Mira que han venido veces a diversas ciudades españolas en distintas épocas (y ya han anunciado que van a seguir viniendo, por cierto). Pues yo aún no había conseguido verles. Así que fui hasta Oviedo con muchísimo interés (todavía no he leído una mala crítica de sus actuaciones en directo), con muchísima expectación… Y no, el grupo THE BABOON SHOW no me defraudó en absoluto, todo lo contrario. El pasado sábado 31 de mayo fui, con un buen número de rockeros igual de interesados que yo, a la sala Estilo, en el centro de la capital asturiana, donde los suecos traían su mini gira de conciertos íntimos en recintos pequeños. Esto fue lo que vi.

Se anunciaba la noche como una sesión de punk rock rápido y agresivo, y así fue como arrancaron las chicas de THE BRASSIERES, una banda asturiana con una misión reivindicativa muy clara: darle voz (y grito) al mensaje feminista más sincero, descarnado y sin tapujos. Cinco mujeres (dos cantantes solistas sin instrumentos, repartiéndose las letras de las canciones y haciendo dúos potentes) de distintos estilos, representando la variedad femenina de nuestro país y peleando por los derechos que todas deberíamos tener sin necesidad de reclamar. Basta con ver los títulos de sus canciones para hacerse una idea.  Con mucha actitud y agresividad, y con sonidos muy punkies, en unos 25 minutos rapidísimos no se dejaron ninguna de nuestras preocupaciones en el tintero. Conectaron bien con el público, haciéndonos entonar algún estribillo pegadizo, y dejaron su mensaje bien claro.

Fotos de THE BRASSIERES en Oviedo en este enlace

Pero, sin duda, íbamos a ver a THE BABOON SHOW, que casi llenaron la sala de adeptos antiguos y nuevos. Vi a una banda muy unida, muy cohesionada y cómplice, con mucho poder de atracción y de captar las miradas en sus cuatro miembros… Pero es inevitable. Lejos de divismos mal entendidos o egos desmesurados, Cecilia Boström es el núcleo de ese volcán ardiente, el foco del estallido del ritmo velocísimo, agresivo y divertido, jocoso y sudoroso. Por supuesto que no podría hacerlo sin la aportación de sus compañeros, y se nota que lo sabe, pero es un auténtico «animal de escenario», salvaje e indomable, imparable, buscando el contacto piel con piel con los fans, porque también sabe y reconoce que, sin ellos, tampoco.

Así, con mucha confianza, no dudó en saltar al público varias veces, dejarse llevar en volandas (de hecho, no dudó en practicar el arriesgado «deporte» de crowdsurfing varias veces) hasta la barra del fondo, y dejarse llevar de nuevo para volver al escenario, que se quedaba muy vacío sin sus constantes saltos, movimientos sensuales, vibrantes, descarados, poses infinitas, y sin su potente voz áspera y expresiva.

Pero Cecilia no estaba sola, ni mucho menos. La rubísima Frida Ståhl le daba bien al bajo mientras aportaba buenos coros y repartía muchas sonrisas. A la guitarra, el simpático Simon Dahlberg, que también daba buenos coros junto a sus rápidos solos, nos hablaba en un castellano no tan malo como él afirmaba, aunque nos colara algún «Eskerrik Asko» fuera de lugar, y conectaba con el público sin ningún problema.  En la batería, Niclas Svensson no tenía piedad con sus parches. Y además pudimos verle «de cuerpo entero» cuando se unió a sus compañeros en una puesta en escena de corte casi paramilitar para introducir «Me, Myself And I», justo antes de una breve pausa antes de los bises.

No se puede decir que fueran de menos a más, porque no hubo menos. Empezaron ya con toda la carne en el asador, con «Be A Baboon» y un divertido guiño al “Run To The Hills” de IRON MAIDEN. A partir de ahí, aquello fue una maquina pesada cuesta abajo y sin frenos, arrasando con todo, para goce, disfrute y hasta algo de histeria del personal presente. Tras recibir la bendición en «God Bless You All», en la que todo el público, muy variado en estilos y edades, seguimos coreando con ganas, hicimos lo propio en otras canciones como «You Got A Problem Without Knowing It», la frenética «Oddball» o la pegadiza «Me, Myself And I», por citar algunas (en realidad, en todas). «Class War» les sirvió para lanzar un breve pero apropiado mensaje contra Trump, Putin y demás basura política actual. Pero estábamos allí para divertirnos, sin pensar por un rato en la triste actualidad mundial, y ¡vaya que si lo hicimos!

En la recta final, le tocó el turno a Dahlberg en la voz principal, entonando otro tema muy rápido y muy coreado, «Lost You In A Second», hasta que la inagotable Cecilia, sudando su tercer modelo de la noche, retomó su papel a tope de fuerza y energía, como si acabara de empezar la actuación. «Playing With Fire», «Hurray» sonando muy a AC/DC y su ya gran himno «Radio Rebelde» pusieron un rapidísimo e intensísimo broche de oro a la noche, con un brote de éxtasis histérico generalizado, arriba y abajo.

Bises:

Como ya dije, fue mi primera vez (¡por fin!) ante la banda sueca. Tremendo el calor, tremendos los empujones en la primera fila (había que retratarlos bien). Pero, sin duda, mereció la pena, fue uno de los conciertos más potentes y enérgicos que he visto últimamente. Se hizo muy corto, pero la rapidez hizo que, por esta vez, fuera suficiente, y la calidad hizo que fuera muy satisfactorio.

Por eso damos muchas gracias a nuestras THE BRASSIERES y a los visitantes frecuentes (siempre bienvenidos) THE BABOON SHOW, por su gran entrega, profesionalidad y tremendo carisma, empatía, cercanía y por hacer que lo pasáramos tan bien. Gracias a la promotora HFMN Crew por las facilidades. Y por supuesto gracias a la sala Estilo, con su cálida acogida y el buen sonido que nos ofreció, por cierto. Fue una enorme fiesta de punk rock macarra y divertido, y cuando vuelvan, espero poder estar allí otra vez.