Artículo: ¿Porqué las entradas de los conciertos son más caras?

Es una realidad que los precios de los conciertos han subido bastante pero… ¿sabemos por qué? No es cuestión fácil de resolver, ni de tratar, pero a su vez es una de las polémicas más en boga en la actualidad. En este artículo de opinión (también de información) de David Esquitino tratamos de dar luz al tema y daros algunas claves al menos para explicarlo al respecto.  

Tenía pendiente hacer este artículo desde hacía un tiempo, tras una charla informal con un promotor cercano que nos comentaba (de manera amistosa e informal, por supuesto, y a la vez en una charla confidencial e interna entre compañeros) el hecho de que los medios criticamos los precios actuales de los conciertos pero no contamos lo que hay detrás de las subidas de las entradas en los últimos tiempos. Todo ello a raíz de las polémicas recientes al respecto con varias bandas y giras importantes que se nos avecinan.

Nosotros permanecemos y permaneceremos siempre en una cómoda posición intermedia de tratar de entender a todas las partes implicadas, pero a su vez sí creo que es interesante contar hacia fuera un poco el funcionamiento de este tipo de conciertos y eventos, que es algo sobre lo que no siempre se incide o se explica mucho. Todo ello para que todos entendamos mejor que los promotores muchas veces tienen que amoldarse a una hoja de ruta, a unos gastos muy grandes y a unas inversiones cada vez mayores, que lógicamente impiden cada vez más que los precios de las entradas sean más asequibles.

El debate sobre si se ha convertido en artículo de lujo e incluso algo elitista acceder a conciertos en la actualidad va por otro lado, y en este caso no nos corresponde a nosotros tenerlo (o al menos no aquí ni ahora). Ni tampoco el hecho de que se haya popularizado para el gran público el rock, el metal, las tendencias duras o como se quiera llamar. De hecho el “crossover” al respecto va en dos direcciones: Por un lado el público generalista hace mucho que descubrió que el rock y el metal no eran precisamente el enemigo ni algo a temer y denostar, más bien lo contrario. Y a su vez el rock y el metal cada vez es más abierto, popular y ha ido limando los filos y las diferencias y fronteras, y prejuicios.

Lo que no está ni bien ni mal, incluso a grandes rasgos es más positivo que negativo, o debería serlo. Pero esta tampoco es la cuestión que nos ocupa sino el hecho del precio de las entradas de música en directo en la actualidad y porqué a día de hoy son más caras que antaño. Vamos a tratar de explicar algunas razones y motivos, la mayoría objetivos (y lógicos)… y otros nos parece a nosotros que es así, y lo contamos de manera algo más subjetiva, es posible.

Hay que explicar varias cosas primero, quizás básicas para cualquiera que esté metido en el entramado, pero no tanto para el “asistente medio” o sencillamente para los seguidores de la música en directo sin más. Lo hemos resumido en 8 puntos, que luego desarrollamos debajo:

  1. Aunque para muchos lo pueda parecer, obviamente el concierto no es solo la banda que está encima del escenario, el público y ya. Esto va a dos niveles: Personal involucrado por la parte de la organización, y por la parte del grupo.
  2. En el precio de una entrada no está solo incluido el caché de las bandas y sus gastos. Hay muchas más cosas…
  3. Por supuesto que antes (hace mucho) los recintos pagaban por tener los conciertos o los cedían gratuitamente para estos eventos culturales. Ahora ya no… o pocas veces (literalmente en contadas ocasiones de hecho).
  4. Obviamente la vida ha subido (los sueldos menos, y ese es otro debate, relacionado directamente pero otra “discusión”) y todo es más caro.
  5. Los grupos hace mucho que dejaron de ser “bandas de amigos” o sencillamente jóvenes ilusionados con ser “alguien” o “rockstars” en el futuro.
  6. ¿Sabéis lo que es una “hoja de gastos”? Imprescindible hacer un balance de posibles ingresos contra gastos impepinables. Con esto, y calibrando con el potencial precio de los tickets, calcularemos cuántas entradas tenemos que vender para tener beneficios (o sencillamente para no perder).
  7. Los grupos son veteranos la gran mayoría, con lo cual hay extras que antes no había que afrontar y ahora sí: Gastos médicos, seguros, condiciones más o menos adaptadas a una edad o condición… (a veces suena a chiste, pero no lo es, y barato tampoco).
  8. Antes montar un concierto era: contratarlo / conseguirlo, invertir en ello, imprimir entradas, pagarlo, celebrarlo, hacer cuentas “y ya”… Ahora hay que meter en la ecuación otras variables como permisos, impuestos, aranceles, extras de seguridad, autorizaciones, vallados especiales, compensaciones de actividades que se dejan de realizar cuando se realiza el concierto… Casi siempre a costa del promotor / organizador.

Desarrollamos de manera pormenorizada cada uno de los puntos:

1 – Personas / grupos de gente y trabajadores involucrados en los conciertos: 

Empecemos a nombrar (sin orden de preferencia ni importancia) personas, sectores y grupos de trabajadores involucrados en la normal realización de un evento de este tipo. Que seguramente mucha gente no sea consciente de ello, ni del volumen de gente que hay detrás de la organización de un “simple” concierto:

  • Catering (normalmente para una gran cantidad de personas, y si es un festival o un gran concierto, para varios días). Y podéis imaginar tanto el volumen de personal involucrado (desde cocineros, camareros y asistentes en general al respecto) como a su vez el gasto que supone por ejemplo alimentar a 150 o 200 personas (o más… y otras veces menos, claro, pero pongamos 20 o 30, que tampoco es moco de pavo), durante dos días, o en un festival, para que os hagáis una idea. Y un concierto grande requiere una preparación y planificación importante, y mucha gente trabajando desde muchos días antes de la celebración del evento. Seguimos sumando…
  • Runners (conductores tanto para artistas como para la crew, staff, trabajadores…). Unido a lo anterior, los conciertos y grandes eventos, y festivales, requieren de una preparación previa grande o de varios días como decíamos. Y el personal, artistas, trabajadores… tienen que llegar de los hoteles al lugar de trabajo, moverse para las diferentes tareas y actividades… y hay que hacer compras, logística en sí y demás (desde llevar a lavar la ropa, a llevar al médico o ir al gimnasio o a comprar material para el show, lo que sea). Todo ello además de las necesidades básicas de movimiento en el propio día del evento (del “venue”), o días anteriores de ensayos, pruebas o el propio concierto en sí. Moviendo desde la crew a directamente los artistas. O comprar las necesidades de la producción en cada momento (y transportarlo).
  • Hospitality y logística (los mezclo aquí a nivel genérico pero por supuesto que cada área tiene su tarea y trabajo específico y delimitado) – Personal encargado de atender las necesidades de las bandas, del propio concierto en sí, asistentes varios, personal del propio evento (desde “acomodadores” como quien dice, como los encargados de tratar con los grupos, organizar y preparar camerinos, salas de espera, restauración, gestiones varias…). Y también se mueven, también comen… y también cobran por su trabajo.
  • Merchandising – A día de hoy, para bien y para mal (y no entramos en el punto de si es caro, barato, muy caro o normal) pero el merchan es uno de los puntos clave de ingreso para las bandas, y algo le “salpica” al organizador. Y si hay más demanda, hay más gente encargada de esto o trabajando en ese punto.
  • Alojamiento y transporte – Las bandas más “pequeñas” o “medianas” viajan en buses, “sleepers” y demás, o al menos sus técnicos, pero las grandes no. Y los hoteles, apartamentos, autocaravanas y demás no son baratas precisamente (de hecho es algo de lo que más ha encarecido paulatinamente los conciertos y eventos, como nuestra propia vida en general porque va de la mano). Ni las furgonetas para transportar o moverse, ni por supuesto la gasolina, que es cara para todos pero estando en carretera, imaginar cómo va subiendo el coste. Todo esto, como es fácil de entender, repercute también en los precios.
  • Técnicos – Tanto propios de las bandas en sí, como locales. Y tanto de sonido, de luces, montaje y desmontaje… Y resulta que estos también comen, se alojan, se tienen que transportar… pero sin ellos no hay concierto. Y os aseguro que las bandas grandes no traen un técnico de sonido, el de luces, su ingeniero de confianza “y ya”, jeje (y las pequeñas / medianas tampoco). Sumamos encargados de pantallas, equipo informático, ingenieros de seguridad, arquitectos (sí, arquitectos), diseñadores, peritos…
  • Personal local – Aparte de lo comentado, empezamos a hablar de taquilleros, personal de seguridad, enfermeros/as, personal de limpieza, encargados de cada área de los respectivos recintos, policía y/o seguridad privada, utileros, personal de oficina (interno y externo)…
  • Managers, personal de confianza, equipo de seguridad, personal médico… Como podemos suponer, “esto” antes era pequeñito pero ya no lo es, y las bandas viajan con un “séquito” grande. Lógicamente no es lo mismo hablar de IRON MAIDEN, BRUCE SPRINGSTEEN, SABATON o DERBY MOTORETA BURRITO CACHIMBA. Cada uno a su nivel y con sus necesidades, pero hay personal involucrado.
  • Carga y descarga (montadores, jumpers, riders…) Y os aseguramos que en los grandes conciertos trabaja muchísima gente en este punto.

2 – ¿Qué hay detrás del precio de las entradas?

Unido sin duda a lo anterior, lógicamente el gasto de un concierto o gran evento (o pequeño, en realidad da lo mismo para lo que queremos contar ahora), y mucho más en festivales, se amplifica muy por encima de lo que cobre la banda y su equipo. Esto no quita, y no quiero ser hipócrita con esto, ni justificar lo injustificable en el sentido de no incidir en los cachés cada vez más desorbitados de los grandes artistas, o la subida exponencial tremenda de los “fee” de las bandas “normales”, especialmente desde la pandemia.

Todo ello encarece sin duda el producto final y pone muchas veces al promotor entre la espada y la pared, porque a ninguno de ellos le gusta subir el precio de las entradas por gusto. Y en este caso no me meto aún en el tema de intermediarios, gastos de gestión o producción, impuestos y demás extras, que gravan aún más sobre el precio de las entradas, pero se nos olvida a veces que las bandas no son precisamente hermanitas de la caridad al respecto (y no siempre dan precisamente facilidades o son flexibles con esto)… A su vez, si el coste de la vida sube y ellos saben que generan una gran demanda, lo raro es que no quieran participar de manera activa del pastel.

Los grupos pequeños o medianos lo tienen cada vez más difícil para subsistir, que los precios de todo han subido para todos, pero los grandes no tanto. Y aquí nadie quiere jubilarse y mucho menos hacerlo barato, y mientras se sigan agotando entradas casi al precio que sea, es complicado atajar el problema de qué fue antes, el huevo o la gallina.

Aun así, y volvamos a la visión objetiva… Por un lado esto cada vez es más profesional, y las bandas ya no son “una panda de amiguetes viajando en furgoneta por el continente” sino grandes empresas, o al menos negocios profesionalizados. Y ese personal que trabaja y viaja con las bandas, y que permite que los eventos sean profesionales y de primera calidad, conlleva un coste que pesa en el precio final. Seguros, contratos, facturas, cachés… Es mucho gasto que, quizás antaño, era mucho menor, estaba minimizado o era “menos legal”. Ahora no. Y por el lado de los promotores, la producción y gestión de los conciertos exactamente lo mismo.

El debate de si esta profesionalización, y que la actividad de los conciertos haya pasado de hobbie ilusionante a negocio 100% (o empresa más bien), haya sido mejor o no tan bueno, es otro, pero la realidad es que montar un concierto, y hacerlo bien, no es barato ni fácil. Y todo el mundo involucrado debe cobrar una cantidad justa por su trabajo, lo cual a su vez repercute en el precio final del producto, algo inevitable pero en este punto creo que positivo y casi imprescindible.

La puerta que sí que no quiero abrir, porque no me corresponde a mí contarlo o hablar de más (al menos sobre algo que no me atañe), es la de qué cantidad de dinero le corresponde al promotor con los conciertos llenos… pero sí quiero dejar una pincelada que también ayude a aclarar un erróneo parecer muy común. Todos creemos que cuanto más caras sean las entradas, más se vendan, haya sold out y demás, mejor para el organizador. Es decir, es de Perogrullo pensar que el promotor se “forra” con esto, o la agencia base que vende ese concierto y demás… pero acabamos de decir que las bandas, al menos las grandes, hace mucho que son empresas (o las propias empresas que hay detrás, si queremos hilar más fino). Y con las más grandes al menos, recordemos que hablamos de absolutas multinacionales, no funciona así exactamente.

Es decir ellos no permiten que la suma de los beneficios se divida libremente (después del correspondiente ejercicio contable digo, tras la “sencilla” cuenta de ingresos y gastos de toda la vida). Y esto también marca mucho el porcentaje que el promotor y organizador tiene que tener en cuenta a la hora de marcar el precio final de las entradas. Aunque lo parezca, la “cuenta de la abuela” aquí no funciona así. No está ni bien ni mal, que es capitalismo, libre mercado, oferta y demanda…

Es decir, hay otras cosas que están bien y otras mal o muy mal, pero en este caso tenemos que limitarnos a dejar el dato sin más sobre la mesa pero sin opinar a la ligera, que ni somos expertos en finanzas, ni en negocios ni en macro o microeconomía. Sencillamente está bien exponer algunos datos o dar algunas informaciones genéricas para tratar todos de entender mejor cómo es el sistema actual de ingresos y gastos en los conciertos y eventos.

3 – Salas / recintos más caros (y casi siempre de alquiler): 

Recintos, teatros, salas…

Hmmm, cuestión espinosa, y aquí no voy a hacer un estudio o ensayo, ni a hacer una disertación sobre la propiedad pública o privada, o un máster sobre la gestión de los recintos para uso comercial, lúdico y demás. Pero es una realidad, hablando más claro, que antaño eran las propias salas y recintos los que o contrataban directamente los eventos, o pagaban a las bandas por tocar allí. O eran las propias Comunidades Autónomas u Organismos correspondientes l@s que cedían gratuitamente sus espacios públicos para realizar los grandes conciertos, eventos y demás. No digo que esto ya no ocurra, sobre todo lo último, que todos tenemos bien claro que sigue habiendo espacios que se ceden para eventos culturales, ciclos de festivales y conciertos y demás, pero lamentablemente cada vez son los menos. Y manda la gestión privada…

¿Qué provoca esto o en qué se traduce? Pues está claro que un gasto extra cuando tienes que alquilar las salas sí o sí, o si tienes que pagar una cantidad importante por utilizar las instalaciones de los recintos. Y todo ello revierte también en la cuenta de gastos y en el precio de las entradas. Es inevitable aunque es algo que se podría gestionar “mejor”, ¿no?

Por supuesto que a veces hay acuerdos comerciales, o un porcentaje de los beneficios o directamente conviene ceder los espacios para difusión cultural, promoción de una localidad o negocios diferidos (barras, transportes, hoteles propios…) pero esos son otros casos u otra discusión que la que nos ocupa. Resumiendo: Antes se pagaba por contratar a las bandas en los locales y ahora el promotor tiene que pagar por alquilar las salas (y antes los precios eran asequibles y ahora… no). Blanco y en botella. Seguimos sumando…

4 – La vida es más cara:

Que el mundo ha cambiado desde la pandemia es una obviedad, y no para mejor precisamente. Nuestras necesidades han cambiado, nuestra forma de ocio también, incluso nuestros modos de relacionarnos… Y oye, cada vez vamos menos a bares nocturnos, discotecas y similares pero, aunque pudiera parecer lo contrario, el ocio de conciertos, festivales, ciclos varios de ambos y similares ha aumentado exponencialmente.

Bueno, eso no es lo que quería contaros aquí sino más bien la obviedad, que se cae por su propio peso, que desde la pandemia toda ha subido una barbaridad (menos los salarios, insistimos en el tema, que aquí en el sur de Europa seguimos siendo el culo del mundo civilizado). Eso sigue siendo tristemente otro debate… aunque sí influye en que a nosotros nos cueste más pagar estos precios por las entradas que en otros países de Europa cuyos salarios mínimos doblan o triplican el nuestro… pero bueno, insisto en que el debate es otro.

Money

Entonces, sin darle más vueltas absurdas al argumento: sube la gasolina, sube el gasto en dietas, suben los precios de las habitaciones de hotel, suben los billetes de avión o de tren… añadimos impuestos extras y aranceles que antes no eran tan duros o lesivos (¿os suena el Brexit para los grupos que vengan de UK?). Es decir, otro gran extra que tiene que pagar el organizador, promotor, bandas… que encarecen inevitablemente el producto final.

“¿Y porqué tengo que pagarlo yo?”, que diréis muchos (yo el primero en una primera visión bisoña), pero es obvio que la respuesta se cae por su propio peso, cuando os aseguro que el promotor es el primero que le gustaría poder rebajar estos costes pero… es imposible.

5 – Profesionalización de la música (y negocio):

Es la visión romántica de la vida, de la música, del día a día: todo el mundo es feliz y vive y se alimenta del aire y del amor. Bueno, visión idílica tal vez pero irreal. No le vamos a quitar la magia a la música, lo que sentimos en un concierto, lo que a su vez siente una banda encima del escenario y esa comunión con su público y demás. O la magia de la experiencia que es vivir a día de hoy un festival o un gran concierto o lo que sea, pero la cuestión económica y profesional está sobre la mesa. Y más cuando hablamos de bandas grandes, históricas y, vuelvo al término, profesionales. Y los que llegaron a ser “rockstars” sin trabajo duro, sin estudios o sin talento, lamento deciros que o están muertos o hace mucho que no se dedican profesionalmente a esto…

Esto es un negocio y una profesión, y los ensayos cuestan dinero, los viajes cuestan dinero, los músicos de sesión o directo cuestan dinero, y el rodearse de buenos profesionales en todos los estamentos no es gratis ni normalmente barato. Por eso la visión idealista y romántica de la música está bien (muy bien de hecho) en ciertos momentos, o destacar el punto hedonista de la vida en la carretera, pero al final y en realidad esto es un trabajo con unos gastos y unos ingresos y una estructura empresarial y piramidal que va mucho más allá de la idea hippie de las cosas.

Trabajamos, cobramos y pagamos. E ingresamos cuando las cosas salen bien, y perdemos cuando lamentablemente no se cumplen las expectativas o funcionan las propuestas. Pero hay que minimizar riesgos y no voy a decir maximizar beneficios, que nadie malinterprete mi mensaje, pero el promotor y organizador trabaja con márgenes muy ajustados y no siempre es fácil poder mantener una política de precios popular o acorde con “lo que eran las cosas antes”. No lo son… ni lo volverán a ser.

Gene Simmons Band

No me meto, eso sí, (otra vez no me corresponde a mí hacerlo y menos en este artículo), con el tema de entradas VIP´s, pases premium, “packs experiencias” e ingresos extras por actividades menos éticas para el que firma… De cualquier manera, oye, el que lo vende y el que lo compra es libre en este sentido. Para algunos está bien, para otros está mal y para muchos es indiferente o se ha normalizado y punto. Además, si disminuyen los ingresos por ventas de discos (que muchas veces ya ni existen casi) y demás, pues de alguna manera habrá que compensarlo para que siga siendo sostenible.

Bueno, en este punto yo me doy mus, entendiendo la situación pero no compartiéndola ni estando de acuerdo en esto.

6 – ¿Qué es una «hoja de gastos»? 

Quizás hemos corrido un poco en explicaciones, pero no hemos incidido en algo que es básico a la hora de montar un concierto. Bueno, en realidad es clave para plantearnos una actividad económica que requiera una inversión, unos gastos y, en este caso por venta de entradas principalmente (además de luego en el propio evento, o antes, merchan, tema barras y demás), unos ingresos que lo compensen.

Lo más básico y sencillo para esto, y resumiendo  a nivel microeconómico para que todos lo entendamos fácil, es un documento que incluya todos los posibles gastos en los que vamos incurrir para la realización de este concierto, y por otro lado metemos los ingresos que esperamos obtener si vendemos tantas entradas a tanto precio neto. Lo podemos ver como un ejercicio contable, del debe y el haber, la cuenta de la vieja, añadirle todos los extras y porcentajes que queramos… pero en realidad la base es “sencilla” y básica: cuánto vamos a gastar sí o sí, y cuanto tenemos que ingresar como mínimo para que sea rentable esa inversión.

En base a eso, y a la previsión (que no tiene porqué cumplirse, pero aquí entran otras variables como la experiencia, cómo suele funcionar esa banda en nuestro país, cuántas veces han venido, qué otros eventos hay ese mismo día en la misma ciudad o alrededores, si hay gran evento deportivo el mismo día a la misma hora…), decidiremos qué hacer y cómo proceder en este sentido.

Así resumiendo, ¿qué gastos tenemos seguro?: Pues el caché del grupo es tanto, lo que nos cuesta traerles y alojarles es otro tanto, las dietas tanto, el gasto en promo, en publicidad y los extras que sean es nosecuanto, los runners nos cuestan equis, la empresa de catering para tantos menús (en realidad, muchas veces, desayuno, comida y cena, más el “buy out” del postconcierto en ocasiones) nos cuesta tanto, el pago a la agencia internacional (o intermediaria) es tanto… Vale, perfecto, lo que sea. Y ahora sobre ese bruto de gasto, y lo que nos llevamos nosotros como empresa de cada entrada vendida, vamos a hacer el cálculo de las entradas que tendríamos que vender para no perder dinero…. Ok, pues 1000, 2000, 20.000, 250… lo que sea. ¿Es factible?, ¿nos cuadra?, ¿compramos toda la gira o le pasamos a algún otro promotor en otra ciudad y compartimos gastos y riesgos?

Hoja de gastos

Ya digo, no vamos a profundizar de más en esto, pero la idea está clara. Y si los gastos han subido, los ingresos disminuyen, así que el equilibrio financiero nos obliga a que, para que sea sostenible el negocio, la entrada tiene que costar ese precio y no el que costaba hace 4 años… o el que nos gustaría o que consideramos “justo” en una primera visión optimista.

¿Nos gusta, no nos gusta? Bueno, son lentejas y por otro lado es más fácil entenderlo y comprenderlo sabiendo un mínimo de lo que hay detrás y por qué se hacen las cosas o en qué rangos de precios nos estamos moviendo. También los proveedores venden más caros los productos… ya sea el propio grupo como tal, como el precio base de las camisetas (o las tintas para imprimirlo, o la luz de tener abierta la imprenta ese tiempo extra para hacer ese material para una gira), por decir algo, o la gasolina que decíamos antes. Hay muchos factores a tener en cuenta, y es la pescadilla que se muerde la cola, vale, pero el concepto tiene que quedar claro.

Por ejemplo, que lo hemos hablado antes pero a medias: habrá que hacer publicidad, promoción, cartelería (ahora quizás cada vez menos, pero bueno, publicidad o “cartelería virtual” sí, que para el caso viene a ser similar). Todo eso también tiene un coste que hay que incluir en los gastos, o anuncios en un periódico local como antaño o campañas de publicidad en redes como en la actualidad. Todo suma, o todo resta, según se mire, pero la inversión está ahí y los números tienen que salir.

7 – Veteranía y gastos extras:

Seguimos hablando de obviedades para algunos, o de detalles aparentemente insignificantes para otros… incluso de curiosidades que muchos ni habrán caído. Pero seguimos sumando gastos y ceros a la cuenta final de pagar. Es decir, es genial poder seguir viendo a nuestros veteranos, que se resisten a tirar la toalla, ¡faltaría más!, y el público sigue deseoso de verlos… una enésima última vez (de nuevo, debate aparte, no hablamos de esto sino de lo contrario de hecho). Loable por ambas partes, pero de repente se ha generado una nueva variable de pago que antes no existía… los seguros de los artistas veteranos: Seguros médicos, seguros de cancelación, planes de atención médica en caso de que sea necesario, planes de evacuación y seguridad diferentes a los anteriores… o viajar con la familia, que oye en principio esto lo paga muchas veces la propia organización o “la empresa del grupo” en sí. Otras veces no…

Y sí, también mejores condiciones para viajar, para alojarse, para comer… A mí no me miréis, que yo no he hecho las reglas ni he puesto las condiciones. Que además ya no vale te doy un bocata y un ticket para dormir en la “pensión Manoli” cuando llegues, sino que por contrato hay que cumplir una serie de condiciones que sumamos a la cuesta de gastos. También, las medidas y normas de aforo son más restrictivas (y controladas / reguladas, con planes de evacuación incluidos, ambulancias en caso de necesitarlas….). Lo hemos dicho antes, que hay una profesionalización a todos los niveles, y en general es positiva, ojo… pero hay que pagarla.

8 – Cambio en la actividad y en el modelo de negocio: 

No hay mucho más que explicar al respecto, simplemente incidir en eso, que la música a día de hoy es más profesional y la parte de negocio (o empresa quizás, que la palabra “negocio” puede sonar más fea) es capital. Y los costes de organizar una gira, un festival, un ciclo de conciertos, un concierto / evento multitudinario… conlleva unas responsabilidades, gastos y cifras que nos guste o no tienen que revertir en el precio de las entradas.

A partir de aquí, y tras esta explicación sucinta y general pero creo que básica para entender algunos conceptos, nos podemos hacer una idea mejor de cómo funciona a día de hoy el entramado de los conciertos y festivales. Por supuesto hay mucha más tela que cortar y se puede profundizar y debatir hasta el infinito al respecto. Lo interesante de hecho sería poder contar con las opiniones de todas las partes implicadas y que cada uno pudiera explicar más y mejor cada punto que le atañe. Incluso defenderse de acusaciones o directamente explicar su punto de vista y contar cómo son las cosas en realidad en cada punto del proceso… Luego ya que cada uno compre el discurso que prefiera pero con toda la información sobre la mesa.

Cierro aquí, y dejo totalmente aparte en este artículo la variable de la relevancia y el trato a los medios en la “pelea”, siendo cada vez más reducido nuestro papel, muy a mi pesar. Seguimos luchando por mantener preponderancia e importancia en la escena, pero cada vez cuesta más y se nos valora menos. O la trampa de los “sold out” para el eslabón más débil de la cadena que a día de hoy somos los periodistas, y que el gasto en publicidad y promoción cada vez incida más en otras vías que en los propios medios de comunicación, a los que por extensión cada vez nos cuesta más sobrevivir o mantenernos en este nuevo tablero de ajedrez. Pero de todo eso podremos hablar, ¿por qué no?, en otro artículo en el futuro.

Hoy la cuestión era otra y espero haber aclarado algunas cuestiones y que se entienda un poco mejor el hecho de todo lo que hay detrás de un “simple” concierto o festival… Además de dar una explicación genérica (pero profunda) de porqué las entradas en la actualidad sean más caras y por qué.

¡Gracias por la lectura y seguimos en la pelea!… espero que con algunas dudas si no resueltas o aclaradas, sí explicadas. Y si no, al menos nos acostaremos un día más sabiendo algo nuevo, espero.

Texto: David Esquitino (david.esquitino@redhardnheavy.com)

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