Una crítica o análisis diferente del disco orquestal y sinfónico de BLIND GUARDIAN

Una review diferente y un análisis muy especial de un disco distinto y que no es fácil ni para todo el mundo. Sin duda tenía que ser un experto, y musicólogo, como Fernando Galicia el que analizara el disco orquestal de BLIND GUARDIAN: 

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BLIND GUARDIAN TWILIGHT ORCHESTRA – Legacy of the Dark Lands – (Nuclear Blast, 2019) 

Ha costado, pero ha llegado. Por fin tenemos en nuestras manos el disco sinfónico de BLIND GUARDIAN; ése del que tanto tiempo llevaban hablando, pero del que tan poco se sabía, más allá de que era “orquestal”. Y a tenor de lo escuchado, se seguirá hablando, porque sin duda va a descolocar a más de uno, para bien o para mal.

Lo primero que hay que mencionar, para ofrecer un dato significativo, es que han estado componiéndolo la friolera de ¡más de veinte años! (veintitrés, para ser exactos, según sus propios cálculos). Bien, cierto es que esto no es como componer un disco de rock “al uso”, con un puñado de canciones estructuradas en estrofas y estribillos, y también lo es que Hansi Kürsch y André Olbrich no son compositores clásicos; pero por otra parte hay muchas grandes obras maestras de la música sinfónica que se compusieron en mucho menos tiempo. La cuestión inicial entonces es clara: ¿ha merecido la pena? Pues depende… a ver cómo lo explico…

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Empezando por la cáscara, está claro que este disco es un capricho aparte, de esos que no hace falta escuchar para saber que, en la línea de la discografía, ocupan un lugar paralelo. Juntos sí, pero no revueltos. Digo capricho porque es evidente que Hansi (y supongo que André) estaba empeñado desde hace tiempo en hacer algo sinfónico, costara lo que costara. Y que tuviera su firma, como así ha sido el caso. Pero amigo, no es lo mismo venderlo como “Hansi & André”, que como BLIND GUARDIAN, que el marketing es el marketing… ¿Solución? Sacarlo bajo un nombre “que sí, pero que no”, para evitar cualquier tipo de líos: BLIND GUARDIAN TWILIGHT ORCHESTRA. Un nombre que, además, no hace sino reafirmar la condición de “proyecto aparte” del álbum.

La segunda pregunta es ¿por qué ahora, tan de repente? Alguno pensará que, después de 23 años, no es “tan de repente”, pero la sensación es que sí, que ha sido ahora “porque tenía que ser ahora”. Y no les quito razón… a medias, toda vez que el formato de heavy metal más orquesta sinfónica está viviendo un momento de expansión, pero eso no quita que uno tenga cierta sensación de oportunismo. Porque sí, han ido hablando del disco de vez en cuando a lo largo de todos estos años, pero con cuentagotas, y sorprende que el proceso se haya acelerado sobremanera en los últimos (pocos) meses, y que lo hayan lanzado como a la carrera.

Un arma de doble filo que puede que les haya permitido aprovechar la ola, pero también ha podido mermar la calidad final. Y después de más de dos décadas de trabajo, ¿por qué jugársela? No voy a andarme con rodeos: yo hubiera esperado, porque creo, después de unas cuantas escuchas, que se podían haber pulido algunos detalles que le hubieran conferido un plus. Para empezar, y no es moco de pavo, el sonido: le falta brillo en algunos momentos, y eso en un disco orquestal es pecado capital (nota importante: no escuchar en mp3, que es un horror, porque incluso distorsiona). Quiero pensar que, teniendo una orquesta real completa, no se les ha ocurrido procesarla con un ordenador, ni incluir librerías de sonidos, pero no pondría la mano en el fuego…

Profundizando un poco, lo primero que hay que resaltar es lo que te vas a encontrar cuando lo pongas en tu reproductor. Olvídate de BLIND GUARDIAN en su concepto más ortodoxo, porque no tiene nada que ver con Somewhere far beyond, ni con Imaginations from the other side… ni con ninguno de sus discos hasta ahora. Y olvídate de todos esos trabajos en los que un grupo de heavy metal toca acompañado de una orquesta, porque aquí, directamente, no hay grupo: Hansi canta acompañado de una orquesta, compartiendo protagonismo con ella. No hay guitarras eléctricas, no hay distorsión (salvo en la versión en mp3…), lo cual hace el trabajo especial de por sí.

BG 2019

Llegados a este punto, no quiero dejar pasar la oportunidad para hablar de la FILMHARMONIC ORCHESTRA, una orquesta con sede en Praga, creada especialmente para la interpretación de bandas sonoras y música popular en formato sinfónico, y que ha prestado sus servicios a multitud de artistas (entre los que nos interesan aquí, por ejemplo, DREAM THEATER, HELLOWEEN, SEPTIC FLESH o los propios BLIND GUARDIAN en su anterior «Beyond the Red Mirror»), productores y directores de cine (desde George Lucas hasta Tarantino, pasando por otros como Ridley Scott, Jodie Foster o Robert Redford), o galas de premios y convenciones. Es decir, una orquesta sinfónica… que no hace música sinfónica propiamente dicha, como tantas que se han creado en la última década. Y se nota. ¿Significa esto que es mala? No, de hecho ha ganado algunos premios y ha estado nominada a otros, pero ninguno ha sido en el campo que se supone a una orquesta clásica, y tampoco es sobresaliente.

Me explico: todas estas agrupaciones que se están reproduciendo como las setas están formadas por músicos profesionales, pero con una exigencia menor, que en su mayoría no han pasado el corte como para poder formar con las grandes orquestas de todo el mundo, bien porque fueron rechazados, bien porque no lo han intentado… o porque directamente no les interesa. Es decir, que todas estas “Film… orchestra”, “Hollywood Orchestra…”, etc., no llegan, ni de lejos, a los estándares de calidad de una gran orquesta. Pero se han hecho menos elitistas y más populares tocando música cercana a un público generalista, como bandas sonoras de películas y de videojuegos, y eso gusta. Y además, son mucho más baratas, y con calidad más que suficiente para interpretar canciones de pop-rock, lo cual para los artistas supone un gran aliciente. Suficientes, sí, pero no excepcionales.

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Es como comparar el jamón ibérico con el jamón serrano: pueden estar buenos los dos, pero el lagrimón sólo te lo deja el primero. Y en el mundo de la música hay ejemplos muy claros de pata negra. Que se lo digan a SCORPIONS cuando grabaron Moment of Glory con la ORQUESTA FILARMÓNICA DE BERLÍN (aka. actualmente la mejor orquesta del mundo); posiblemente, el mejor álbum de grupo con orquesta grabado nunca, en el que la orquesta sí aporta ese salto de calidad, con unos arreglos, una dirección, una interpretación y un sonido sublimes.

Hecho este apunte, aplicable a muchas de las orquestas que suenan en “nuestros discos” y que han puesto de moda los conciertos de bandas sonoras en los auditorios, tampoco quiero que parezca que la FILMHARMONIC ORCHESTRA lo hace mal; nada más lejos de mi intención. De hecho, es el principal reclamo de este Legacy of the Dark Lands, y su trabajo es realmente bueno. Es sólo que alguien tiene que poner, en algún momento, las cartas sobre la mesa. Mención aparte merece la coral, que enriquece el disco cada vez que aparece, ejerciendo al mismo tiempo de nexo de unión con los BLIND GUARDIAN que mejor conocemos y con su discografía.

Vayamos ya al meollo de la cuestión: ¿Qué es Legacy of the Dark Lands? Hasta ahora tenemos claro que no es un disco de heavy metal; o al menos no un disco de heavy metal “al uso”. ¿Es entonces un disco sinfónico? Sí… y no. Desde luego se acerca más, pero hay que coger esta afirmación con pinzas porque, como he dicho, tampoco es música sinfónica en el sentido en el que entendemos la música clásica. Legacy of the Dark Lands bebe, a borbotones, de la tradición más reciente de las grandes bandas sonoras; esa que compositores como John Williams, Jerry Goldsmith, Hans Zimmer o James Horner han elevado hasta alcanzar una dimensión grandilocuente y espectacular. Pero también bebe, y mucho, de la tradición romántica del poema sinfónico centroeuropeo, en el que la música describía escenas y buscaba despertar las sensaciones que envolvieran al espectador hasta el punto que le hiciera partícipe de ellas.

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Por otra parte, es innegable la influencia del heavy metal y de la manera de componer de Hansi Kürsch y André Olbrich (o lo que es lo mismo, de BLIND GUARDIAN, especialmente de su etapa más reciente). Por buscar un símil de todo esto, es como querer jugar al fútbol de Primera División, con algunas reglas de fútbol sala, y las formas del fútbol callejero. El resultado puede gustar o no, pero sin duda es una amalgama curiosa. Y precisamente aquí tiene uno de sus puntos fuertes, toda vez que se desmarca del resto de discos de rock orquestales. Pero cuando juegas a ser grande, tienes que cuidar los detalles más pequeños. Ahí es donde se nota la labor de los profesionales en cada campo, y donde se destapan las carencias. Y del mismo modo que han encontrado una fortaleza en la fusión de estilos, por el mismo sitio muestran sus debilidades.

En una obra que pretende ser tan ambiciosa, hay que tener cuidado de mantener la atención del oyente. Ello pasa por mantener una unidad no sólo narrativa, sino también musical, y emplear una serie de técnicas que se encargan precisamente de ello. Por ejemplo, ¿cómo conseguía Wagner mantener esta atención dentro de unas óperas con una extensión enorme de tres y cuatro horas, y sin arias que rebajaran la tensión recitativa? Con leitmotivs para sus personajes principales. Un recurso que devolvía constantemente al espectador a escenas conocidas previamente, manteniéndole así en una zona de relativo confort. Es una técnica sinfónica muy común (el mismo John Williams la emplea en la banda sonora de Star Wars), que sorprendentemente no se encuentra en este disco (tímidamente, en “In the Underworld” remite a uno de los motivos de “1618 Overture”, pero poco más), y que le hubiera venido fantásticamente bien, porque lo necesita como el comer, y porque cuenta con diversos personajes que permiten ese juego sonoro.

Twilight

Tampoco hay una especial tensión armónica más allá de la provocada por las combinaciones melódico-rítmicas, y se echa de menos un mayor juego de timbres entre las diferentes secciones la orquesta, o de la orquesta con la voz de Hansi (en este sentido hay que destacar “In the Red Dwarf’s Tower”, y especialmente su final, buenísimo, mediante adición paulatina de instrumentos, entre los que destacan los xilófonos haciendo la melodía, y sobre los que se van sumando maderas y cuerdas).

Del mismo modo, en vez tratar musicalmente todo el disco como una sola obra, como correspondería a un poema sinfónico, han tratado las diferentes secciones como entes separados musicalmente, unidas sólo por la parte narrativa, lo cual es un error. El resultado es un trabajo ambicioso, grandioso, correcto en el sentido de la composición y los arreglos, pero que se queda lineal y que combina piezas brillantes, como una “Point of no return” en la que se adivina a los BLIND GUARDIAN más puros, las mencionadas “In the Red Dwarf’s Tower” e “In the Underworld”, o la casi inicial “War feeds war”, con otros pasajes que terminan por ser aburridos y que no enganchan, por muy bien que toque la orquesta, al carecer de todos estos elementos.

En el plano musical quiero terminar haciendo un apunte que, no por ser anecdótico, deja de tener una importancia considerable. Existe una regla no escrita entre los músicos, en la que se dice que hay dos notas que un intérprete no puede fallar jamás: la primera y la última. En este disco no se lo han aplicado, pero no me refiero literalmente a la primera y la última nota físicamente hablando, sino a la manera de empezar (bien, entrando con suavidad, presentando el tema y ganando en intensidad) y de terminarlo, porque han decidido que lo último que se escuche no sea música, sino narración. Y esto es otro error monumental, primero porque se trata de un disco de música, y segundo porque pierde toda la fuerza con la que llega a los últimos segundos. No es casualidad que hasta las películas terminen con música en vez de con guión, así que no alcanzo a entender esta decisión absurda que elimina cualquier resto de emoción y estímulo sensorial, y que merma tremendamente la percepción del resultado final del disco.

Precuela

En lo estrictamente narrativo, Legacy of the Dark Lands está basada y pretende ser una precuela musicada del best-seller literario The Dark Lands, del escritor alemán Markus Heitz, que incluso ha participado en la creación del argumento del álbum. En él se cuenta la historia de Nicolas, un mercenario que guarda un secreto apocalíptico durante la época de la Guerra de los treinta años, en el siglo XVII. Precisamente una de las características del disco reside en los interludios narrados por actores, con Douglas Fielding (fallecido el pasado 25 de junio de 2019, y al que han dedicado el disco) y Norman Eshley a la cabeza, que encarnan, junto a un pequeño elenco, a los diversos personajes que componen la acción. En ellos introducen el argumento de lo que se va a escuchar en cada una de las pistas, y he de reconocer que aunque en principio no me atrae nada esta idea de ir segmentando el disco en pequeñas piezas, su labor es encomiable, maravillosa. Uno de los puntos más fuertes de Legacy of the Dark Lands de hecho. 

La producción, a cargo de Charlie Beuerfeind (productor habitual de los alemanes), no termina de convencerme por muchas de las cosas comentadas anteriormente. El álbum suena bien, pero no espectacular, que es lo que requería un trabajo de esta magnitud. La tendencia actual de poner todos los niveles al máximo para apabullar los sentidos les ha jugado una mala pasada al incluir la orquestación sinfónica, porque no se puede ecualizar igual que un disco de heavy metal. Y pasa que, cuando la tensión sube, tiende a la distorsión. Sabiendo que no iba a haber instrumentación eléctrica, tal vez tendrían que haber contado con alguien más acostumbrado a este tipo de obras, bien para producirlo completamente, o para formar equipo con Bauerfeind, y combinar así los conocimientos y técnicas correspondiente a ambos campos.

La portada es obra del ilustrador Gyula Havancsák, que ya ha trabajado con muchas otras bandas, como ANNIHILATOR, ENSIFERUM, GRAVE DIGGER, BRAINSTORM, EASY RIDER o ANGELUS APATRIDA, por citar algunos ejemplos. Y con ella me pasa igual que con el contenido de disco: está bien, pero no termina de convencerme del todo por algunos detalles, como una figura central que queda casi a contraluz de lo que tiene detrás, no acaparando una atención nítida, y perdiendo una fuerza que queda tan difuminada como la escena del fondo, a priori secundaria en la imagen.

Portada

En resumen, Legacy of the Dark Lands es un disco monumental, muy trabajado, con un ejercicio de composición intenso, que gana enteros escucha tras escucha, a medida que vas escudriñando todos sus recovecos, y que refleja muy bien la dirección hacia la que se encamina la idea musical de Hansi Kürch y André Olbrich. Tiene mucho de BLIND GUARDIAN en este sentido, pero poco en lo que respecta a su heavy metal habitual; mucho de sinfónico, pero poco de clásico.

Sin embargo, peca de haber sido finalizado con prisa, dejando de prestar atención a detalles que hubieran hecho de él un álbum mucho más espectacular, y que lo hubieran acercado a lo que realmente se esperaba de él: un disco apabullante que provocara una verdadera catarsis. Al final se ha quedado en una buena historia épica, con buenos mimbres, pero que no alcanza el clímax. Y es verdad que estoy siendo muy exigente con él, pero creo que cuando quieres vender un disco como “el álbum definitivo que marcará un antes y un después”, el contenido tiene que rallar la perfección.

Volvamos entonces a la pregunta inicial: ¿ha merecido la pena? Sí, y no. Sí, porque ellos se han quitado la presión, porque el álbum, aunque no sea exquisito, es bueno, y porque yo también creo que Hansi y BLIND GUARDIAN tenían que llegar a este punto de inflexión para dar el siguiente paso en sus carreras. No, porque no es todo lo bueno que podría ser, porque se ha quedado en un “casi” que podía haber llegado al final con un poco más de trabajo fino, dedicándole un tiempo final necesario que, por impacientes, no le han dado, e invirtiendo en mejores calidades. Porque quien algo quiere, algo le cuesta. Y si quieres lo mejor, tienes que invertir en lo mejor; cosa que, por desgracia, no hace prácticamente ningún grupo, por mucho dinero que tengan (no lo hizo METALLICA, no lo hizo KISS, no lo hizo DREAM THEATER… y podría seguir).

Hansi

La cuestión final es evidente: ¿merece la pena comprárselo? Sí, si eres un gran fan de BLIND GUARDIAN (y, especialmente, de Hansi Kürsch), hagan lo que hagan; si te gustan los discos con orquesta y las bandas sonoras épicas, y si disfrutas con la experimentación sonora. No, si sólo te gusta el heavy metal sin mezclar; si te gusta BLIND GUARDIAN sólo tal y como lo conoces, con sus guitarras y baterías; si no te gustan los discos orquestales, ni las bandas sonoras, ni los imaginarios épicos e históricos.

¡Ah! Y si eres de los que han abandonado el formato físico para volcarse con las plataformas y formatos de compresión digital. Este disco no está preparado para la tecnología actual… La decisión es tuya. Yo, que soy un romántico, y a pesar de todo, sí lo haría (pero sólo en vinilo).

Tracklist:

Portada

  1. 1618 Ouverture 2:37
    02. The Gathering 1:22
    03. War Feeds War 5:05
    04. Comets And Prophecies 1:12
    05. Dark Cloud’s Rising 5:11
    06. The Ritual 0:52
    07. In the Underworld 5:50
    08. A Secret Society 0:25
    09. The Great Ordeal 4:55
    10. Bez 0:22
    11. In the Red Dwarf’s Tower 7:03
    12. Into the Battle 0:26
    13. Treason 4:21
    14. Between the Realms 0:48
    15. Point of No Return 6:37
    16. The White Horseman 0:50
    17. Nephilim 5:06
    18. Trial And Coronation 0:27
    19. Harvester of Souls 7:17
    20. Conquest Is Over 1:21
    21. This Storm 4:47
    22. The Great Assault 0:27
    23. Beyond the Wall 7:07
    24. A New Beginning 0:47

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