Crítica del nuevo disco de PRETTY MAIDS

14045826_10153635041841721_2768476404580408307_nPRETTY MAIDS: «Kingmaker»: (Frontiers 2016)…

Los daneses vuelven a la carga, después del pseudo-recopilatorio de 2014 Louder than ever, ahora sí con un nuevo trallazo de heavy metal, Kingmaker, que no pasará desapercibido ni para sus fans, ni para los menos conocedores de su carrera. Desde 1984, PRETTY MAIDS nos han acostumbrado a escuchar nuevo material de estudio cada dos o tres años aproximadamente. Lo cierto es que, sin hacer mucho ruido, se han forjado una sólida trayectoria en la que su sonido ha ido evolucionando desde un hard rock fresco y descarado hacia un heavy metal melódico de corte netamente europeo.

13886976_10153594458046721_1839453201171553183_nKingmaker está compuesto por once cortes de heavy metal totalmente actual, melódico y denso al mismo tiempo; de afinación grave pero con melodías brillantes; oscuro con destellos luminosos, fiero pero con guante de seda, y elegante, muy elegante. Sigue la línea marcada por álbumes como Pandemonium (2010) o Motherland (2013), añadiendo un plus que lo hace sobresalir por encima de éstos, y recogiendo influencias evidentes del power metal y de la forma de trabajar de las bandas nórdicas, con un tratamiento instrumental pesado, muy vertical, soportando un entramado melódico ligero y horizontal.

No son PRETTY MAIDS precisamente un grupo que destaque por su dureza o por un sonido sucio, y de ahí el valor de su evolución musical: a pesar de todo, y de haberse escorado hacia el metal, siguen conservando un modo de componer que les permite moverse sin dificultad por el mar de etiquetas en que se ha convertido el género. A esto también ayuda la versatilidad de Ronnie Atkins, que en los últimos años ha tenido tiempo de colaborar con proyectos de primer nivel, como AVANTASIA (de orientación claramente power), o de crear nuevos grupos, como NORDIC UNION (más cercano al hard rock clásico), que a su vez han contribuido a dar visibilidad al nombre de PRETTY MAIDS y a su repertorio.

Profundizando en Kingmaker, y como viene siendo costumbre con la banda en esta etapa, nos encontramos con un tracklist en el que destacan una serie de temas muy por encima del resto, y que a la larga son los que ofrecen eso que se busca cuando se escucha un disco: su alma, aquello que lo convierte en especial y convierte su audición en algo más que una sucesión de canciones. En esta ocasión, los tres primeros (“When God took a day off”, “Kingmaker” y “Face the World”) se encuentran en este grupo de “especiales”, y que precisamente por su posición consiguen generar entusiasmo a la hora de encarar el álbum.

13076580_10153375924206721_6308922773288928830_nTres temas muy diferentes entre sí, más oscuro el primero, más duro el segundo, y más amable el tercero, que lo sostienen desde el principio con fuerza. “When God took a day off” es elegante, y mezcla muy bien la densidad con los sonidos limpios, perfectamente llevados por Atkins hasta el estribillo, en el que surge su voz desgarrada tan característica. “Kingmaker” tiene mucha más fuerza, con una base rítmica cuya pegada la convierte en seria candidata a abrir los directos de forma eficaz. Y “Face the World” cambia totalmente el registro, desprendiendo una energía positiva y un buen rollo de tal calibre que la erigen como la mejor de todo el trabajo. No en vano ha sido uno de los singles, con mucho acierto. Por supuesto siempre habrá quien diga que es la más comercial… pero no me parece que una cosa esté reñida con la otra. Es un temazo, se mire por donde se mire, y además tiene una letra fantástica.

En este grupo de canciones a destacar encontramos también “Bull’s eye”, enérgica, melódica, de nuevo aportando luz al conjunto, y con un estribillo muy accesible que entra a la primera. Mucho más oscura y más dura es “King of the right, here and now”, con ritmo muy marcado y obstinado, que la convierte en carne de cañón para los conciertos. Y personalmente me gustan mucho la sutileza y los contrastes sonoros de “Civilized monsters”, en la que se muestran prácticamente todos los elementos que caracterizan al disco, y que ya he comentado líneas atrás.

El resto de temas están claramente por detrás en cuanto a composición, detalles y sensibilidad. Incluso la balada, “Last Beauty on Earth”, carece de ese alma necesaria. Que sí, que es una balada, que es muy melódica, que está muy bien cantada… pero no deja de parecer lo que realmente es: una canción de pop con distorsión. Esto sí que es comercial (como la descubran en Rock FM la vais a tener hasta en la sopa. Y si no, acordaos de lo que digo…). Su composición es lo más pobre que he visto en mucho tiempo, con una melodía (bonita, no lo niego) sobre un denso muro armónico, y ya. Podéis poner detrás a un DJ que pinche dos acordes distorsionados y machacones, y una caja de ritmos, y el resultado hubiera sido prácticamente el mismo. Lo siento, pero necesito más trabajo instrumental ahí detrás. La peor del disco con diferencia, vaya, precisamente en un terreno donde no suelen fallar.

16114399_10154024441206721_7374775567308912093_n“Humanize me”, “Heavens Little Devil”, “Sickening” y “Was That What You Want” se me hacen algo monótonas. Por supuesto tienen detalles a destacar, como la orientación de “Heavens Little Devil” hacia un sonido americano más alternativo, que la hace distinta al resto; o la furia frenética de “Sickening”. Pero en general lastran un tanto el resultado final… Si hablamos de otros aspectos de Kingmaker, lo peor en el cómputo final de elementos es que tal vez sea excesivamente atmosférico.

No nos confundamos: no es un disco de ambient, ni de doom, ni nada por el estilo, pero la presencia de los teclados le da un aire extraño. No son protagonistas, no destacan como solistas, pero son una presencia constante que, hablando de los daneses, no deja de ser ciertamente rara e incluso incómoda. No obstante, no llegan a eclipsar el buen hacer del resto; especialmente el de Ken Hammer a la guitarra, que cuando decide dar un paso al frente lo da con todas las consecuencias, recordándonos que estamos escuchando a PRETTY MAIDS.

La producción, a cargo de Jacob Hansen, es francamente buena, permitiendo apreciar los pequeños detalles, tanto en los pasajes limpios como en los más densos, y contribuyendo a dar brillo a las composiciones del álbum para ofrecer un producto final muy redondo. En definitiva, Kingmaker es una evolución lógica del estilo del grupo. Suena completamente actual, pero al mismo tiempo se sigue pudiendo distinguir a los PRETTY MAIDS de toda la vida. A pesar de no haber inventado nada, lo que hacen lo hacen muy bien. Contiene un buen puñado de canciones (más que en trabajos anteriores) que brillan con luz propia dentro de este nuevo sonido que la banda adoptó hace ya varios años, y que me atrevería a decir que lo convierten en su mejor entrega de la última década.

Si te enganchaste a ellos en el siglo XXI te gustará, y mucho. Si por el contrario eres de los que te quedaste anclado en sus primeros discos, dale una oportunidad. Te sorprenderá pues es muy bueno.

Texto: Fernando Galicia 

 Tracklist: 

  1. When God Took A Day Off13934722_10153622222151721_1260008086819288646_n
  2. Kingmaker
  3. Face The World
  4. Humanize Me
  5. Last Beauty On Earth
  6. Bull’s Eye
  7. King Of The Right Here And Now
  8. Heavens Little Devil
  9. Civilized Monsters
  10. Sickening
  11. Was That What You Wanted

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