DRY RIVER+PERVY PERKIN: Madrid, viernes 27 de febrero, sala We Rock…

La vida no es justa, que si lo fuera DRY RIVER llenarían estadios. Admitámoslo, el rock español ha sufrido en todas sus facetas de enormes complejos a la hora de compararse con la música creada más allá de sus fronteras. Quizás por eso, se ha apostado más por lo undergronud, lo urbano, por el macarrismo disfrazado de actitud para maquillar carencias. Y en cuanto una banda, un promotor, una sala, un festival o un medio de comunicación ha intentado hacer las cosas de una manera distinta, blandiendo valientemente la calidad, el esfuerzo y la búsqueda utópica de la excelencia como armas, ésta o éste ha sido duramente vilipendiado por las envidias y las malas artes… o peor aún, condenado al ostracismo.

Y he aquí que aparecen los castellonenses DRY RIVER para traer agua al sediento, pan al hambriento, luz a la oscuridad… Hacía mucho, muchísimo tiempo que no disfrutaba tanto con una actuación en directo, internacional u autóctona. Tan maravilloso fue su show, que la sonrisa colgaba de los rostros de todos y cada uno los afortunados que fueron a la sala We Rock el pasado viernes. Y no es plaza fácil para torear, que la sala madrileña goza de numerosos seguidores, especialmente como discoteca y punto de encuentro para los rockeros de la capital. Sin embargo, su acústica es mejorable, sus luces escasas y su escenario escueto. A pesar de todo ello, están luchando duro y cada vez programan más y mejores conciertos.

Salieron algo tarde PERVY PERKIN. Este quinteto de origen murciano provoca un dilema: Ofrecen unas composiciones enrevesadas, complejas, con numerosos cambios y de larga duración. No hacen ascos a casi ningún estilo y explotan todo lo que pueden sus recursos técnicos. Además, el sentido del humor empapa todo su espectáculo. Es evidente que disfrutan enormemente de tocar y se esfuerzan mucho por entretener igualmente al respetable. Desprenden jovialidad por los cuatro costados. Encima tienen la suerte de poder contar con un cantante con una gran voz. Por otro lado, su excesiva efusividad y despreocupación les vuelve alocados, despreocupados. Los errores y las imprecisiones se agolpan generando caos y confusión y eso empaña el resultado. ¿Encontrarán el punto de equilibrio? El tiempo juzgará…

DRY RIVER son harina de otro costal. Sus señas de identidad son: calidad, muchísima calidad, tanto individual como colectiva, mimo por los detalles y buen humor. Todos y cada uno de ellos son músicos excepcionales (también su técnico de sonido) y han alcanzado una complicidad y compenetración (musical) envidiables. Ángel Belinchón es un fantástico cantante y showman, pero las armonías vocales que realizan entre todos son simplemente deliciosas. La base rítmica de Pedro Corral y David Mascaró es inapelable. Las guitarras y los teclados se desenvuelven magistralmente. Martí Bellmunt y Carlos Álvarez no se conforman con destacar con un solo instrumento. Es estresante verles cambiar de uno a otro, pendientes de los cambios de sonidos y de los coros. Todo sin abandonar la sonrisa, el bailoteo, la complicidad con el público.

El concierto está totalmente organizado y cuentan con la colaboración de un polifacético actor, Fanfi García, que aporta colorido a las distintas canciones con diferentes personajes. ¿Qué más se puede pedir? ¡Ah!, que las composiciones sean magníficas, pegadizas, hermosas, maduras, repletas de detalles a disfrutar en progresivas escuchas… Deseo que la vida me dé la oportunidad de verles muchas veces en directo. Y recomiendo a todo el mundo que, si ven un anuncio de que DRY RIVER tocan en la ciudad, ni se lo piensen por un segundo. Vayan de cabeza y disfruten del espectáculo.

Texto y fotos: Iván Díaz Jiménez (IVN)