Crónica de ARIEL ROT en Madrid celebrando sus 25 años
Ariel Rot, el cantante y guitarrista hispano-argentino volvió por sus fueros en una abarrotada sala La Paqui, haciendo las delicias de propios y extraños con un repertorio festivo, de mucha enjundia y muchos quilates. Os lo contamos en esta crónica de Fran Llorente:
ARIEL ROT – Sala Paqui, jueves 25 Enero 2024 (Madrid)
Regresó en plena forma el mejor tahúr rocanrolero de las últimas décadas, Ariel Rot…, con una banda superlativa a su alrededor (de viejos corsarios, curtidos en mil batallas) para arropar a esta auténtica leyenda del rock en castellano.
Hacía tiempo que no teníamos el placer de disfrutar a ARIEL ROT en solitario. Si la memoria no me falla, desde 2015, con aquél célebre concierto suyo en la Fiestas de Alcobendas que nos elevó al cielo y más allá. Luego le hemos visto un montón de veces más, pero siempre acompañando a TEQUILA, su primera banda. Pocos autores pueden presumir de tener tres carreras artísticas distintas (y exitosas además) pues a su labor con su banda madre, Ariel suma su estelar presencia en LOS RODRIGUEZ después, banda que partió el bacalao del rocanrol hispano en el primer lustro de los años 90… y desde finales de esa década, “volando solo” con una rutilante trayectoria en solitario y una docena de elepés ya en su haber.
Para esta ocasión, Ariel se rodeó de viejos amigos, los músicos que le acompañaban allá por 1997: Con un estelar Ricardo Marín a las seis cuerdas, y el sin par Tito Dávila a los teclados, a los que se sumaban Jacob Reguilón al bajo y Pablo Serrano a la batería. Con un espectacular arranque de función, el “Vals de los recuerdos” y “Hasta perder la cuenta” pusieron al respetable a mil por hora, desde bien temprano, mostrando una “Hoja de ruta” inigualable.
Cuajó un concierto muy jaranero, como si fuera pleno sábado noche, una velada rítmica, animosa y sin apenas canciones tristes (o amargas) para animar un jueves brumoso de finales de enero en la capital. Como un buen tahúr, sumó otras cartas ganadoras a una apuesta fetén: “Al amanecer”, “Te busqué” o “Colgado de la luna”, antes de escarbar en sus fantasías más íntimas: “Geishas en Madrid” y de este modo, susurrar “Adiós carnaval” y lanzar un órdago con el “Dos de corazones”…
De esta guisa, transcurrió un recital en cuyo ecuador sonaron rolas algo más introspectivas como “Bruma en la Castellana”, “La última cena” o “El mundo de ayer” antes de volver a la farra y el desenfreno con “Vicios caros” y “Me estrás atrapando otra vez”, seguida de ese tema instrumental “Confesiones de un comedor de pizza” cuyas escalas sobre el mástil siempre arrancan una sonrisa al respetable. Un “baile de ilusiones” que dio paso a los animados bises, donde una conocida “La Milonga del Marinero y el Capitán” volvió a poner a la parroquia a cien, ‘fue por una rubia looooca, que bailaba sola hasta el amanecer…’, sin duda una “Dulce condena” cuyo previsible final, “Quiero besarte” (ya de TEQUILA) dejó el más dulce sabor de boca entre la concurrencia.
Fue una noche para recordar y conservar esos efluvios en las neuronas (para cuando vengan días peores). Esperamos pronto repetir tan dulce elixir. ¡Bravo!
Texto y fotos: Fran Llorente
Resumen / aftermovie del concierto en este enlace.