Crónica (cervecera) del conciertazo de TANKARD y CRISIX en Madrid
TANKARD+CRISIX en Madrid (24 de enero de 2015, sala Copérnico)…
Abro una cerveza y repaso mentalmente el concierto del pasado viernes en Madrid. Mientras saboreo su frescura y en apenas unos pocos tragos va llegando a su final, voy recordando con viveza instantáneas del desenfreno que durante unas horas vivimos en la Copérnico, de la mano de unos grandes del Thrash Metal germano de toda la vida y de unos más jóvenes pero igualmente desvergonzados y que no renuncian a mantener la bandera de la música agresiva en nuestro país. Con diversión, con caña, con calidad. Tres ingredientes mezclados a la perfección que, como el agua, la levadura y el lúpulo, acaban generando un producto inmejorable. Delicioso de tragar, refrescante y al mismo tiempo absolutamente incólume al paso del tiempo o de las modas.
Un cartel que agrupe a esos desvergonzados chavales que miran de tú a tú a los grandes desde España, los cada día más grandes CRISIX, junto con la leyenda cervecera del Thrash, TANKARD, es una cita que no debería pasar desapercibida para nadie que ame la buena música. Y por supuesto tampoco para todos los que disfrutamos remojándola con el líquido amarillo que inventaron los egipcios. Tan delicioso como fugaz, tan apabullante como necesario…
CRISIX volvían a hacer su aparición en la capital del reino apenas unas horas después de la descarga de sus compinches albaceteños ANGELUS APATRIDA. Sin duda el Thrash de calidad vive momentos de enhorabuena en nuestro país, donde bandas que siguen la estela de los clásicos sin renunciar a su propia personalidad están demostrando que en España se puede hacer música dura sin ningún tipo de complejos. Apenas tienen dos discos en el mercado, aunque Juli Bazooka se encargó de anunciarnos que en la próxima visita por estos lares vendrán con nuevo material debajo del brazo. Ganas habrá de escucharlo, sin duda, puesto que “Rise… Then Rest” y “The Menace” se nos hacen muy cortos. Necesitamos más tralla que llevarnos a la boca de un grupo que, si ya está haciendo cosas enormes en su creación discográfica, éstas se convierten en fantásticas y brutales cuando se muestran sobre las tablas.
Lo de menos para CRISIX es tocar frente a cientos de personas o delante de un grupo menos numeroso de fans. Y en Copérnico no fuimos demasiados los que nos dimos cita en un horario, como es habitual, demasiado temprano para un concierto. La política de las salas que tantas veces hemos criticado de hacer doblete y aprovechar sesiones vespertinas en las que cuadrar la programación de conciertos no deja de afectar a la asistencia de los mismos. Así, al comenzar la intro de “A.S.F.H” pocas docenas de fans habían llegado a la sala. Sin problema para unos auténticos asesinos dispuestos a matar y divertirse: “Ultra Thrash” demostraba que no iba a haber lugar para lamentaciones. A cuchillo desde el primer momento, dirigidos por esa máquina escénica que es el pequeño, de estatura, Juli.
Caña dura y diversión, en la que no pudo faltar el momento de cachondeo en el que el cantante se hace cargo de la batería, Javi Carrión se lanza a machacar la guitarra y el resto de compinches de la banda se vuelven locos afrontando el medley de “I´m the Man”, “Sympton of theUniverse”, “Black Magic” y “A New Level”: sus queridos ANTHRAX, BLACK SABBATH, SLAYER, PANTERA: ¿a alguien le cabe duda de cuáles son las influencias de CRISIX?… Hubo tiempo para hacer su particular versión del Wall of Death animando a los asistentes a lanzarse como locos contra unos globos posados en el suelo, con Juli cantando a pie del escenario, en medio de la vorágine de hecho, mientras la locura se desataba. Diversión en estado puro que el público, cada vez en número mayor, agradeció con creces. Poco más daba de sí un breve concierto, pero tan intenso como esas cañas rápidas que uno disfruta con los amigos nada más terminar de trabajar.
Pero después de las cañas hay días en los que uno se lanza a degustar grandes jarras de cerveza para incrementar la fiesta. Y si ésta tiene un puntito más de gradación, ¿qué mejor culminación posible encontramos?… Así que nos apretamos a bebernos un gran tanque cervecero, como son los añejos TANKARD. 35 años de historia viva del Thrash Metal europeo, repartiendo estopa y cachondeo a partes iguales de la mano de su inmenso cantante, en todos los sentidos, Gerre. Metro ochenta de humanidad acompañado de una barriga curtida en mil batallas y con un vozarrón por el que no pasan los años. Acompañado de una banda absolutamente solvente, con su viejo compañero Frank al bajo brillando como pocos bajistas son capaces de hacerlo dando cera y, cómo no, por un enorme cajón lleno de latas del preciado líquido elemento de los alemanes.
La sala comenzó desde el principio un inmenso moshpit que, salvo breve momentos de descanso, ya no iba a parar durante las casi dos horas de show. Y donde se metieron todos, desde los más jóvenes (que los había, y muchos, y nos encantó comprobarlo), a los más veteranos y curtidos en mil batallas… cerveceras y concertiles, en muchos casos a una seguramente… Gerre absolutamente desaforado, sin parar de correr de punta a punta del escenario y sin dejar de atacar clásicos como “Zombie attack”, “The Beauty and the Beast”, o “Stay Thirsty”, acordándose de “novedades” como “Die With a Beer in your Hand”, toda una declaración de intenciones, y repasando a fondo también su último trabajo “R.I.B” (Rest in Beer), en lo que se convertía todo el recinto, escenario incluido, en una fiesta permanente. ¡Ah!, y cuidado con la resaca del día después, de la mano de la gran y brutal «The morning after»… Fiesta, pero también calidad musical, ojo, que nadie piense que TANKARD son solo una banda divertida. No, son una auténtica máquina de generar riffs brutales y que han visto incrementada su calidad con Andi, grandísimo guitarrista que demuestra desde hace ya muchos años cómo es posible hacerse cargo de todo el trabajo en las seis cuerdas sin que nadie eche de menos otra guitarra.
Para que la fiesta fuera completa, Gerre invitó a una chavala a bailar con él en “Chemical Invasion”, sin dejar de lado el ya imprescindible “A girl called cerveza”, que no podía faltar mientras las subidas al escenario y el “stage diving” continuado nos hacían ver que el dios de la cerveza vela por sus acólitos, puesto que más de uno estuvo a punto de acabar más perjudicado de la cuenta. Nada grave ocurrió, por fortuna, salvo que poco a poco se fue acabando el líquido en el que bañarnos y llegó el irremediable “(Empty) Tankard” para recordarnos que había que seguir la fiesta en otra parte. Salimos de la sala dispuestos a seguir el consejo de tan insignes apóstoles de la rubia bebida contentos. Con ese puntito de euforia que te hace saber que todavía puedes seguir echándote al coleto unos tragos y con la lengua un poco trabada pidiendo más. Mucho más. Afortunadamente nos esperaban grandes vasos llenos (luego vacíos) en el bar de turno de la esquina de turno, y grandes noticias también, cuando en pocas horas supimos que nos volveremos a ver muy pronto… ¡en el Leyendas del Rock!…
Cheers! (o “Prost!”, que dicen en las Germanias).
Texto: Fernando Checa (fernando@redhardnheavy.com)
Fotos: David Esquitino (david_esquitino@redhardnheavy.com)
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