… incluso chocaron manos una vez al final, ¡inaudito!

Por cierto, el debate de que si los hermanos Robinson sin el resto de músicos originales son o no THE BLACK CROWES con y por derecho, lo dejo para otros, o para otro momento, y me da que la mayoría de los presentes estábamos a otros menesteres y preocupaciones más o menos puristas en ese momento de casi dos horas como digo. ¡Ah!, apunto detalle que a los melómanos, megalómanos o sencillamente amantes de la música nos gustan: el amigo Rich Robinson sacó una guitarra diferente ¡en cada tema!… supongo que por aquello de porque puedo, porque quiero y porque yo lo valgo. Vamos, que vimos en un solo concierto todo el catálogo de guitarras Gibson, y alguna más… Que no está ni mal ni bien, pero semejante ostentación instrumental me pareció hasta insultante. Detalle anecdótico sin más, pero que quede por escrito, señor juez.

A lo importante, que parece que el sonido no fue del todo correcto en todo el Palacio, y hubo quejas sobre todo de las partes traseras y altas del recinto. Personalmente (yo andaba en pista, en lado centro/izdo –como el PSOE, juas-, y adelante), era muy correcto, y lo fue durante todo el show, protestando si acaso por un punto de volumen más bajo del que El Juicio del Rock (sí, ver La Hora Chanante para entender el guiño) debería permitir para estos conciertos, pero bien (y dejamos a juicio de sus satánicos magistrados la conveniencia de tocar alguno de esos temazos con guitarra rosa casi de Hello Kitty, que yo no me atrevo a aseverar ni a situar el pulgar arriba o abajo al respecto, jeje). Bueno, bandaza, las cosas como son, buena imagen atemporal y actitud, y rollo y temazos, ¿qué más podemos pedir?

Cierto, confieso, que nunca he sido SUPER fan de los de Atlanta (oye, uno le daba entonces más al heavy o incluso al rock urbano, pero siempre les tuve aprecio, cariño y respeto), pero los temas tanto del primer disco como sobre todo de sus dos o tres siguientes (especialmente “Amorica”) los tenía bien mamados, y me encantó volverlos a escuchar en directo. Comenzando como decía con el “Shake your money maker” completo y en orden, empezando de hecho por “Twice as hard”, muy bien, pero sobre todo prendiendo la llama ya con “Jealous again”, quizás su gran clásico, o a mitad de la primera parte del show con “Hard to handle”, otra de las imprescindibles. Fantástico volver a ver a un muy majete Chris Robinson bailando “a su manera” con “Could I´ve been so blind” o aportando feeling relajado en “Seeing things” y sobre todo en una de mis favoritas desde siempre como es “She talks to the angels”, que oye, todavía me pone los pelitos de punta y hasta molaba cerrar los ojos y recordar cosas… (recuerdos Peter, bonitos recuerdos de entonces, jeje). Por cierto, menuda acústica bonita para esta canción, una Guild vintage con “agujero” en forma de corazón.

Black Crowes

Remataron cerrando esta primera parte de manera 100% rocanrolera con “Stare it cold”, ahora blandiendo Telecaster el segundo jefe (¿o el primero?), y la gente superanimada. Y casi sin prisa ni pausa tocaba abordar la segunda parte del show, que yo esperaba más breve pero al final fueron casi otros 10 temas más… y abarcando ya una parte más completa de su intermitente carrera, aunque centrada en su época clásica con otros imprescindibles como “Sting me”, una más tranquila “Wiser time” o la imprescindible “Remedy” para cerrar el show (¿estáis bien?, pues aquí tenéis un remedio para que estéis aún mejor).

Y para rematar del todo, ya a modo de bis y fin de fiesta, nos acordamos todos de los ROLLING STONES con una divertida y movida “Rock off”, ya con Chris más relajado y desatado, demostrando que sigue delgadito y figurín, y que sigue teniendo la percha más perfecta para llevar mejor que nadie las molonas camisetas de BLACK CROWES de entonces. Uno de los mejores discípulos tanto de Mick Jagger como de Robert Plant y Steven Tyler, y que “30 años después” sigue manteniendo ese algo de los que “o lo tienen o no lo tienen”.

Pues lo dicho, o estuviste o no estuviste. Nosotros estuvimos (en Madrid) y podemos decir que, sin tener la fuerza ni la magia lisérgica y psicodélica de aquellos primeros shows a principios / mediados de los 90, estos “nuevos” BLACK CROWES siguen (man)teniendo el feeling y el mojo, que no es poco. Y yo sigo celoso de nuevo, pensando en Chris Robinson me refiero, tanto por haber sido el marido tantos años de la chica guapa de “Casi famosos” como de seguir manteniendo el tipín y el rollo para que las camisetas de entonces te sigan quedando igual de molonas que antaño.

Texto: David Esquitino / Fotos: Boliche Angeles

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