El rincón del gruñón (XMAS edition): ¿Estamos rompiendo la ley?

Tradicional mensaje Navideño del Rey Emérito, Pretérito y Estratoférico del Rock y el Metal 

Buenos días, me llena de orgullo y satisfacción dirigirme a todos vosotros y tratar de encauzar este maltrecho año 2017 en el que el mundo del rock no cesa de pelearse. Está resultando difícil encontrar una postura común en el negocio que nos ocupa, e incluso la propia palabra “negocio” está resultando una losa demasiado dura y pesada para nuestra antaño bonita y saludable escena roquera y metalera.

Hemos asistido a un 2017 en el que se han afilado más que nunca los cuchillos entre promotores y nos encontramos con que en 2018 vamos a poder ver en nuestro país a TODOS/AS los que es posible ver aún. Tanto en festivales como en solitario… Sí, va a ser genial poder ver a IRON MAIDEN, a METALLICA, a PEARL JAM, a KISS, a OZZY, a JUDAS PRIEST, a AVENGED SEVENFOLD, GN´R y demás pero… ¿a qué precio? (sí, nótese la ironía y el doble sentido de la afirmación). Más caro que nunca, más “feo” que nunca y tan competitivo como siempre. Huele a sangre, huele a revancha, huele a guerra, y al final, como suele pasar en la «vida real”, siempre pagamos los de abajo.

No nos adelantemos, que todo está vendido, vendiéndose y seguro que estará “bien viéndose”, pero ¿éste es el futuro que le estamos dejando a nuestros hijos?, ¿éste es el mensaje que le queremos enviar? No sé si nos lo tenemos que hacer mirar o acabar de verdad y de una vez con la gallina de los huevos de oro para dar paso a un nuevo sistema futuro. Con los datos en la mano la cosa está clara: Negocio 1 – Rock 0, pero…

Todo se verá y todo se andará, pero sin duda que este verano de 2018 (que es donde se celebra la tercera guerra mundial -perdón, nacional- metalera) va a marcar un antes y un después para nuestro futuro del rock. Algunas empresas se verán fortalecidas, otras sufrirán y otras inevitablemente perderán… Y el público de a pie, seguramente saldremos con una sonrisa de cada festival, de cada concierto, de cada gira poderosa que hayamos visto y pagado a precio de oro, seguramente “por última vez”. Esperemos que no sea con sonrisa torcida… De primeras entraremos al pabellón, estadio, recinto festivalero de pro y demás con nuestras mejores galas y nuestra mejor ilusión. Ojalá salgamos satisfechos y haya merecido la pena el esfuerzo.

Lo que sí me cuesta más es pensar en si el sistema está siendo justo y si estamos sembrando una semilla positiva o negativa. Es decir, ¿cómo van a ser nuestras cosechas metaleras del futuro si estamos arrasando los campos? Además, ¿estamos educando correctamente a las nuevas generaciones transmitiendo el mensaje de que más vale pájaro clásico en mano, a 100 pavos la entrada, que apoyar la savia nueva? Ojo, que en este caso no afirmo nada, sólo me pregunto, a mí el primero. Ya transmitimos el año pasado un mensaje claro nosotros mismos al respecto: en RockFest 2017, por ejemplo, NADIE hizo sombra a AEROSMITH, SAXON o ALICE COOPER encima del escenario. Eso sí, la lucha no es en igualdad de condiciones, que con buena xxx bien se xxx…

Bueno, ya incidiremos en esto en otro momento que seguro que en 2018 tenemos momentos de sobra para ello… Pasamos a aspectos que sí creo que nos tiene que preocupar más, que al final la selección natural hará su trabajo y los mejores y los que lo merezcan sobrevivirán y crecerán fuertes. Más me preocupa una peligrosa tendencia que se ha puesto de relieve, aún más, en este 2017, y es la de “todo vale”. Me explico: los tiempos cambian, las nuevas generaciones también, los modelos de negocio se transforman o adaptan a la realidad y al final manda la eficiencia, el capitalismo y la globalización… ¿Pero dónde queda el corazón, la actitud, la rebeldía y la realidad social de la calle en todo esto?

Hay síntomas muy feos que se han puesto de relieve en este 2017 que nos deberían hacer despertar en el sentido de cómo se están haciendo las cosas en el mundo del rock últimamente, y que a muchos no nos está gustando nada… No, en este caso no hablo de las relaciones entre promotores y agentes del negocio con los medios y similares… Dejemos esa cuestión aparcada esta vez… por ahora. Me refiero más bien al hecho de estar en conciertos mirando al de al lado y ver a tu compañero de la oficina, a tu cuñado de la pulsera de la bandera de España, a tu prima la pija y a tu jefe disfrutando el concierto de “tus” grupos. Tienen todo el derecho, no voy por ahí, aunque para ellos sea más bien una opción más de ocio e incluso un mero acto social sin más, pero el problema está en lo que implica y significa en el fondo.

Es decir, ¿en qué momento el rock se hizo blando, blanco, políticamente correcto y para todos los públicos?… No me entendáis mal, que el rock es para todos los públicos, cierto, y es mágico que cualquiera pueda conocerlo y disfrutar de él… El problema es lo que está ocurriendo ahora: que el rock, y el metal incluso, está siendo para todos los públicos… que pueden pagarlo. Es decir, ya no es para todos sino elitista, y me permito añadir que desvirtuado. Ya no damos miedo ni somos peligrosos, ¡al revés!, molamos y mucho, que el rock está de moda y es muy guay las fotos en Facebook con los cuernos de AC/DC. Y los roqueros, los de verdad, damos risa con nuestra pintas y nuestros ideales cuasi-hippies trasnochados.

Vale, no soy tan ingenuo de pensar que Gene Simmons, Lars Ulrich, Dave Mustaine, Klaus Meine o Bruce Dickinson son en la actualidad aquellos heavies melenudos que crearon y dieron forma y estilo a esto. No, son grandes empresarios al frente de grandes corporaciones y de máquinas de hacer dinero, mucho dinero. Y no pasa nada, y me parece hasta loable…, que negocio ha habido siempre, con lo que alabo que ahora los que muevan el cotarro sean, en muchos casos, directamente los artistas y no la industria sin más. Además son muy sanos en la mayor parte de los casos, deportistas, honrados padres de familia y hasta graciosos abuelos roqueros… Pero el problema es que se está desvirtuando el mensaje y la gente del rock y el metal, en vez de rebelarse contra ese mensaje seguramente erróneo lo está acogiendo con las manos abiertas:

No decimos que NO a entradas de 100 euros (las más caras de Europa casi siempre, por cierto), no decimos NO a “Golden VIP Premium Extra Platinum Silver Circle”, no decimos que NO a hologramas, no decimos que NO a empresas de reventa ni a flagrantes abusos al respecto, no decimos NO a giras del lucro indecente, no decimos que NO a tributos de bandas en activo y, en definitiva, no decimos que NO a que el mensaje y el ideario esté cada vez más corrupto… No es el rock que defendemos, no es la manera en la que un roquero o un heavy ha actuado toda la vida, y no son los valores ni los principios que siempre nos han movido en esto.

Vale que la imagen del heavy con (pantalones) pitillo, cinto de balas, melena greñuda y camiseta negra de calaveras ha quedado obsoleta. Y está bien (respetando por supuesto a quién quiera vestirse y expresarse como prefiera. ¡por supuesto!), que ya no somos los esbirros tontos del malo de turno de la peli yankee de polis en los 80. Ni somos la masa de extrarradio que utiliza la música para evadirse de su difícil realidad social, ni el inadaptado de la clase ni el outsider de instituto americano que acaba pegando tiros a sus compañeros porque no le entienden y el mundo no le quiere… Pero ni tanto ni tan calvo, que en el momento en el que en un concierto vemos a más tipos/as con corbata, traje y zapatos de tacón que muñequeras de pinchos y camisetas no compradas en grandes superficies es que algo falla.

Y eso que al menos, por fin, nuestros festivales por fin pueden compararse a nivel de calidad, condiciones y lo que ofrecen con muchas de las cosas que ofrecen los grandes eventos europeos…Tanto de cartel como de organización como de servicios… y de precios también… No estamos aún al mismo nivel (pero cada vez más cerca), vale, ni existe aquí aún el mismo standard de respeto y consideración al público en los festivales, que esto sigue siendo Hispañistán, pero con los años hemos mejorado infinito al respecto. Bueno, nos ha costado pero algo, bastante de hecho, hemos ganado y conseguido en este sentido, ¡bien!

¿Os cuento un secreto? El rock da dinero, mucho, y es un gran negocio y un gran mercado. Y las grandes empresas se han dado cuenta de ello, tanto las de ropa, las de espectáculos, las de venta de productos, alquiler de espacios… Y medios mainstream también, que creo que hasta este año yo nunca había visto a KISS en Antena 3, a IRON MAIDEN en Telecinco o a METALLICA en La 1. Vale que hace muchos años que grupos como BON JOVI, ROLLING STONES o AEROSMITH habían roto esa “barrera”, y es positivo… supongo…

Es positivo hasta que te das cuenta que el sistema te está fagocitando y limando toda arista y atisbo de peligrosidad hasta límites nunca vistos hasta ahora. Entonces, es bueno por un lado, pero peligroso, muy peligroso, y tenemos que ir con pies de plomo al respecto porque nos están quitando sutilmente nuestro espacio, nuestro lugar, nuestra calle y nuestra esencia. “Dinero, dinero” que cantaban aquellos, “Money” que decían éstos, “Feliz falsedad” en estos tiempos tan señalados o “Killing is my business” que decían los otros. Cuidado… ¿Y dónde está el problema?, dirán muchos…seguramente también con su parte de razón.

En definitiva, cada uno hace con su tiempo y su dinero lo que quiere, y mejor pagar 100 euros por ver a IRON MAIDEN que no verlos, o 200 por METALLICA o 2000 por desayunar con el del bajo de hacha y la lengua larga. Bien, el problema es que el que se lo puede pagar no es el currante, ni el heavy de a pie ni el chaval roquero que iba a la tienda ilusionado a comprar el último de SARATOGA con la paga semanal. ¿El rock sigue siendo de los roqueros?, ¿la música es libre?, ¿el negocio se impone por sí sólo?, ¿cada uno es mayorcito de hacer lo que quiera y como quiera?, ¿el futuro del rock es globalizado, corporizado y procesado?…

Tal vez sí y es una “guerra” perdida de antemano, pero os aseguro que antes no hubiéramos ido al Wanda a 100 pavos la entrada, ni hubiéramos permitido que los pijos vieran el concierto de GN´R divinamente en las primeras filas mientras que los seguidores de verdad babeamos con envidia detrás de la valla de turno. Y por supuesto que hubiéramos quemado la máquina de hacer hologramas antes de ver a uno de nuestros maestros vilipendiado y humillado a modo de “Princesa Leia dando mensajes a Obi Wan Kenobi”, ahora que está tan de moda el asunto.

Se supone que somos románticos y que valoramos el rock y el metal como una pasión, como una forma de vida, como una manera de protesta y rebeldía, pero a la hora de la verdad somos mansos, sumisos y cómodos. Queremos fast food, a ser posible envuelto en papel de oro (que pagamos gustosos), y hacernos la foto para colgar en Facebook o Instagram junto al cuñado enrollado de la familia. Eso sí, la protesta mejor calentito en casa sentado en el ordenador, y la rabia diluida entre el “tenemos que hacer”, “deberíamos hacer”, “estaría bien que hiciéramos”… pero en el fondo lo único que realmente hacemos es sacar el billete de 100 y decir “¡claro que sí, guapi!”…

No es el camino, no es el método, no es el momento. Quedamos cada vez menos Jedis en la galaxia, pero entre los que se mueren de manera natural, en paz y satisfechos por haber sido parte del camino, y los que dejamos morir esto porque “es que son los MAIDEN, tío, ¡hay que verlos!”, “voy a pillarlas ya que se agotan las entradas megaVIP con pase para ver mear a Hettfield”, “daría lo que fuera por saber si Gene Simmons desayuna churros o porras” o “mis compis de la ofi se morirán de envidia cuando vean mi selfie con Eddie Vedder”, estamos apañados. Y de la situación de las bandas de aquí, mejor ni hablamos, que ese debate lo dejamos ya para 2018 porque merece un capítulo aparte… Que son de aquí, son peores y además les vemos cuando sea y el cantante encima es panadero y me lo encuentro todos los días cuando salgo a currar… un mierda sin nada de glamour, vaya.

Lo llevamos diciendo mucho tiempo: que esto se muere, que las señales son evidentes de que algo está fallando aquí, que hay que hacer algo, que el negocio se está comiendo el espíritu… Amigos, ¿cuál era la ley que teníamos que romper?

Texto: David Esquitino (david.esquitino@redhardnheavy.com)

P.D. – Feliz Navidad y que os traigan muchos discos y entradas de conciertos Papa Noel, San Nicolás, el Olentzero y los Reyes Majos, que una cosa no quita la otra.

 

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