BURNING, o cómo seguir quemándolo todo 40 años después
En este mundo del rock, y más en los tiempos que nos gastamos, sólo hay dos caminos para sobrevivir en la música: O sigues molando o te retiras. Mantener la dignidad y seguir siendo maestro del rock n´roll y de los escenarios es el único camino. Y es obligado, señores.
Bien, pues BURNING son maestros en esto, siempre con su chupa de cuero y sus gafas de rock por bandera, que esto es rock, amigos, herederos de Richards y Jagger, y del señor Johnny Thunders. Hasta el puto Lemmy ha acabado sucumbiendo al paso del tiempo, mientras Johnny, Pinilla y compañía siguen en primera línea de fuego quemando escenarios y generaciones allí por dónde pasan. Donde Dios no existe, allí siguen reinando ellos…
Además, se permitieron tener el morro de llenar el Palacio de los Deportes (vale, en su versión mediana) para grabar su disco en vivo de 40 aniversario, y se trajeron a gente como Bumbury, Luz Casal, Carlos Tarque, Josele Santiago o… ¡el gran Star Mafia Boy! para acompañarles en el viaje. Y no han parado de girar desde entonces… bueno, no han parado de girar desde que comenzaron allá por mediados de los 70 en el madrileño y castizo barrio de La Elipa. Girar, carretera, rocanrol, guitarras, piano de leopardo, botella de bourbon, narcóticos y a ponernos a todos psicóticos con sus clases de rock n´roll en vena.
Fueron los que más antes de que los rockeros se convirtieran en heavies. Vivieron el estilo del rock n´roll de la manera más directa que existía, mirando de frente a la muerte, jugando con todo y dedicando su vida y su espíritu a la causa mejor que nadie. Sólo por eso convencieron a los roqueros, a los pijos, a los heavies, a los punkis e incluso a aquellas chicas y chicos que movían las caderas en los sitios de tipos duros estando fuera de lugar. Dan las 6 y sintonizo a los BURNING, como no podía ser de otra manera. Bailar, rocanrolear, salir a quemar la ciudad antes y después del concierto…
Y más furgoneta, y otra ciudad, y otra raya, y otra copa de ginebra seca bebiéndote el mundo de un tirón, y otra canción, y otro cuerpo sin nombre en la cama del hotel por la mañana. ¿O es que el rock n´roll ya no sabe de sexo ni de drogas? No lo digo yo, ¡eh!, que ya nos lo contaban entonces Jim Dinamita, Jack Gasolina, o el propio Pepe Risi o Toño, que en paz descansen, o su amigo Loquillo o Jonny B. Goode, o los del Willie Dixon, o cualquiera con una camiseta de BURNING que sepa lo que significa ese logo que llevas con orgullo en el pecho. Son recuerdos del pelo largo, sin duda.
No pares de gritar, siente el orgullo de barrio, y de tu ciudad, que siempre han transmitido, y no pares, dame más… y muévete en la oscuridad, por favor. Que esto es rock n´roll, amigos, que esto tiene actitud, que esto es de verdad, y que esto sólo tendrá final cuando tú ya no estés allí… porque ten por seguro que ellos sí van a estar. Siempre, aquí y allí, antes y ahora, y ayer y mañana, como los verdaderos pura sangre, chupa de cuero y gafas de rock en ristre, por supuesto. La chulería por bandera, el lenguaje cheli, la jerga de barrio y la actitud real, macarras barriobajeros, nada de camisetas compradas en grandes superficies ni de pop disfrazado como su hermano mayor, ¡que hablamos de los BURNING, tío!
Pocas cosas auténticas existen ya en estos tiempos, menos mal que aún nos quedan los BURNING… ¿O no será que el rock n´roll sólo nos gusta a tí y a mí? Pues el viernes hay otra oportunidad de demostrarlo… y allí sonarán de nuevo como un huracán, no te digo nada.
Texto: David Esquitino (david.esquitino@redhardnheavy.com)
P.D. – Que alguien te invite a respirar, y si son BURNING, mucho mejor.