JOSË ANDRËA Y URÖBOROS, reyes en Madrid
Nos prometían una gran noche de rock potente y cañero… y la tuvimos, y por todo lo alto, referido a la calidad y también al volumen del sonido. Aún así, gran concierto de URÖBOROS en Madrid. Os lo contamos y mostramos en el artículo
JOSÉ ANDRËA Y URÓBOROS – Viernes 7 de junio de 2019 (sala Cool Stage, Madrid)…
Con un ligero retraso, que agradecieron algunos que llegaban a la sala con la lengua fuera (los horarios tempranos de los conciertos provocan estas cosas), surgieron las primeras notas de música operística con poca luz, un par de minutos de agradable tensión musical esperando la explosión de luz y rock que surgió con la aparición de toda la banda en escena. Una sala medio llena aún (se iría sumando más gente enseguida) pero con una audiencia muy animada desde el principio, se abrió con el ya coreado «Matar al Rey», declaración de intenciones que tendría su remate en el grito final (leed hasta acabar el artículo…).
(El concierto) Empezó y siguió muy bien, con todo el grupo muy en forma en general, y un José Andrëa espectacular, en condiciones físicas y vocales óptimas, todos con muchas ganas y mucha energía. Se les unieron en el segundo tema («Una fábula de mi yo») el siempre discreto pero alegre Fernando Ponce de León, con su flauta travesera (que en el siguiente tema, «Cruzaré los mares», cambió por su flautín), y el violinista Santiago Vokram, de momento adornado con un tocado de plumas y un gran collar dorado, muy acorde con su origen mexicano. De hecho fue el único que iba cambiando su atuendo, añadiendo un poncho de rayas o recogiendo su melena en un gran moño. Pero no se puede decir que su aspecto captara la atención más que su interpretación, ni mucho menos. Sus cuerdas fueron rascadas con gran maestría, igual que ocurrió con todos los instrumentos de sus compañeros.
En total se juntaron así hasta 8 virtuosos rockeros en un escenario que parecía que se les quedaba un poco pequeño. Daba la impresión de que estaban un poco apretados, pero eso no fue impedimento para el gran despliegue sonoro que hicieron de principio a fin. Con un impresionante juego de luces, para satisfacción de todos, especialmente de los numerosos fotógrafos presentes, solo encuentro dos pegas que señalar: Se insiste en algunas salas en utilizar ciertos focos que se dirigen desde la parte trasera del escenario hacia el público y que básicamente lo que consiguen es cegar a la gente momentáneamente, algo bastante incómodo y poco útil. Y la principal pega de la noche fue el excesivo volumen del sonido…
Estamos de acuerdo en que en un concierto de rock (y de otros géneros) el volumen siempre será alto (por eso cada vez se ven más asistentes bien protegidos con tapones). Pero lo de este viernes fue excesivo y no ayudó a nadie, ya que solo contribuyó a ensordecer al público y a que el propio sonido no fuera todo lo nítido que hacía falta para distinguir bien ciertos instrumentos, en especial el ya mencionado violín en algunos momentos. Tirón de orejas en este sentido no sabemos bien si a la sala, o a la banda, repartido quizás.
Lo que sí se escuchó de lujo fue la recuperada y potente voz de José Andrëa, que encandiló e incluso emocionó a todos en ciertas ocasiones (ndr.: ya lo pudimos comprobar la vez anterior en Madrid y es un lujo saber que sigue en buena forma). El ave fénix ha resurgido de las cenizas en que supuestamente ha estado algo enterrado, no sólo con un nuevo trabajo de gran calidad, como es su último disco «Bienvenidos al Medievo» (para muchos mejor que los anteriores, pero esto sería otro tema a tratar), sino con un potentísimo directo. Simpático y muy agradecido desde casi el principio a todos los presentes, dentro y fuera del escenario, volvió a mostrarse como el gran cantante que conquistó a mucha gente hace ya más de dos décadas con MÄGO DE OZ.
Brillaron con luz propia las dos guitarras de Juan Flores «Chino» (ex SINKOPE) y de José Rubio (ex WARCRY o DÜNEDAIN entre muchos otros). Al principio parecía que la de Chino brillaba algo más, con solos algo más largos y destacados, incluso llegando a rascar momentáneamente sus cuerdas con un pequeño destornillador eléctrico, dando un curioso sonido distorsionado, pero la de Rubio fue tomando forma y protagonismo, en preciosos duelos y duetos entre ambos. Esto llegó a su punto álgido en el impresionante solo (literal, sin nadie más en el escenario) que nos ofreció casi al final, rematando el «Al otoño espero», del primer disco de URÖBOROS, que nos puso a todos los vellos de punta, con su punteo vertiginoso apoyado en una base melódica pregrabada muy sugerente.
Otro que tuvo su momento de quedarse solo y brillar por sí mismo en el escenario, merecidamente, fue el teclista Sergio Cisneros «Kiskilla». Con su estilo setentero de «pecholobo de blanca camisa» y abundante barba, interpretó un solo muy emotivo y sensible (no sensiblero, no confundir), que fue bien recibido por bastantes oyentes… Eso sí, aquí yo sí voy a echar un poco de bronca a otra sección del público que pensó que era el momento de descanso para ponerse a charlar. Señoras y señores, el teclado también hay que escucharlo, también llena un escenario por sí mismo, y personalmente considero una tremenda falta de educación estar de charleta mientras un brillante músico está ofreciendo su mejor arte, dicho queda. ¡Bravo, Kiski!, fue un momento precioso.
El que tal vez pasó un poco más desapercibido, o estuvo algo más discreto en movimientos y empatía con el público, fue el bajista Pedro Díaz «Peri», pero no se le puede reprochar nada. Es decir, sólo estuvo algo más comedido en su presencia física, no en su interpretación, tanto él como el batería Teto Viejo (también batería de TAKO y ARS AMANDI) fueron la base rítmica perfecta. Pese al alto volumen del sonido, o a lo mejor precisamente gracias a ello, se les escuchó sonando muy contundentes y efectivos.
En definitiva, fue un gran concierto en que se vio a una banda muy unida y muy bien coordinada, y no sólo musicalmente sino también en graciosas coreografías bien ensayadas. Se respiró muy buen rollo arriba y abajo, con una sala que acabó bastante llena de fans muy animados y con muchas ganas de cantar. Además, por esta vez podemos destacar como algo positivo que en ningún momento se vio una gran invasión de móviles grabando sin cesar.
Decir que desgranaron hasta 15 temas de sus tres discos, sobre todo del último (y sólo el «El que quiera entender» del «Finisterra» de MÄGO DE OZ), y cerraron de manera brillante, sin bises innecesarios, con el aclamado «Bienvenido al medievo» al grito de «¡el rey ha muerto!» (cerrando así el ciclo que habían iniciado nada más saltar a escena) y por supuesto el siempre presente, y cariñoso, «¡Cabrones!» que ya les caracteriza (al menos al protagonista).
Salimos todos contentos: los de arriba sudorosos tras un par de horas dándolo todo, y los de abajo algo cegados y sordos, pero lo pasamos todos genial. Enhorabuena y gracias, URÓBOROS!
Texto: Mar Fuertes / Fotos: Aitor Recio Belinchón (Noche de Rosas)
Set list del concierto:
- Matar al rey
- Una fábula de mi yo
- Allá donde estés tú
- Vanidad
- Luna negra
- El que quiera entender (versión de MÄGO)
- Mala estrella
- Resurrección
- Ocaso
- Deseos
- El último jincho
- La mujer lobo
- Al otoño espero
- Agua y fuego
- Para que nunca amanezca
- Bienvenidos al medievo
Tanto en este enlace como debajo en el slider correspondiente vemos la galería de fotos del concierto:
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