Pues resulta que se abre la puerta de un zulo y aparece Terminator, andando muy despacio… con la máxima de que menos es más.Y como él sólo no puede liarla parda, necesita a su lado a un batería que le gusta mucho las patatas con atún. De hecho está todo el concierto: patatas con atún…patatas con atún… A mí ya me da lastimica el pobre. Condición indispensable para ser músico de OBÚS… ser calvo. Para que luzca más aquello de no estoy ni gordo ni calvo… que le falta sólo señalar a los demás. El bajo está haciendo «crosfin» durante hora y media… venga vuelta, p´arriba, p´abajo, espalda pa´lante y pa´trás que tiene que acabar reventao el tío.

Al guitarra en el solo de la segunda canción se le fue una nota. Imperdonable. Recomendable para los amantes de tiempos lejanos donde el que más era uno de la calle y no llevaba black card. Imprescindible si eres padre llevar a tu hija adolescente para que suba al escenario y ver como el cantante le soba las tetas. Como en el rock todos son amigos, de repente saltará otro cantante para darse abrazos y besos y de repente empiezan a girar y girar y girar como una batidora. Muy bonito todo. Cuando todo se acaba hacen un espectáculo mayumaná para invocar a la lluvia que causa su efecto. Cuando el público despertó observamos a Terminator haciendo el pino y al final se queda con el que falla sólo una nota para que quede claro quien está ahí desde que canalleaban por Vallekas. Los dos de una forma insólita se esconden de nuevo en zulo andando para atrás con una alta maestría. No se los pueden perder.